La ONU advierte el creciente peligro de las drogas sintéticas

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Viena. El pasado 28 de febrero, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, organismo de la ONU, presentó en Viena el informe anual (1995) sobre la lucha contra el consumo y la producción de drogas en el mundo. En este último informe la Junta alerta del peligro que supone el crecimiento espectacular de la producción y consumo de las llamadas drogas de diseño o sintéticas, como el éxtasis o el LSD, que en muchos países han llegado a doblar el consumo de drogas tradicionales, como la cocaína y la heroína.

La Junta considera que el mejor medio para combatir el avance de estas drogas es evitar que las materias químicas que se requieren para su fabricación se desvíen hacia la producción clandestina. Holanda y algunos países de la antigua Unión Soviética son los principales centros de producción de estas drogas derivadas de la anfetamina. En Suecia y Reino Unido el consumo de anfetaminas y derivados supera al de cocaína y heroína juntas, y en Italia, Francia y España sigue aumentando. En el primer trimestre del año pasado, se incautaron en España de 200.000 unidades de «éxtasis» y otras anfetaminas alucinógenas, como el LSD.

La Junta critica muy duramente al gobierno holandés, que permite el cultivo de cierto tipo de cannabis y el consumo de algunas drogas en los coffeeshops. Incluso califica de falsa la política estatal de «separación de mercados» que da libre mercado a ciertas drogas que sirven «para entrar y acostumbrarse al consumo de drogas más duras».

Junto a la crítica a Holanda está la alabanza a Suiza, por cerrar el año pasado en Zurich un centro de libre consumo y venta de drogas: «La Junta ve con agrado que el gobierno de Suiza ha reconocido que, como resultado de esa política, el problema de la droga ha llegado a niveles incontrolables». A su vez manifiesta preocupación por los «experimentos» de dar heroína en cantidades pequeñas a los toxicómanos, y aplaude el aumento de plazas en los hospitales y la investigación de otras terapias.

Se destaca también el peligro de la extensión repentina del consumo y producción de drogas en muchos países de la antigua Europa del Este: «Los problemas de las drogas en Europa oriental están directamente vinculados al aumento general de la delincuencia en los países ex comunistas, que se enfrentan a graves problemas económicos y sociales».

Estos países son con frecuencia rutas de tránsito de estupefacientes. Incluso se concreta que en los estados miembros de la CEI «se han puesto de manifiesto limitaciones en la capacidad de control de los servicios de represión, lentitud en la administración de justicia, corrupción y fragilidad de las instituciones democráticas».

Para combatir el comercio de drogas se hace especial hincapié en luchar contra el blanqueo de dinero. A este respecto, la Junta considera positivos los frutos de la Convención adoptada por las Naciones Unidas en 1988, y pide una mayor cooperación de los bancos y más libertad policial para investigar las cuentas corrientes de sospechosos.

El representante de la Junta, el alemán Oskar Schröder, llegó a solicitar en la rueda de prensa y en el informe que sea la persona sospechosa la que deba demostrar «el origen lícito del supuesto producto u otros bienes sujetos a decomiso, aunque ello implique la adopción de enmiendas en la legislación y/o Constitución», en lugar de ser la policía quien tenga que probar que lo hizo comerciado con drogas.

José María López-Barajas

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