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Regresión a la infancia

publicado
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El psiquiatra británico Clifford Yorke sostiene que la sociedad actual, al incitar a la satisfacción inmediata de los deseos, promueve el infantilismo. Lo comenta Mary Kenny en The Sunday Telegraph (Londres, 13-XI-94).

(…) La exaltación del principio del placer por encima de todos los demás no tiene nada que ver, según afirma el Dr. Yorke, con el progreso y el desarrollo, sino que es signo de una masiva regresión a la infancia. El modo en que la cultura actual favorece la gratificación inmediata es un indicio de infantilismo creciente, no de un avance de la civilización. (…) El Dr. Yorke, tras años de experiencia profesional, ha observado en los últimos tiempos un cambio estructural en los pacientes. Se trata del paso de los clásicos neuróticos, incluidos quienes lo son desde edad temprana (niños con fobias especiales, que pueden ser heredadas, o con conductas compulsivas, o que son solitarios), a niños cuyos problemas probablemente proceden de la extendidacrisis de la vida familiar y de las normas sociales.

(…) Esta es la «regresión a la infancia» de nuestra cultura: en vez de educarnos para que maduremos como adultos capaces de dominar sus impulsos infantiles hacia el placer y la satisfacción personal a toda costa, se nos anima a permanecer en el estado de infancia psicológica, a evitar la frustración, a no soportar las dificultades.

(…) Otro aspecto de nuestra «regresión a la infancia» (…) es la negación de la realidad, masivamente practicada. (…) Esto es comprensible en un niño de tres años; es más preocupante cuando lo hacen grupos enteros de adultos, como, por ejemplo, cuando sostienen que los hombres y las mujeres son iguales, o que las parejas homosexuales tienen tanto derecho a casarse y a tener hijos como las parejas heterosexuales, o cuando incluso afirman, como el mismo Major, que la educación en guarderías «resolverá» el problema de cómo las madres que trabajan fuera del hogar pueden criar a sus hijos, sin hacer referencia alguna a las necesidades del niño.

«En los últimos veinte años, más o menos -afirma Yorke-, algunas doctrinas ampliamente difundidas han pretendido justificar y promover ciertos cambios en la sociedad y en la familia. La paulatina sustitución de la familia tradicional por la cohabitación sin compromiso, la rápida extensión del divorcio, con sus numerosos efectos secundarios… y otros muchos estilos de vida, se consideran y se presentan como formas diversas e igualmente válidas de organizar la vida personal y social, que reflejan opciones libres y racionales del adulto emancipado. Esto responde, en buena parte, a una fantasía, a un intento de negar la realidad».

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