A partir de este curso, 113.000 alumnos franceses de 776 escuelas primarias probarán, por iniciativa del Ministerio de Juventud y Deportes, un reparto del tiempo escolar que se ha ensayado con menos radicalidad en otras escuelas del país. La nueva jornada reserva las mañanas (aproximadamente de 8.15 a 12.15) a asignaturas consideradas como principales, mientras que la tarde se dedica al deporte y a otras actividades culturales, entre ellas la música.
Un comité de evaluación publicará en primavera un informe sobre este experimento. En función de los resultados, la remodelación del tiempo escolar podría llegar a otras escuelas primarias.
El ministro de Juventud y Deportes, Guy Drut, ha dicho que el principal objetivo de la reorganización es respetar mejor el ritmo biológico del niño (más capaz de estar atento por las mañanas y de tres a cinco de la tarde) para combatir el fracaso escolar. También se pretende desarrollar la curiosidad e interés cultural de los niños, así como su capacidad de adaptación a nuevas situaciones. De modo colateral, el ministro estima que se crearán 2.000 nuevos empleos.
Algunos temen que la división del tiempo produzca una jerarquía de asignaturas que desprestigie ante los alumnos las de la tarde, en las que pondrían menos esfuerzo. También hay profesores que se oponen a los cambios porque dejan demasiado tiempo de iniciativa personal a los alumnos que, por lo general, se cansan demasiado pronto de todo.
El cambio de horario completa otro que se inició en 1991, la semana escolar de cuatro días (sin clase los miércoles), que ya funciona en unas 13.000 de las 60.000 escuelas. La semana de cuatro días está más aceptada en la enseñanza privada (33,5%) que en la pública (17,1%).
Para no reducir demasiado el calendario escolar, las escuelas tienen previsto recuperar doce días de clase suprimiendo algunos días de vacaciones, especialmente de las veraniegas. Según el Ministerio de Educación, los resultados académicos de los alumnos no han variado significativamente con la semana reducida.