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El eficaz “poder blando” del Vaticano

Fuente: Catholic Education Resource
publicado
DURACIÓN LECTURA: 2min.

Para Francis Rooney, embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede entre 2005 y 2008, el modo de presentar a la Iglesia católica en importantes medios de comunicación no hace muchas veces justicia al inmenso servicio que presta a la paz mundial. Rooney expuso algunas ideas de su nuevo libro The Global Vatican (1) en una conferencia que publica Catholic Education Resource.

La Iglesia ha logrado estar presente sobre el terreno de los más variados dramas. Y su autoridad moral y espiritual la han convertido “en la organización que más ha contribuido a impulsar la dignidad humana y los derechos en el mundo”, afirma el exembajador.

Parte del efecto humanizador de la Iglesia se debe a su labor de mediación en conflictos políticos. “La Santa Sede tiene también un papel importante en la búsqueda de soluciones diplomáticas a problemas internacionales, ya sea promoviendo la paz entre Israel y Palestina, contribuyendo al fin de la guerra en el Líbano, o logrando la liberación de casi 100 presos políticos en Cuba desde 2010”.

A la labor de mediación de los diplomáticos del Vaticano, habría que añadir los de tantas instituciones católicas que trabajan al servicio de la paz. La Comunidad de San Egidio, por ejemplo, se ha hecho mundialmente famosa por mediar en los conflictos de Mozambique, Argelia, Kosovo, la República Democrática del Congo, Uganda, Guatemala o Costa de Marfil.

Cercanía con la gente
Desde la caída del Muro de Berlín, la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 179 países, cifra que solo supera Naciones Unidas. Para promover la paz en el mundo, ambas recurren a lo que se conoce como “poder blando”: una influencia no coercitiva que se apoya en los puntos comunes para buscar soluciones.

Además, la Santa Sede tiene a su favor otras dos bazas. Aunque se trata de una institución jerárquica, cuenta desde hace siglos con el “poder de la gente” del que tanto se habló al estallar la “primavera árabe” en 2011. Gracias al trabajo de parroquias, grupos de voluntarios y ONG de inspiración católica en todo el mundo, la Iglesia tiene una comprensión profunda de numerosos problemas sociales.

Esta cercanía con la gente, unida a su autoridad moral y espiritual, confiere a la Iglesia una influencia eficaz también sobre los no católicos. “A diferencia de Naciones Unidas, que a menudo se impone a sí misma sobre las culturas locales, la Iglesia católica es parte de cualquier lugar donde está presente, ya sea una aldea de Nigeria, una comunidad de granjeros en Ecuador o un barrio de clase media en Estados Unidos”.

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(1) Francis Rooney, The Global Vatican: An Inside Look at the Catholic Church, World Politics, and the Extraordinary Relationships between the United States and the Holy See, Rowman & Littlefield Publishers, Maryland, 2013.

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