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La conferencia de religiosas de EE.UU. seguirá intervenida

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El Papa Francisco ha confirmado la valoración doctrinal hecha por la Santa Sede sobre la principal conferencia de religiosas y la consiguiente intervención de la entidad. Así lo dijo el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), Mons. Gerhard Ludwig Müller, según el comunicado hecho público al término de una reunión con las directivas de la Leadership Conference of Women Religious (LCWR). Por su parte, la LCWR dice en una declaración que “la conversación fue abierta y sincera” y que “rezamos para que estas conversaciones den fruto en bien de la Iglesia”.

Hace un año, la CDF publicó una valoración doctrinal de la LCWR y decidió revisar los estatutos y programas de la organización (ver artículo relacionado). Para dirigir el proceso nombró un delegado, Mons. Peter Sartain, arzobispo de Seattle, con un mandato de cinco años.

La iniciativa obedece a las graves diferencias con la doctrina católica en los documentos oficiales y las asambleas de la LCWR. La decisión de elaborar la valoración doctrinal fue comunicada a la LCWR en 2009 por el anterior prefecto, Card. William Joseph Levada. En su carta, el cardenal se refería a cuestiones planteadas a la LCWR en 2001 y que seguían sin resolver. En aquella ocasión, la CDF pidió a la LCWR que explicara cómo iba a favorecer la recepción entre las religiosas de algunas declaraciones del magisterio de la Iglesia, en particular la carta apostólica de Juan Pablo II Ordinatio sacerdotalis, la declaración Dominus Iesus de la CDF y las enseñanzas sobre la homosexualidad. A la vista de las opiniones vertidas públicamente en las asambleas de la LCWR celebradas después, la situación no había cambiado.

En su última asamblea anual (agosto de 2012), la LCWR expresó su “profunda decepción con el informe de la CDF”. Dijo que abriría un diálogo con la CDF y que esperaba poder retener su estatuto de representante oficial –aunque no único– de las religiosas estadounidenses. Pero no se refirió a ninguna cuestión doctrinal examinada en la valoración.

El disenso de la LCWR es ya antiguo. Una de sus personalidades más conocidas, oradora frecuente en las actividades de la organización, sor Sandra Schneiders, lo describió así en un texto publicado en 1987: “El conflicto subyacente entre, por una parte, el funcionariado vaticano, con su pretensión de dictar los parámetros y controlar la práctica de la vida religiosa, y, por otra, las religiosas, con su reclamación de autodeterminación y responsabilidad adulta, no es solo un choque entre patriarcas medievales y demócratas modernas, sino, en el fondo, un choque entre dos eclesiologías incompatibles” (“Self-Determination and Self-Direction in Religious Communities”, en M. Kolbenschlag [ed.], Women in the Church, Pastoral Press, 1987, p. 166; cit. por G. Weigel, Evangelical Catholicism, p. 180).

Otras comunidades de Estados Unidos disconformes con la deriva de la LCWR fundaron su propia conferencia en 1992: el Council of Major Superiors of Women Religious, aprobado por la Santa Sede en 1995. Representa en torno a la quinta parte de las religiosas del país.

Con independencia de las medidas tomadas por la CDF con la LCWR, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada ordenó en 2008 una visita apostólica a las comunidades religiosas sin clausura de Estados Unidos. Nombró para dirigirla a la M. Clare Millea, superiora general de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús. La visita terminó a finales de 2010, y en junio pasado la M. Millea entregó su informe a la Congregación.

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