Para fortalecer la familia, superar el individualismo

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Para fortalecer la familia, superar el individualismo

Imagen de Victoria_Regen en Pixabay

Todo el mundo dice estar a favor de la familia. Sin embargo, en las democracias occidentales la familia ocupa una posición precaria. Cada vez más, el Derecho ya no ve en los ciudadanos miembros de una familia, sino sólo individuos. En consecuencia, los lazos que pueden dar cohesión a la familia se han aflojado. Pero, desde hace más de una década, algunos profesores de talla internacional han comenzado a responder a la crítica ideológica que ha sufrido la familia en nombre del individualismo filosófico. Presentamos un breve perfil de tres pensadores que están luchando por la familia desde sus cátedras y desde la opinión pública.

En los años 70, estos profesores comenzaron a dar la voz de alarma frente a las corrientes contrarias a la familia. Amitai Etzioni lo hizo desde la perspectiva sociológica, Mary Ann Glendon desde el derecho comparado y Rocco Buttiglione desde la filosofía. De un modo u otro, advierten un grave obstáculo que hay que superar: el individualismo que subyace al discurso moral actual.

Etzioni: la familia desde la sociología

Amitai Etzioni (1929)*, de origen judío, nació en Colonia (Alemania) y emigró joven a Jerusalén, donde se formó en la Universidad Hebrea. Reside en Estados Unidos desde 1957. Está casado y es padre de cinco hijos. Ha sido profesor de sociología en la Columbia University (1958-1980) y actualmente enseña en la George Washington University. Fue presidente de la American Sociological Society.

Etzioni se especializó en el análisis comparativo de organizaciones complejas, llegando a crear una nueva disciplina llamada «socioeconomía» (1). Pero sus intereses nunca fueron meramente técnicos, gracias a que –según él mismo afirma– tuvo al filósofo judío Martin Buber (1878-1965) como su «primer maestro en sociología». La «filosofía del encuentro» de Buber y su afinidad con el amor-ágape cristiano han influido decisivamente en el pensamiento de Etzioni, empujándole además a pasar de la teoría a la práctica. Por eso, en 1991 fundó la Communitarian Network, una plataforma de opinión abierta a cualquiera que suscriba los ideales que se detallan en el «Manifiesto comunitarista».

El comunitarismo ha tenido éxito, principalmente, entre intelectuales norteamericanos. Intenta poner de relieve la insuficiencia tanto del individualismo como de las formaciones económicas y políticas a que da lugar: el mercado y el Estado moderno (2). No defiende un programa político propio, sino que trata de introducir una nueva perspectiva en los debates políticos y en las instituciones ya existentes. Sus propuestas no son ni de derechas ni de izquierdas: varían según el marco de referencia. En China, por ejemplo, el comunitarismo reclama más «derechos» individuales; en América, que es donde se ha desarrollado, pone el énfasis en las «responsabilidades» individuales y sociales.

La idea básica, que Etzioni ha repetido recientemente en The New Golden Rule, es que todo individuo es –y debe ser– miembro de diversas comunidades (familia, vecindario, asociaciones cívicas o profesionales, iglesia, etc.), pues la libertad individual no se puede sostener al margen de la comunidad. Para que la exclusiva persecución de intereses privados no erosione el ambiente social, el individuo debe compartir, y en ocasiones someter, sus intereses privados a los intereses de las comunidades a las que pertenece. La «nueva regla de oro» dice: «Respeta el orden moral de la sociedad si quieres que la sociedad respete tu autonomía».

Del vecindario al mundo

Según Etzioni, el excesivo énfasis en lo privado ha conducido a la proliferación de «declaraciones de derechos». Por eso, la Communitarian Network ha realizado una «declaración de derechos y deberes», tratando de introducir una perspectiva que tenga más en cuenta la dimensión social de la naturaleza humana, la responsabilidad de los ciudadanos y los previsibles efectos de las decisiones en las familias.

Para promover un giro de la sensibilidad política, el comunitarismo apela a las «voces morales» que han vertebrado tradicionalmente la sociedad norteamericana: aquellas comunidades de ayuda mutua que actúan por persuasión, no por coerción, y que apelan al «buen ángel que hay en toda persona» (Lincoln). Etzioni considera que el primer paso es la revitalización de dos instituciones fundamentales: la familia y la educación.

Respecto de la familia, el «Manifiesto comunitarista» subraya la responsabilidad de proporcionar a los hijos educación moral y formación del carácter; responsabilidad que compete a los padres y no puede ser delegada. Después, el Manifiesto desciende de los principios a la práctica, y subraya que ese deber queda, a menudo, incumplido porque los padres «están agotados por un trabajo competitivo, demasiado centrados en el consumo y en actividades de placer, u obsesionados por la promoción personal». Por eso, el Manifiesto reclama que la política laboral se organice «en torno a las necesidades familiares». Y esto implica «un cambio de mentalidad tanto en los padres como en las empresas».

El Manifiesto propone también reformar las leyes del divorcio para que tengan en cuenta no sólo los derechos de los cónyuges, sino en especial los de los hijos y la sociedad.

La declaración está firmada por varios centenares de profesores universitarios de muy diversas procedencias, entre ellos el politólogo Francis Fukuyama, el filósofo Robert D. Putnam y la jurista Mary Ann Glendon. Todos ellos sostienen que, «aunque pueda parecer utópico, nuestra esperanza en una comunidad universal descansa en la vitalidad de pequeñas comunidades extendidas a lo ancho y largo del mundo. Sólo así se podrá luchar contra las principales amenazas de hoy: la guerra, la violación de los derechos humanos, la degradación ambiental, y la explotación física o espiritual de los menores».

Glendon: la familia en el Derecho

Mary Ann Glendon (1938) pertenece a la corriente comunitarista y ha colaborado frecuentemente con Etzioni. Comenzó trabajando como abogada, pero pronto se dedicó a la investigación en Boston College (1968-86), y actualmente es profesora de Derecho comparado en Harvard. Presidió la delegación del Vaticano en la pasada Conferencia Internacional sobre la Mujer (Pekín, 1995). Es la editora de la International Encyclopaedia of Comparative Law (vol. IV), y según la revista Law Books in Review, se trata de la mejor especialista actual en Derecho de familia comparado.

En su libro The Transformation of Family Law (1989), Glendon señala que en la década de 1960, la legislación occidental sobre la familia arrojó por la borda normas legales (sobre el matrimonio, el divorcio, las relaciones entre padres e hijos, etc.) que habían durado siglos. Al mismo tiempo, aumentó radicalmente la intervención del Estado en la vida de la familia a través de regulaciones fiscales, educativas, laborales y de asistencia social.

Mary Ann Glendon ya había denunciado esta doble tendencia en un estudio de 1977. Desde entonces, y durante más de una década, se dedicó a documentar los cambios legales producidos en Inglaterra, Francia, Alemania, Suecia y Estados Unidos. Llegó a la misma conclusión que Etzioni: el Derecho ya no ve en los ciudadanos «miembros» de una familia, sino sólo «individuos»; los lazos de filiación y fraternidad han perdido relevancia jurídica; se ha trivializado tanto la formación como la disolución del matrimonio, mientras que, por el contrario, ha crecido el interés por la dimensión económica de la cohabitación.

En su primer gran libro, Abortion and Divorce in Western Law (1987), Glendon afirma que si consideramos la ley como un «sistema de la cultura» (Clifford Geertz), como una forma en que la sociedad se interpreta y se representa a sí misma, entonces, se puede concluir que «nuestra sociedad camina hacia la atomización y el nihilismo». Este libro mereció el premio Scribes Book, pero también amargas críticas desde ambientes liberales y feministas.

El lenguaje de los derechos

En Rights Talk (1995), la profesora de Harvard ha estudiado la evolución del lenguaje político sobre los derechos, demostrando que el léxico de los civil rights ha conservado la devoción nacional por el individualismo y la libertad, pero ha perdido la tradición, igualmente norteamericana, de la hospitalidad y el cuidado de las pequeñas comunidades. La consecuencia de esta pérdida, según Glendon, ha sido un gran empobrecimiento del debate público.

A partir de entonces se utilizaron las leyes sobre la familia como banco de pruebas para ensayar nuevas relaciones entre sexos y entre generaciones. En algunos países estos ensayos han ido precedidos de largos y detallados estudios; en otros, se han adoptado las reformas con escasa deliberación. Al final, en pocos años, se ha producido una homogeneización legislativa que nivela a países culturalmente muy distintos entre sí. En la actualidad, la experiencia de una mayor fractura familiar, el incremento de la soledad, una creciente inadaptación de la juventud, etc., hacen pensar que la antropología ilustrada no es la ideal para articular una teoría del Derecho.

Glendon considera que es el momento de poner en marcha fuerzas centrípetas, capaces de cohesionar la sociedad. Entender la persona no sólo como existencia aislada, sino como un «existir con», puede ser la base filosófica sobre la que elaborar un nuevo Derecho.

Buttiglione: la familia desde la filosofía

Este anclaje del Derecho y de la sociología en una filosofía de la persona y de la familia es algo que también persigue desde hace más de una década el italiano Rocco Buttiglione (1948), discípulo del gran filósofo católico Augusto del Noce (1909-1989).

Buttiglione es profesor de Filosofía Política en la Universidad de Téramo, y Prorrector de la Academia Internacional de Filosofía de Liechtenstein. Ha sido nombrado consultor de varias academias pontificias. Además, en los últimos años ha dado un salto a la política, y ha sido elegido secretario de Cristianos Democráticos Unidos (1995) y diputado en el Parlamento italiano.

Buttiglione es especialista en historia del pensamiento moderno y en doctrina social de la Iglesia. Su «filosofía de la familia» está muy influida por las obras de dos pensadores polacos: Stanislaw Grygiel y Karol Wojtyla.

En su libro El pensamiento de Karol Wojtyla (1982), Buttiglione sostiene que Persona y Acción (1969), de Karol Wojtyla, refleja la metodología y perspectiva característica del Vaticano II (1962-65). Esta obra funde tomismo y fenomenología: un tomismo «existencialista» (Gilson, Fabro, De Finance) y una fenomenología moderna (Husserl, Scheler). Esto confiere a Karol Wojtyla un estilo de reflexión esencialmente antropológico, dinámico, y más centrado en la conciencia de «la persona que actúa» que en la ontología abstracta.

Libertad en la donación

En Amor y responsabilidad, de Karol Wojtyla, se da una paradójica identidad entre libertad y pertenencia, ya que se afirma que la máxima realización posible de la libertad consiste en pertenecer a otro por amor. Este pensamiento viene claramente expuesto en el libro de Buttiglione L’uomo e la famiglia, recientemente traducido al castellano (3). Los valores que dan consistencia a nuestra vida han sido todos recibidos en el único entorno que es apto para mostrarnos lo que somos: la familia. Primero como hijos, luego como esposos, siempre miembros de una familia, los individuos alcanzan su conciencia de persona.

En el mismo estudio, Buttiglione realiza un análisis del origen de la «muerte de la familia» declarada por la modernidad. La mentalidad ilustrada considera que la familia es una superestructura creada por la cultura patriarcal y revalidada religiosamente por el cristianismo; para el funcionalismo, la familia se reduce, en última instancia, a un subproducto del tabú del incesto; según el freudismo, la familia es fuente de conflictos psicológicos; etc. El pensamiento moderno ha afirmado que la familia está superada. La filosofía de la persona (tenga o no origen cristiano) viene a decir lo contrario.

La voz de Buttiglione se une a muchas otras para poner de relieve que no todos los núcleos que hoy llamamos familiares consiguen proporcionar al individuo la vivencia de «ser persona». Y una sociedad verdaderamente humana sólo se puede construir desde la noción de persona y el respeto de su dignidad.

 

* Amitai Etzioni falleció en Washington el 31-05-2023 (N. de la R., 7-06-2023)

(1) Cfr. José Pérez Adán, Socioeconomía. Trotta. Madrid (1997). 120 págs. 1.500 ptas. Obra reseñada en el servicio 82/97.

(2) Ver servicio 39/95: Comunitarismo: un pensamiento político posmoderno.

(3) Rocco Buttiglione, La persona y la familia. Palabra. Madrid (1999). 280 págs. 2.100 ptas. T.o.: L’uomo e la famiglia, Dino Editore, 1991.

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