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Estonia y Portugal, dos casos de éxito en PISA

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La publicación del informe PISA, cada tres años, se ha convertido en el evento internacional por excelencia en el mundo educativo. Con cada edición, los medios se llenan por unos días de noticias que suelen centrarse en los datos nacionales o en los de otros países sobresalientes. La nómina no suele cambiar: algunos países orientales que encabezan el ranking (Singapur, Hong Kong…), o Finlandia en el ámbito europeo. Sin embargo, otros países con buenos resultados pasan desapercibidos, pese a merecer atención por su progreso o por algunas características sobresalientes de su sistema educativo. Es el caso de Portugal y Estonia.

Ambos son un claro ejemplo de mejoría sostenida a lo largo del tiempo, aunque su lugar en el ranking sea muy diferente. Estonia se sitúa ya en el grupo de las grandes potencias educativas, a la altura de los mejores países asiáticos, Finlandia o Canadá. De hecho, si nos fijamos en el campo de ciencias, donde ha estado el foco en esta edición, Estonia es junto con Japón el país que mejor nota ha obtenido, por encima de Finlandia, que tradicionalmente le había superado. También ha sobrepasado –respecto a 2006, último año centrado en ciencias– a Hong Kong, Holanda o Australia.

Portugal ya supera la media de la OCDE en todas las disciplinas examinadas –ciencias, lectura y matemáticas–, cuando hace años se encontraba claramente por debajo

También comparte liderato en Japón en otro interesante ranking. Ambos son los países donde una menor proporción de estudiantes (apenas un 10%) se queda en los niveles de habilidades científicas más bajos. En el conjunto de la OCDE, desde 2006 ha descendido el porcentaje de notas excelentes, y ha crecido el de “suspensos”. En cambio, en Estonia el primero ha subido y el segundo se ha reducido, aunque muy ligeramente.

En un documento dedicado a este país y publicado como anexo al grueso del informe PISA, se elogian las políticas implementadas por los distintos gobiernos para atender precisamente a los estudiantes de estratos socioeconómicos más bajos o aquellos que partían con desventaja por otro motivo. En concreto, se resalta la mejoría de los hablantes de ruso, que tradicionalmente se habían quedado atrás. Además, se destacan otras medidas dirigidas a promover la inclusión y la igualdad en las aulas. Por otro lado, el texto alaba el rigor con que las administraciones educativas han analizado y puesto en práctica las recomendaciones incluidas en otras evaluaciones internacionales previas.

Una historia de superación

No obstante, aunque Estonia sobresalga por sus resultados globales, la verdadera historia de superación de PISA 2015 la protagoniza Portugal. Todavía no está entre las grandes potencias educativas ni en ciencias ni en las otras dos disciplinas examinadas –lectura y matemáticas–, pero ya supera la media de la OCDE en todas ellas, cuando hace años se encontraba claramente por debajo. En ciencias, su proyección destaca especialmente. Los autores del informe, que dividen a las naciones en grupos con características similares, sitúan a Portugal junto a algunas de las más avanzadas de Europa como Dinamarca o Bélgica, y por encima de Francia, Austria, Italia o España.

Estonia es, junto con Japón, el país que mejor nota ha obtenido en el campo de ciencias, por encima de Finlandia

Además, su ascenso tiene especial mérito por dos circunstancias. En primer lugar, la mejoría ha afectado de manera especial al sector tradicionalmente de peores notas. Así, es el país de la OCDE donde más ha disminuido el porcentaje de alumnos “suspensos” desde 2006. Actualmente, está por debajo del de otras naciones con grandes resultados globales como Holanda o Alemania. Al mismo tiempo, también es el país donde más ha crecido la proporción de notas sobresalientes. Un ejemplo de que la excelencia no es enemiga de la igualdad.

La segunda circunstancia que engrandece su mérito es que el crecimiento ha llegado a pesar de haber disminuido el gasto público por estudiante. En una época de grandes ajustes en la administración pública, la calidad de la educación no solo no se ha resentido, sino que ha mejorado.

Aunque en Estonia no se hayan producido recortes drásticos del presupuesto educativo, sus resultados también son mucho mejores de lo que cabría esperar por el gasto por estudiante. De hecho, obtienen la misma nota media en ciencias que Dinamarca, que triplica su gasto. Estonia y Portugal son dos ejemplos de lo que el informe PISA lleva varias ediciones advirtiendo: el aumento del dinero destinado a educación es importante solo hasta alcanzar un nivel mínimo; una vez superado ese umbral, no se percibe una relación clara con el desempeño educativo.

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