El Papa pide un diálogo abierto entre la Iglesia y el Estado cubano

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El Papa pide un diálogo abierto entre la Iglesia y el Estado cubano
La Iglesia reclama plena libertad evangelizadora, en un momento de endurecimiento del régimen castrista

La celebración del «II Encuentro Nacional Eclesial Cubano», que tuvo lugar en La Habana del 21 al 25 de febrero, ha suscitado la esperanza de una mayor libertad para la Iglesia católica en la isla. Pero, a la vez, el encarcelamiento de disidentes, el derribo de las dos avionetas de exiliados y el consiguiente endurecimiento del embargo norteamericano, muestran los límites del cambio en la situación cubana.

El Encuentro ofreció a Juan Pablo II la oportunidad de enviar un nuevo mensaje personal a los católicos cubanos. Las palabras del Papa alcanzaron gran resonancia pues fueron leídas por el cardenal Carlo Furno, delegado del Papa para las celebraciones, precisamente en medio de la «crisis de las avionetas» (aunque el texto está fechado semanas antes de esos episodios).

El mensaje recuerda que muchas cosas han cambiado en el mundo y en Cuba desde la celebración, hace 10 años, del I Encuentro Nacional Eclesial Cubano. «Entre esas transformaciones cabe mencionar la caída, en Europa del Este, de un sistema político basado en la filosofía marxista, el cual tenía su influjo en naciones de otros continentes». La difusión del ateísmo, connatural a tal sistema, «acarreó a la Iglesia de aquellos países grandes pruebas, pues consideraba irrelevante, e incluso nociva, la profesión y práctica de la religión».

La referencia del Papa a Cuba es delicada, pues afirma que «si bien las condiciones de la Iglesia entre vosotros no eran exactamente las mismas que las descritas», también los católicos cubanos tuvieron que experimentar situaciones difíciles. Hoy, a pesar de que «la Iglesia en vuestro país aspira, con todo derecho, a una plena libertad en su acción evangelizadora», es igualmente cierto que «la etapa del ateísmo, mal llamado científico, parece superada en vuestra nación».

Son circunstancias, añade el Papa, que invitan a la esperanza. Todavía es necesario, sin embargo, un «diálogo abierto con las autoridades públicas», para que la Iglesia «pueda no sólo disponer de los medios necesarios para cumplir su misión, sino que sea comprendida y aceptada en su naturaleza». Juan Pablo II recuerda que la Iglesia y el Estado tienen ámbitos propios e independientes, si bien no opuestos. «Iglesia y Estado deben servir al hombre y a la mujer, y eso sin interferencias ni sumisión del uno al otro, sino de manera complementaria, para promover el único bien común». Este principio debe reemplazar las concepciones de enfrentamiento y lucha, «y cualquier otra visión de la realidad que quiera confinar la fe religiosa en el ámbito puramente privado».

Respecto a su deseado viaje a la isla, Juan Pablo II dice en su mensaje: «espero que no esté lejano el día en que pueda visitaros personalmente». Sí, las cosas han cambiado en diez años, pero los tiempos no parecen aún maduros para una visita del Pontífice.

En la clausura del Encuentro, la Iglesia lanzó un programa de acción pastoral para los próximos años. Fidel Castro recibió en audiencia al Cardenal Carlo Furno y al arzobispo de La Habana, Cardenal Jaime Ortega, junto con el nuncio Mons. Benjamín Stella.

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