La preparación al matrimonio, una prioridad pastoral para la Iglesia

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La adecuada preparación al matrimonio constituye una prioridad pastoral para la Iglesia, según confirma el último documento publicado por el Pontificio Consejo para la Familia. El texto, que lleva por título «Preparación al sacramento del matrimonio», se presenta como una guía para las personas que se ocupan de modo más directo de la formación de los novios, y como orientación para los directorios que sobre esta materia elaboren las conferencias episcopales.

Una de las novedades del documento, editado en forma de folleto de 45 páginas y fechado el pasado 13 de mayo, es que pone el acento en la «preparación remota» al matrimonio, que se sitúa muchos años antes de que éste se celebre. Y es que la estima por los valores auténticamente humanos y cristianos, la formación del carácter y el respeto por las personas del otro sexo son aspectos esenciales que se deben asimilar durante la infancia y adolescencia en el seno de la familia, de la escuela y de los otros ambientes que ayudan a la formación.

La «preparación próxima», que es la segunda etapa del itinerario de preparación, está dirigida a los novios. El texto subraya que es preciso reconocer la categoría humana del noviazgo y rescatarla de todo enfoque que lo pueda trivializar. En este sentido, «se deberá instruir a los novios en las exigencias que la relación interpersonal hombre-mujer tienen en el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia». Concretamente, «la conciencia de la libertad de consentimiento como fundamento de su unión; la unidad e indisolubilidad del matrimonio; la recta concepción de la paternidad-maternidad responsable; los aspectos humanos de la sexualidad conyugal; el acto conyugal con sus exigencias y finalidad; la recta educación de los hijos».

La «preparación inmediata», por último, se presenta como una síntesis de los itinerarios precedentes, y se articula habitualmente en cursos más intensivos, que no pueden convertirse en mera formalidad. Al contrario, «su utilidad pastoral y la experiencia positiva» lleva a que «se dispense de ellos sólo por causas proporcionalmente graves». La última parte del documento está dedicada específicamente al rito matrimonial. Entre otros puntos, se recomienda un estilo sobrio y noble en las celebraciones, sin concesiones al derroche.

El documento responde, en definitiva, a la necesidad de hacer frente a una exigencia que en el pasado no se sentía especialmente, pero que en los últimos años se presenta como una pregunta inquietante: «¿Quien contrae matrimonio está realmente preparado para ello?».

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