El ascenso del empleo femenino se concentra en el sector de servicios

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Entre 1980 y 1992 la población activa femenina ha aumentado en 33 millones en los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Esto supone un incremento anual del 2%, el doble del que se ha producido entre los hombres.

A medida que la mujer se integra en el mercado laboral está desapareciendo la tradicional distinción entre los países del norte de Europa -donde la mujer trabajaba fuera del hogar- y los del sur. Así, en 1991 los países con mayor tasa de actividad remunerada de mujeres entre 25 y 49 años son Dinamarca (89%), Francia (75%) y Portugal (74,6%). Y las tasas más bajas se dan en Irlanda (40%), Luxemburgo (40,5%) y España (42,4%), según destaca una estadística de la Comisión de las Comunidades Europeas.

En el conjunto de la Unión Europea, el 74% de las mujeres de 25 a 49 años y sin hijos ejercieron una actividad remunerada en 1991. Pero es más significativo el porcentaje de mujeres que trabajan y tienen un hijo (66%), dos hijos (58%) y tres o más (42%).

Donde los porcentajes de población activa por sexos están casi igualados es en los países nórdicos. Pero allí sucede un fenómeno particular: menos del 10% de las mujeres (u hombres) ocupan empleos en empresas donde los dos sexos están representados a partes iguales, y la mitad de las mujeres (y hombres) trabajan en lugares donde el 90% del personal es de su mismo sexo.

En cuanto a las perspectivas del empleo femenino, el sector más prometedor sigue siendo el de servicios colectivos, sociales y personales (sanidad, educación, trabajos domésticos…). En la mayoría de los países que han concluido su transición agrícola, este sector agrupa alrededor de la mitad del empleo femenino total. En él se concentran profesiones que han ocupado tradicionalmente las mujeres: puericultoras, institutrices, enfermeras, etc. En Suecia, por ejemplo, el 73% de los empleados en este sector son mujeres. También se observa que hay más proporción de trabajadoras en el sector público que en el privado. En los países nórdicos, más de la mitad de las mujeres que trabajan están empleadas en la Administración pública, donde dos tercios de los trabajadores son mujeres.

A pesar de que las mujeres trabajan cada vez más fuera del hogar, también siguen realizando la mayor parte de las tareas domésticas y familiares. En algunos países es corriente que trabajen a tiempo parcial, al menos durante una época. Pero cada vez es menos frecuente que las madres interrumpan su actividad profesional cuando los hijos son pequeños.

La proliferación del empleo a tiempo parcial varía según países. Por ejemplo, constituye menos del 5% del empleo total en países mediterráneos, pero el 30% en Holanda. Estos contratos afectan especialmente a las mujeres, que en 1991 ocupaban el 76% de los empleos a tiempo parcial en los países de la OCDE. Por ejemplo, en Holanda el 62% de las mujeres empleadas lo están a tiempo parcial, y en países como Reino Unido, Noruega, Suecia y Australia el porcentaje supera el 40%.

No es fácil saber hasta qué punto el aumento de trabajos a tiempo parcial es una innovación del empleador o responde a las demandas de un nuevo tipo de trabajador. Pero coincide que el trabajo a tiempo parcial es una modalidad extendida en profesiones frecuentes entre las mujeres y poco común en otras con escasez de personal femenino. En principio, el aumento del empleo a tiempo parcial puede contribuir a la igualdad laboral de las mujeres, siempre que se desarrollen este tipo de puestos en los diversos sectores y la legislación laboral no lo considere como un tipo menos cualificado.

La creación de empresas y el trabajo independiente puede ser otra vía de acceso al empleo y de promoción social de la mujer. Actualmente, es un camino mucho más seguido por hombres. Sin embargo, interesa especialmente a dos tipos de mujeres. En primer lugar, a las que tienen profesiones liberales y se encuentran en empresas donde los sistemas de formación o de promoción impiden su progreso profesional. Y puede ser también una salida para las que desean compaginar las tareas del hogar y un empleo remunerado.

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