La América precolombina no era un paraíso ecológico

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Tres investigadores británicos han descubierto que los métodos de cultivo empleados en el México precolombino causaron más erosión y degradación del suelo que los introducidos por los españoles. El hallazgo desacredita una idea difundida en los últimos años, según la cual los pueblos americanos prehispánicos vivían en perfecta armonía con la naturaleza.

El estudio, publicado en Nature, es obra de Sarah L. O’Hara, F. Alayne Street-Perrott y Timothy P. Burt, quienes examinaron mediante adelantadas técnicas estratigráficas el suelo alrededor del lago Pátzcuaro, en el centro de México, zona poblada antes y después de la conquista española. De este modo, han podido distinguir varios periodos según los grados de erosión. Después de un tiempo muy antiguo en que el suelo apenas resultó afectado, hubo otro, coincidente con los asentamientos de la época preclásica y principios de la clásica (hacia el siglo VII a.C.), en que la erosión fue considerablemente mayor. En el siglo XIII de nuestra era, con poblamientos más importantes que dieron lugar a un cultivo intenso de la tierra, empieza un periodo de gran erosión, muy destructivo para el suelo. La degradación disminuye bruscamente en el siglo XVI, cuando se introdujeron los métodos de cultivo -en particular, el uso del arado- y el ganado importados de Europa. Los registros edafológicos no revelan después ningún aumento de la degradación ambiental, ni siquiera a partir del siglo XVIII, cuando la población -tanto indígena como hispánica- de la zona experimentó un rápido aumento.

Estos datos ponen en tela de juicio la suposición, muy extendida últimamente en los medios ecologistas, de que la agricultura prehispánica era benigna para el medio ambiente y, por el contrario, las técnicas de cultivo implantadas por los españoles resultaron muy destructivas. Según dice Nature en la presentación del artículo, el estudio de los investigadores británicos «rompe el mito que pinta la América precolombina como un Edén». En particular, constituye una seria objeción a la tendencia que aboga por la vuelta a la agricultura tradicional, por considerarla más respetuosa con el medio ambiente. Contra esto, el estudio prueba que, cuando aumentó la población, los pueblos prehispánicos, sin los métodos europeos, tuvieron que cultivar la tierra de un modo intenso y perjudicial para el suelo. La introducción de las técnicas agrícolas y los ganados europeos enriqueció su dieta y redujo el riesgo de hambrunas, les proveyó de fertilizantes y permitió un aprovechamiento mejor y más ecológico de los recursos naturales.

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