Expertos opinan que bajos niveles de radiación son inofensivos

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Los efectos nocivos que siempre se han atribuido a la radiación atómica podrían haber sido exagerados, según nuevos estudios. En Japón, las estadísticas ofrecen sorpresas: las personas que, en los ataques nucleares contra Hiroshima y Nagasaki en 1945, estuvieron expuestas a dosis limitadas de radiación, viven más que las que no recibieron ninguna radiación. Por supuesto, las que estuvieron más cerca de la zona de máxima radiación han muerto en número muy alto, como cabía esperar, víctimas del cáncer.

En Estados Unidos, según estudios epidemiológicos de la Universidad John Hopkins, de las decenas de miles de trabajadores de los astilleros navales que estuvieron expuestos a la radiación en los años 60 y 70, ninguno ha enfermado por esta causa. Es más, estos trabajadores tienen menor índice de cáncer que las demás personas. Por otra parte, dos análisis recientes muestran que entre los miles de soldados que tomaron parte en las pruebas nucleares en los años de la guerra fría, no ha habido mayor mortalidad y ninguno ha sufrido enfermedades que se puedan atribuir a la radiación.

Un tercer estudio, esta vez de la Universidad de Pittsburgh, ha evaluado el índice de cáncer en los condados americanos con mayor nivel de radón, un gas naturalmente radiactivo. Su conclusión ha sido que el cáncer de pulmón es menos frecuente en aquellos lugares más expuestos al gas. De todas formas, ese estudio ha recibido críticas de otros expertos, que le atribuyen defectos en el planteamiento.

La exposición radiactiva, de cualquier intensidad, está regulada en Estados Unidos, ya que siempre ha sido considerada como un poderoso agente carcinógeno. Pero ahora, según informaciones recogidas en International Herald Tribune (15-IV97), se discute si es necesario controlar la exposición cuando los niveles de radiación son bajos. Las implicaciones de un cambio de planteamiento en esta cuestión serían enormes. Si se relajaran las normas relativas a la radiación, los hospitales y otras establecimientos donde se trabaja con materiales radiactivos ahorrarían mucho dinero.

Pero no parece que el cambio sea inminente. Al menos algunos estudios epidemiológicos a largo plazo continúan mostrando que es peligroso estar expuesto a pequeñas cantidades de radiación. Los investigadores que ponen en duda esta tesis no convencen a todos, por ahora.

Con el fin de disipar las dudas, un comité de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos se ha reunido recientemente en Washington y ha puesto en marcha un proyecto que revisará los últimos datos acerca de los efectos sobre la salud de la baja radiactividad.

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