Poner más énfasis en el bienestar que en la producción

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El informe de la Comisión Stiglitz hace una serie de recomendaciones para establecer nuevos indicadores del progreso económico y social. Un leitmotiv del informe es que la medición ponga mayor énfasis en el bienestar de la gente que en la producción económica. Esto exigiría desarrollar un sistema estadístico en el que la actividad del mercado se complemente con medidas centradas en el bienestar de las personas y en la sostenibilidad, es decir, en la posibilidad de que los recursos que utilizamos no mengüen los de las generaciones futuras.

Evidentemente, estos indicadores no son tan sencillos y categóricos como el PIB, sino que exigen un abanico de diferentes medidas.

También es preciso pasar de un enfoque puramente cuantitativo a otro en el que importa más la calidad. Esto es especialmente cierto en el caso de los servicios médicos, educativos, de comunicación, etc., pues en algunos países y sectores el aumento del output es más una cuestión de mejora de la calidad que de aumento de la cantidad.

En muchos casos, el valor de los servicios se mide de forma deficiente. Tradicionalmente, las medidas se basan en los inputs utilizados para producir los servicios (como el número de médicos) en vez del output real producido (tal como el número de tratamientos médicos realizados). Esto hace que si, por un aumento de productividad, se proporcionan más servicios con menos médicos, la medición subestime el crecimiento económico.

Atender a la renta familiar y al consumo

Por estos motivos, la Comisión hace una serie de recomendaciones, de las que recogemos algunas.

  • 1. Para evaluar el bienestar material, hay que atender a la renta y al consumo más que a la producción. El PIB mide principalmente el valor a precios de mercado de los bienes y servicios producidos. Pero el nivel de vida material de las personas está más directamente asociado con la renta nacional neta, los ingresos por hogar y el consumo. La producción, advierte el informe, puede aumentar mientras que la renta decrece, o viceversa, cuando se descuenta la depreciación, los flujos de renta hacia o desde el extranjero y las diferencias de precios entre los bienes producidos y los precios al consumo.
  • 2. Hacer énfasis en la perspectiva de los hogares. Los datos muestran que en un cierto número de países de la OCDE la renta por hogar no ha crecido lo mismo -sino, por lo general, menos- que la renta per cápita. La medida por hogar permite tener en cuenta factores como los impuestos pagados, los beneficios sociales recibidos del gobierno, los intereses pagados a los bancos por hipotecas…
  • 3. Considerar la renta y el consumo junto con la riqueza. La renta y el consumo son cruciales para medir el nivel de vida, pero solo pueden ser evaluados adecuadamente junto con la información sobre la riqueza. Un hogar que gasta su riqueza en bienes de consumo aumenta su bienestar actual, pero a expensas del bienestar futuro. Y las medidas de la riqueza son decisivas para medir la sostenibilidad. Lo que pasa a las generaciones futuras debe ser expresado en reservas de capital físico, natural, humano y social.

Fijarse en la distribución de la renta

  • 4. Hay que hacer mayor énfasis en la distribución de la renta, del consumo y de la riqueza. Los promedios de renta, de consumo o de riqueza son estadísticas valiosas, pero no bastan para reflejar el nivel de vida. Puede suceder, por ejemplo, que un aumento en la renta media se distribuya desigualmente entre distintos grupos, con la consecuencia de que unos queden peor que otros. Por eso, estos valores medios deben ir acompañados de indicadores que reflejen su distribución. Junto al valor medio, para muchas cosas es importante saber qué está pasando en la parte de arriba y en la de abajo (medida por las estadísticas de pobreza) de la distribución.
  • 5. Ampliar las medidas de renta de las actividades que no pasan por el mercado. Una limitación típica de la medición del PIB es que solo cuenta los servicios que se venden en el mercado. Por eso se ha dicho que si uno se casa con su cocinera, y deja de pagarle un sueldo, disminuye la renta nacional aunque el servicio siga prestándose igual. En la economía actual, muchos de los servicios que antes la gente recibía de otros miembros de la familia, ahora se compran en el mercado. Esto se traduce en un aumento de la renta y puede dar la falsa impresión de un cambio en los niveles de vida, cuando solo refleja un cambio en la provisión del servicio, antes no monetaria y ahora a precios de mercado.

    El informe constata que muchos servicios que las familias producen para sí mismas no son reconocidos en la Contabilidad Nacional, aunque son un importante aspecto de la actividad económica. En los países en desarrollo, la producción de bienes en el hogar desempeña un importante papel, que escapa a las mediciones. Por eso, la Comisión recomienda que se afinen las estadísticas para valorarlos.

    Hacer énfasis en las actividades no mercantiles obliga también a plantearse la cuestión del uso del tiempo. Consumir la misma cantidad de bienes y servicios, pero trabajando 1.500 horas anuales en vez de 2.000 implica un aumento en el nivel de vida de las personas.

Para medir las dimensiones del bienestar

  • 6. Mejorar la medida de los factores que afectan a la calidad de vida. La Comisión estima que las medidas convencionales de la renta no tienen en cuenta una serie de factores objetivos y subjetivos que afectan a la calidad de vida de las personas.Aunque una lista de estos factores depende inevitablemente de juicios de valor, la Comisión afirma que hay consenso en que la calidad de vida de las personas depende de la salud y de la educación, de las actividades cotidianas (incluidos el trabajo y la vivienda), de las posibilidades de participación política, de las conexiones sociales, del medio ambiente y de los factores que afectan a la seguridad personal y económica.
  • 7. Los indicadores de la calidad de vida deberían tener en cuenta las desigualdades. Las medidas de la calidad de vida deberían valorar las desigualdades entre personas, de género, entre sectores socioeconómicos y generaciones, así como las más recientes ligadas a la inmigración.

Medidas de la sostenibilidad

  • 8. La medida de la sostenibilidad requiere un conjunto de indicadores bien identificados, que interpreten las variaciones en el stock de recursos. La cuestión de la sostenibilidad y la del bienestar actual son complementarias, y deben ser examinadas por separado. Un solo indicador que aunara ambas cosas solo provocaría confusión. Sería como si, al conducir un coche, un indicador sumara la velocidad del vehículo y lo que queda de gasolina, lo cual no serviría para nada al conductor.

    Como mínimo, para medir la sostenibilidad hacen falta indicadores que nos informen de los cambios en las cantidades disponibles de los diferentes factores que importan para las generaciones futuras.

    El informe señala que hay dos modos de enfocar la sostenibilidad. Uno se fija en las variaciones de cada uno de los recursos separadamente, mostrando si el stock aumenta o disminuye, con particular atención a lo que hay que hacer para que no baje de un nivel crítico.

    El segundo enfoque atribuye un valor monetario a cada uno de los recursos, asumiendo implícitamente que los diferentes tipos de capital son sustituibles; por ejemplo, un decrecimiento en el capital natural puede ser compensado por un crecimiento suficiente de capital físico. Esto tiene la limitación de que en muchos casos no hay un mercado en que pueda basarse la valoración de un recurso.

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