El mensaje que el Papa no pudo decir en Sarajevo

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Juan Pablo II insiste en la necesidad del perdón y de la reconciliación en los Balcanes

Juan Pablo II deseaba viajar, como «peregrino de paz», a los territorios de la ex Yugoslavia, en concreto a Belgrado, Sarajevo y Zagreb. Pero la abierta oposición de los serbios, que acusan al Vaticano de haber apoyado a los croatas en el conflicto, redujo el viaje a Croacia, de mayoría católica.

Fuentes periodísticas han destacado el papel determinante que representantes de la Iglesia ortodoxa serbia tuvieron en la decisión de impedir la visita pontificia a Belgrado y Sarajevo. En este último caso, las críticas de los bosnios se han extendido también al responsable de Naciones Unidas en el territorio, Yasuhi Akashi, considerado por algunos como demasiado proclive a las posturas serbias, y que habría contribuido a la suspensión del viaje con sus informaciones alarmistas. Sobre todo, le reprochan el haber escrito que «existe la posibilidad muy preocupante de una provocación a fin de acusar al campo contrario», insinuando así que los musulmanes bosnios podrían realizar un atentado para acusar a los serbios.

Con estos elementos, adquieren mayor relieve las palabras que el Papa había preparado para su visita a Sarajevo, la capital bosnia de mayoría musulmana, escenario de 30 meses de guerra. Ante la imposibilidad de ir, el Pontífice celebró una misa en Castelgandolfo y leyó la homilía que había escrito para la ceremonia en Sarajevo. La Oficina de Prensa distribuyó los demás textos que Juan Pablo II tenía previsto pronunciar en su breve visita.

Tanto en la homilía, en lengua serbo-croata y retransmitida en directo por radio y televisión a Bosnia, como en los demás discursos escritos, Juan Pablo II insistió en que para acabar con esta guerra es preciso el perdón y la reconciliación. «Si no se llega al perdón, la espiral de las culpas y de las penas no se cerrará nunca». «Perdonar no significa olvidar», pero así como «la memoria es la ley de la historia, el perdón es potencia de Dios, potencia de Cristo que actúa en los asuntos de los pueblos y de los hombres».

Palabras de afecto para los ortodoxos serbios

Pero, junto a su solidaridad con la ciudad que sufre, también llamaron la atención las expresiones de afecto del Papa hacia los ortodoxos y la comunidad serbia. Deseo «abrazar espiritualmente a todo el pueblo serbio de Bosnia-Herzegovina, a quien ofrezco mis más cordiales deseos de prosperidad en la concordia y la solidaridad. Doy el beso de la paz a su Santidad el patriarca Pavle y a todos los obispos de la Iglesia ortodoxa serbia. Lo hago con las palabras de la liturgia: Dios está entre nosotros».

Durante la homilía, y refiriéndose al «desolador espectáculo» de la miseria humana, presente en la guerra, el Papa usó unas palabras que el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, escribió para el tradicional «Via Crucis» dirigido por el Pontífice en el Coliseo el Viernes Santo: «Señor, haz que nuestros corazones de piedra se deshagan a la vista de tus sufrimientos, y se conviertan en corazones de carne. Haz que tu cruz disuelva nuestros prejuicios».

La oposición de los políticos serbios a que el Papa viajara a Belgrado y Sarajevo se ha visto compartida por buena parte de la jerarquía serbia ortodoxa. Pocos días antes, el patriarca ortodoxo Pavle había rehusado reunirse con el Papa en Belgrado. Se argumentaba que tal visita sólo serviría para reavivar el recuerdo de las matanzas perpetradas durante la segunda guerra mundial por los ustachis croatas contra los serbios. A su vez, el arzobispo ortodoxo de Herzegovina, Atanathia, había advertido en Pale: «No tenemos nada contra la visita del Papa a Zagreb, pero tiene que olvidar Sarajevo, que es una ciudad serbia».

Las autoridades serbias acusan al Vaticano de haber contribuido al estallido de la guerra al apresurarse a reconocer la independencia de Croacia y Eslovenia. Pero la diplomacia vaticana siempre ha respondido que, cuando se reconoció la independencia, los episodios más graves de la guerra -como el bombardeo de Dubrovnik y Vukovar, por parte de los serbios- ya habían ocurrido.

El viaje de Juan Pablo II a Croacia es el primero de alcance internacional que realiza en lo que va de año. En primavera se tuvo que suspender, por motivos políticos y de seguridad, el viaje al Líbano, mientras que la convalecencia de la intervención quirúrgica en el fémur hizo que se aplazara su visita a Bélgica, fijada para el mes de mayo. En octubre está previsto que viaje a Estados Unidos, donde intervendrá ante la asamblea general de las Naciones Unidas.

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