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La cultura influye en el sentido de la justicia

publicado
DURACIÓN LECTURA: 5min.

¿Es universal el sentido de la justicia? ¿Está condicionado por la cultura? Un estudio publicado en Nature trata de responder a estas preguntas mediante un experimento en el que niños de distintos países tenían que escoger entre opciones “justas” e “injustas”. Rechazar el beneficio propio para adoptar una solución equitativa resultó más frecuente entre los niños influidos por la cultura occidental.

“El sentido de la justicia tiene un función crucial en la cooperación entre seres humanos”. Y en este ámbito, la cultura parece un factor clave, pues “configura la adquisición de un comportamiento justo durante la infancia”, sostiene el estudio coordinado por Peter Blake y Katherine McAuliffe, de las universidades de Boston y Yale, respectivamente. Pero, ¿es posible medir esta relación entre cultura y justicia? Tal vez no del todo, pero sí es posible una aproximación, según los autores.

El “test” de la justicia

Los resultados indican que incluso los niños pequeños son capaces de un razonamiento moral complejo

Hasta la fecha encontramos numerosos estudios sobre el tema hechos con niños de sociedades occidentales. “Esto es problemático, porque ignora la potencial e importante variación cultural en el desarrollo del sentido de la justicia”, explica el artículo de Nature. Esta vez, la muestra son 866 parejas de niños de 4 a 15 años de siete países –Estados Unidos, Canadá, México, Perú, India, Senegal y Uganda–, cuyo “sentido de la justicia” fue puesto a prueba con un sencillo experimento.

Un niño se sienta a una mesa frente a su compañero. Sobre la mesa hay un aparato controlado por uno de ellos mediante dos palancas. El niño con el control ha aceptar o rechazar 16 ofertas, que pueden ser ventajosas para él y desventajosas para su compañero, o viceversa.

“Un factor clave del sentido humano de justicia es el rechazo de la desigualdad –sostiene el artículo–, definido como la disposición para sacrificar una recompensa material a favor de una mayor equidad”. Así, el estudio se centra principalmente en las decisiones de rechazo, que se dividen en “rechazo de una desigualdad desventajosa” (RDD) y “rechazo de una desigualdad ventajosa” (RDV). Los autores dicen ser los primeros en hacer un estudio sobre el “rechazo de la desigualdad” entre niños de diferentes culturas.

En general, el segundo tipo de opción (RDV) es menos frecuente. “Aunque en los adultos encontramos estas dos formas de rechazo, son más proclives al rechazo de una desigualdad desventajosa para ellos que de una ventajosa”. ¿Y los niños? La hipótesis de Blake y McAuliffe era que “los niños pertenecientes a sociedades occidentales tenderían más al RDV que los niños de otras sociedades”.

Más allá del propio interés

Como era previsible, el RDD se da en todas las sociedades representadas en la muestra, mientras que el RDV solamente comparece significativamente en tres de ellas: Estados Unidos, Canadá y Uganda. Además, se manifiesta a partir de la preadolescencia: los niños pequeños no suelen rehusar una ventaja para sí, aunque eso no sea equitativo.

Los autores del estudio consideran el RDD como un “sentido poco desarrollado de la justicia (…). Podría representar una primera aplicación de las normas de la justicia, centrada en la desigualdad que perjudica a uno mismo”. De este modo, el paso de RDD a RDV señalaría “un cambio de la preocupación por los propios intereses a la preocupación por un bien mayor”.

“Un factor clave del sentido humano de justicia es el rechazo de la desigualdad”, explica el estudio de Blake y McAuliffe

En junio pasado, la revista Current Biology publicó los resultados de un experimento similar con 168 niños de 3 a 5 años. Se trataba de estudiar si los niños son capaces de aplicar la justicia cuando el perjuicio no lo sufren ellos, sino alguien ajeno. En el fondo subyace la misma premisa que en el otro estudio: la posible apertura del niño al altruismo. “Los resultados indican que incluso los niños pequeños son capaces de un razonamiento moral complejo”, explicaba Warren Cornwall, periodista científico. Lo que no aclaraba era si ese sentido de la justicia era universal o condicionado por la cultura, ya que todos los niños del experimento eran alemanes. El de Blake y McAuliffe vendría a cubrir esta laguna. “Cada vez son más los que plantean estos experimentos de modo intercultural”, sostiene McAuliffe.

“La comparación entre RDD y RDV entre las distintas sociedades ofrece una aproximación al papel de la cultura en la génesis del sentido de justicia”, sostiene el estudio de Nature, y añade que este papel es más importante en el surgimiento del RDV, solo existente en niños de tres de las sociedades estudiadas, dos de ellas occidentales. En el caso de Uganda, el estudio explica que la educación de los chicos habían recibido influencia occidental en la escuela. Pero, según interpretan los autores del estudio, los factores culturales de Occidente que habrían generado el RDV no son principios altruistas, sino la mayor diversidad cultural, por una parte, y por otra, los ideales de autonomía e independencia, que llevarían a procurar tener buena reputación.

Justicia es más que equidad

La investigación tiene algunas limitaciones. Por un lado, extrapolar las decisiones de 866 parejas de niños no deja de ser arriesgado, aunque se trata de una aproximación de gran interés. Como explica Peter Blake, el equipo de investigación quiere contrastar los datos empíricos con entrevistas a los niños y sus padres que ayuden a esclarecer el peso de la cultura.

Por otra parte, calibrar el sentido de justicia de los niños (“fairness” o imparcialidad, en el original) mediante un sencillo mecanismo de decisiones binarias se presta a reducir la “justicia” a la “equidad”. Tal idea, más bien rawlsiana, parece rebajar el razonamiento práctico a un simple cálculo.

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