Cuando el consumo de un producto es adictivo, está al alcance de cualquiera y a menudo es gratuito, no es extraño que se “normalice”. Pero eso no quiere decir que sea inocuo. En la era de Internet, la pornografía ha invadido no solo los ordenadores sino también las mentes de muchos. Lo cual está teniendo unos costes en términos de salud mental, tensiones en las parejas y depreciación de la sexualidad.
El Whitherspoon Institute, conjuntamente con el Institute for the Psychological Sciences y el Social Trends Institute, empezó a organizar hace años un ciclo de conferencias sobre los efectos de la pornografía. En él han intervenido expertos de diferentes sectores: psicólogos, psiquiatras, sociólogos, ...
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