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Rumores en la red

publicado
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Miles de internautas lloraron la muerte de Kaycee Nicole Swenson, una joven norteamericana de 19 años, aquejada de leucemia, a la que llegaron a apreciar y admirar, aunque nunca la habían visto. Durante casi un año siguieron de cerca la trayectoria de la chica, que vivía en un pueblo de Kansas, gracias al diario personal que ella publicaba en Internet. Las notas de Kaycee, a menudo acompañadas de otras escritas por su madre, Debbie, impresionaban por su extraordinario coraje y optimismo ante la enfermedad. El 15 de mayo pasado leyeron la última nota, en la que la madre anunciaba que Kaycee había fallecido repentinamente el día anterior. Cuando algunos admiradores de la chica quisieron conocer más detalles, comprobaron que varias piezas no encajaban, y empezaron a publicar sus sospechas. Al cabo de unos días, Debbie confesó, arrepentida, que su hija Kaycee no había existido nunca, que todo el diario era inventado y que había resuelto «matarla» al ver que la ficción no podía durar más.

En Internet nacen y se propagan de continuo rumores y falsedades. Algunos alcanzan trascendencia solamente porque saltan al exterior. Un caso sobresaliente es el bulo según el cual la actual Miss Francia es, en realidad, un hombre. Llegó a oídos de medio mundo cuando la prensa lo descubrió en la red y lo reprodujo.

La difusión de rumores en Internet viene facilitada por una propiedad de la transmisión electrónica de información, según el especialista francés Jean-Noël Kapferer, autor del libro Rumores (ver servicio 47/89). Cuando nos llega un mensaje por Internet, explica, estamos mucho menos en guardia que cuando recibimos una comunicación en papel, en la que sabemos reconocer los signos de autenticidad. «No ocurre lo mismo con Internet-señala Kapferer-. La desmaterialización del soporte ha abierto la puerta a un descenso del sentido crítico» (Le Monde, 23-V-2001).

En efecto, en Internet la mayoría de los rumores se propagan a través del correo electrónico. Muchos de quienes los reciben no los creen, pero los retransmiten de todas formas. La repetición va causando mayor impresión de verosimilitud, en especial porque da la apariencia de que el mensaje procede de diversas fuentes concordes, aunque en realidad tiene su origen en una sola.

Así ocurrió con el peregrino bulo que corrió entre los internautas de habla francesa hace unos meses. Decía que en las butacas de un cine de Issy-les-Molineaux (Francia) alguien había colocado agujas infectadas con el virus del SIDA, y un espectador que se pinchó accidentalmente contrajo la enfermedad. La historia circuló por toda Francia y también por Norteamérica, y cobró fuerza a finales de febrero, cuando un becario del Instituto Pasteur, de París, lo recibió y lo reenvió a sus conocidos. Entonces comenzó a correr una versión del cuento con remite del prestigioso centro de investigación. El Instituto Pasteur se vio obligado a publicar un mentís oficial.

No todos los rumores que se propagan por Internet son meramente pintorescos. Hay casos maliciosos y dañinos, de auténtica desinformación. Uno de ellos, en agosto pasado, hizo perder a la empresa norteamericana Emulex el 60% de su valor en Bolsa en media hora. La causa fue un falso comunicado, colocado en una web especializada y reproducido luego por la prensa económica, que anunciaba la dimisión del director general de la compañía. Otros hechos semejantes se han dado en la Bolsa, muy sensible a los rumores.

Casos tales no significan que el internauta esté indefenso. En la mayoría de las ocasiones, es fácil detectar los rumores falsos, que se distinguen por algunos síntomas. Por ejemplo, si un mensaje incluye la petición de que el destinatario lo reenvíe a todos sus conocidos, da motivo para mirarlo con reservas. Las faltas de ortografía son otra señal: una fuente fidedigna no envía un comunicado sin revisarlo antes. Los signos de admiración-por lo común, tres o cuatro seguidos-, las palabras en letras mayúsculas y el tono alarmante constituyen también indicios de falsedad.

Si lo anterior no basta, se puede acudir a los sitios de Internet dedicados a desmontar rumores. Hoaxbusters (hoaxbusters.ciac.org), del Departamento de Energía de Estados Unidos, ofrece un inventario muy amplio de los diferentes tipos de bulos, así como consejos prácticos para reconocerlos. La especialidad de Vmyths (vmyths.com) son los mensajes que alertan contra virus inexistentes. Netsquirrel (www.netsquirrel.com/combatkit) se caracteriza por proporcionar modelos de mensajes con los que responder a los propaladores de falsedades, según el tipo de rumor. Urban Legends (www.urbanlegends.about.com) se distingue por su catálogo de rumores, clasificados por temas. En francés funciona Hoaxbuster (www.hoaxbuster.com), muy pedagógico para el usuario común, y que además difunde los desmentidos de las víctimas de rumores.

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