Irlanda: el caso instrumentalizado para promover el aborto se desinfla

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La comisión encargada de investigar las circunstancias en que falleció Savita Halappanavar en un hospital irlandés ha concluido que su muerte se debió a una septicemia agravada por un “accidente médico”. El caso de esta joven, que fue utilizado por los pro-choice para exigir la liberalización del aborto, muestra cómo la agitación mediática puede desvirtuar los hechos en un debate.

Halappanavar, una dentista india de 31 años, estaba embarazada de 17 semanas cuando acudió el domingo 21 de octubre de 2012 al Hospital Universitario de Galway. Al saber que el feto no iba a sobrevivir, la mujer pidió que le realizaran un aborto. Pero los médicos se negaron pues no apreciaron “grave y sustancial peligro” para la vida de la madre, único caso en que la legislación irlandesa permite el aborto.

El miércoles 23, el bebé murió de forma natural y los médicos procedieron a un parto forzado. Es entonces cuando la salud de la madre empieza a empeorar gravemente: es ingresada con dolores muy agudos en la unidad de cuidados intensivos, donde muere el domingo 28 por septicemia y por E.coli ESBL.

Muchos medios dieron por sentado en las crónicas de esos días que la mujer había muerto porque los médicos se habían negado a practicarle un aborto. Y que lo habían hecho por sus convicciones católicas (cfr. Aceprensa, 19-11-2012). Los pro-choice aprovecharon el ruido mediático para impulsar su causa denunciando que en la normativa actual existe un vacío respecto a estas situaciones.

Pero no es cierto que exista un vacío. La ley irlandesa autoriza las intervenciones médicas necesarias para salvar la vida de una mujer embarazada cuando corre peligro, aunque puedan causar, indirectamente, la muerte del niño no nacido.

En el caso de Halappanavar, el peligro para la madre apareció fruto de la septicemia. Es a partir de ese momento cuando se producen “deficiencias o fallos sistémicos” en el cuidado médico a la mujer, según denuncia el veredicto unánime de los once miembros de la comisión. Ciaran MacLoughlin, el juez que ha instruido la investigación, entiende que la muerte no estuvo provocada directamente por el accidente médico, excluyendo así la responsabilidad por negligencia.

El informe de la comisión recoge nueve recomendaciones para evitar que semejantes accidentes médicos vuelvan a repetirse. Ocho de ellas van orientadas a mejorar el tratamiento de los pacientes ante una septicemia. La otra –originada quizá por la polémica en torno al aborto– solicita al Consejo Médico que concrete cuándo puede intervenir un médico para salvar la vida de la madre en situaciones similares.

Irlanda tiene una de las tasas de mortalidad materna más bajas del mundo (6 muertes por 100.000 niños nacidos vivos), por debajo de otros países donde el aborto es a petición: Estados Unidos (21), Nueva Zelanda (15) o Inglaterra (12).

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