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Francia: vivir en pareja es más económico que la soltería

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El Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos francés (Insee) ha puesto de manifiesto la considerable ventaja económica de la vida en pareja frente a la soltería. Supuesto el mismo nivel de vida de partida, al formarse una pareja (sin hijos) los cónyuges no necesitan sumar dos ingresos de solteros para mantener ese nivel económico; basta que sumen uno y medio. A partir de ahí aumenta la capacidad económica en conjunto. La principal fuente de los ahorros proviene de compartir la vivienda.

Dejar la soltería resulta máximamente rentable cuando los cónyuges tienen ingresos idénticos: el nivel económico aumenta en total un 30%. Mientras la diferencia de salarios de los cónyuges no exceda el 50%, sigue habiendo mejora conjunta en la vida en pareja. Pero cuando uno de los dos no tiene ingresos, el otro ve bajar su capacidad económica en un 30%. En cuanto a la fuente del ahorro, la principal es compartir la casa: supuesto un mismo nivel de vida, una pareja gasta sólo 1,3 veces lo que un soltero en el alquiler o compra y la calefacción de la vivienda. De este modo tienen acceso a apartamentos más amplios (y más adecuados para la pareja) con un esfuerzo financiero menor.

Otros gastos -ropa, ocio o sanidad- apenas se comparten y no permiten hacer economías. En cambio, en un punto intermedio están los gastos de alimentación, transporte, comunicaciones y menaje, que también implican un ahorro comparativo favorable a las parejas. Éstas gastan en tales capítulos sólo entre 1,5 y 1,6 veces lo que una persona soltera del mismo nivel de vida.

En cambio, las ventajas materiales que se ganan con la vida en común desaparecen con el divorcio, que en la mayoría de los casos supone un descenso del nivel de vida, al menos para uno de los cónyuges.

Aunque en Francia la unión bajo el mismo techo aumenta la fuerza económica, un 16% de las nuevas parejas empiezan su unión manteniendo la separación de domicilios, según el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (Ined). No obstante, señala el mismo informe, «la doble residencia es una situación de tránsito» y «dos de cada tres veces no es voluntario» (sino por terminar unos estudios, por no haber encontrado trabajo en la misma ciudad, etc.).

Actualmente se hallan así el 1% de las parejas casadas y el 8% de las parejas de hecho. Los porcentajes apenas han variado en los últimos diez años, lo que confirma que es una situación marginal y pasajera.

Un nuevo balance demográfico del Insee, sobre el año 1997, destaca que la vida matrimonial sigue siendo el modelo predominante. Parece que la caída del número de matrimonios que se arrastra desde 1972 ha tocado fondo, pues en 1997, por segundo año consecutivo, ha aumentado (+1,4%) el número de matrimonios celebrados (284.500), si bien el aumento fue mucho mayor en 1996 (+10%). Por otra parte, continúa la tendencia a retrasar la edad de casarse: en 1996, más de una mujer de cada cuatro no se había casado aún a la edad de 35 años, proporción que duplica a la de 1986; y la media de edad en la primera maternidad es de 29 años.

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