Un movimiento en defensa de los trabajadores vulnerables

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En Estados Unidos, se va consolidando el fenómeno conocido como “alternative labor”, una nueva forma de sindicalismo pensada para ayudar a los trabajadores menos protegidos por los sindicatos. Pero hay quien tiene una visión menos romántica de esas organizaciones.

Desde que surgieron a finales del siglo XX, los “worker centers” o “alt-labor groups” han sido considerados como el patito feo del sindicalismo norteamericano. A diferencia de los sindicatos de pura cepa, estas organizaciones sin ánimo de lucro no se sientan a negociar con los empleadores. Y ni siquiera están presentes en los centros de trabajo. Entre otras cosas, porque la ley no los considera sindicatos.

Los primeros “worker centers” eran independientes de los sindicatos y nacieron precisamente para llegar a los sectores profesionales y a los trabajadores a los que aquellos no solían llegar. Promovidos por asociaciones cívicas, religiosas y benéficas, su objetivo era ayudar en comunidades desfavorecidas de afroamericanos o de inmigrantes hispanos y asiáticos –sin papeles, incluidos–, empleados en sectores donde se paga poco como la manufactura, la hostelería o la agricultura.

No es lo mismos conseguir el reconocimiento de unos derechos en la ley que en el centro de trabajo

La ayuda que prestaban estaba muy dirigida a las necesidades concretas de estas comunidades. Por ejemplo, a los recién llegados al país les ofrecían cursos de inglés; les informaban sobre sus derechos; o les ayudaban a defenderse legalmente frente a un empleador que no pagaba lo acordado…

Aliados de los sindicatos

Actualmente, los “worker centers” siguen cumpliendo la función de proteger a los trabajadores menos cualificados. Pero han cambiado sus tácticas y, sobre todo, su relación con los sindicatos.

De ser unos parias privados de la negociación colectiva, han pasado a ganarse la admiración de los sindicatos gracias a las populares campañas de activismo que han ido realizando desde finales de 2012. Las más conocidas –apoyadas por algunos sindicatos– son las protestas organizadas por OUR Walmart, que ha plantado cara al mayor vendedor al por menor del mundo, y el movimiento “Fight For 15”, que pide elevar el sueldo mínimo federal de 7,25 dólares la hora a 15 a los trabajadores del sector de la comida rápida.

En un momento en que los sindicatos estadounidenses sufren una hemorragia de afiliados, los “alt-labor groups” se multiplican por todo el país (ya hay más de 200) y atraen la atención de los jóvenes. De ahí que las grandes organizaciones sindicales hayan empezado a financiarlos. “Los ‘worker centers’ son movimientos en busca de instituciones. Y nuestros sindicatos a menudo son instituciones en busca de movimientos”, declaraba una líder sindical al periodista Josh Eidelson.

Mejoras tangibles

Las mediáticas campañas de estos grupos han conseguido mejorar las condiciones laborales en sectores donde no es posible la negociación colectiva. Como a esos trabajadores no se les permite tener comités de empresa, la única manera de conseguir mejoras para todo el sector es a través de cambios legales. Eidelson menciona el caso de la “Domestic Workers Bill of Rights”, aprobada en Nueva York en 2010 y que trajo nuevos derechos a las empleadas domésticas, y de otra ley que hizo lo propio para los taxistas neoyorquinos en 2007.

Más recientemente, el Restaurant Opportunities Center United (ROC) ha logrado algunas victorias en el sector de la hostelería. En los últimos tres años, explica Jonathan Timm en The Atlantic, ROC ha logrado introducir en las asambleas legislativas de ocho estados un proyecto de ley favorable a los camareros. La iniciativa, conocida como “One Fair Wage”, ha recibido el respaldo de Hillary Clinton, candidata demócrata a la Casa Blanca.

Los derechos, en la práctica

Todo esto son avances tangibles. Pero no está claro hasta qué punto el activismo puntual de los “work centers” puede ejercer una influencia duradera. Como no tienen afiliados, apunta Timm, los “worker centers” suelen depender muchas veces de lo que ahora les dan los sindicatos. Y la financiación no siempre está garantizada: el año pasado, OUR Walmart se dividió en dos grupos y uno de ellos perdió el apoyo que recibía de su principal benefactor, la United Food & Commercial Workers International Union (UFCW).

El activismo de los “worker centers” ha resultado eficaz en sectores donde no es posible la negociación colectiva

Timm ve otra pega en el sindicalismo que centra sus esfuerzos en los cambios legales. Una cosa es que la ley reconozca unos derechos, y otra que los empleadores los reconozcan en la práctica. Lo mismo pasa con las condiciones laborales fijadas en los contratos. Por lo menos, los sindicatos tienen claro que su razón de ser está en garantizar que esas condiciones se cumplen.

De todos modos, concluye el periodista, no hay por qué ver a los “worker centers” y a los sindicatos como rivales: si los primeros han traído frescura al movimiento sindical, los segundos pueden seguir garantizando la estabilidad institucional.

¿Sindicatos camuflados?

No lo ve así Richard Berman, director ejecutivo del Center for Union Facts (CUF), una organización muy crítica con los sindicatos. En varias de las webs vinculadas al CUF, se presenta a los “worker centers” como una mascarada que permite a los sindicatos usar sus tácticas más broncas e incluso burlar las leyes que regulan la actividad sindical, ya que actúan como sindicatos… sin los controles a que los sindicatos están sometidos.

Los “worker centers” tienden a presentarse como movimientos de base. Pero Berman explica a The Guardian que ninguna de las protestas realizadas a favor del sector de comida rápida fueron “batallas libradas por los trabajadores”, sino “ataques coordinados y promovidos por sindicatos nacionales”. La propia periodista de The Guardian, Rose Hackman, parece avalar esta crítica cuando informa sobre una protesta contra Walmart a la que asistió en Detroit. Allí se tropezó con varios activistas y líderes sindicales procedentes de distintos rincones del país, “pero no había ni un solo trabajador de Walmart”.

Sin embargo, esta crítica también puede jugar a favor de los sindicatos. Si antes se les criticaba por ausentarse de determinados sectores donde se paga poco, ahora al menos están haciendo acto de presencia. Aunque sea bajo la piel de un “worker center”.

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