El arzobispo de El Salvador explica su actuación

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Mons. Fernando Sáenz, arzobispo de San Salvador (El Salvador), fue acusado por jesuitas de la Universidad Católica Americana, situada en su diócesis, de estar llevando a cabo purgas entre los sacerdotes partidarios de la teología de la liberación y de favorcer al gobierno de derechas con su apoliticismo. De paso por España, el arzobispo, que es sacerdote del Opus Dei, ha hecho unas declaraciones a ABC (Madrid, 17-X-96).

– Lo primero que quiero decir es que yo me siento plenamente apoyado por el Vaticano. Desde que tomé posesión afirmé que no intervendría en política, porque cualquiera de los feligreses tiene tanto derecho como yo a manifestar sus opiniones y yo no tengo derecho a interferir en ellas con el peso de mi cargo. Desde hace diez años, todas las elecciones han sido libres y vigiladas por observadores extranjeros. El gobierno actual ha sido elegido por el pueblo, con un apoyo del 70% de los votantes.

– ¿Significa eso que usted ha optado por el silencio y que omite la opinión de la Iglesia?

– No. Yo estoy dando enfoques morales y doctrinales, pero desde la doctrina social de la Iglesia. Lo que sucede es que algunas personas creen que no expresar opiniones personales es hacer política a favor del Gobierno, lo cual es una indebida invasión en la propia voluntad de uno.

– ¿Qué es lo que ha pasado con la pena de muerte?

– El Gobierno ha aprobado la pena de muerte. Ha habido un debate muy fuerte en torno a este asunto. Además, esta ley deber ser sancionada en la próxima legislatura.

Cuando se me preguntó a mí, me limité a leer el texto que hace referencia a ella en la encíclica Evangelium vitae, para iluminar la conciencia de los fieles no con mi opinión sino con la doctrina de la Iglesia. Mi deber de pastor es precisamente ese: formar bien las conciencias y dejar que sean los seglares los que actúen.

– ¿Está usted apoyando al Gobierno conservador?

– Lo primero que hay que aclarar es que en El Salvador ya no hay violencia ni institucional ni guerrillera. Los problemas de El Salvador son de violencia común, causada en muchas ocasiones tanto por ex guerrilleros como por ex soldados, que a veces forman bandas conjuntas. Esta violencia ha de ser condenada siempre. Por lo demás, mis relaciones con los gobernantes son las mismas que tendría si hubiera ganado la oposición.

– ¿Cuáles son sus relaciones con la Universidad Católica Americana?

– Desde que tomé posesión de mi cargo he mostrado mi interés por que llegue a ser un potente foco de irradiación del cristianismo en la sociedad. He tenido entrevistas con jesuitas y con el propio general de la Compañía, el padre Kolvenbach. Compartimos el interés en lograr esos objetivos.

– ¿Qué hay de la protesta de un grupo de seminaristas contra usted?

– El seminario no es sólo de mi diócesis, sino que es interdiocesano. Hubo cambios en el equipo formativo del seminario, pero esos cambios fueron aprobados por una amplia mayoría de los miembros de la Conferencia Episcopal. Entonces, un pequeño grupo de seminaristas reaccionaron violentamente, con escritos, manifestaciones y hasta con ataques en automóviles. Sin embargo, la gran mayoría no les secundaron y éstos quedaron aislados.

– Los jesuitas de la Universidad Católica Americana le acusan de estar haciendo «purgas políticas» al haber quitado de párroco a uno de ellos y al haber mandado a su obispo auxiliar a una parroquia. ¿Qué dice usted a eso?

– No hay tales purgas. El propio Kolvenbach y hasta el mismo jesuita afectado reconocieron que no se puede atender una parroquia de 30.000 personas con una sola misa celebrada el domingo. Además, yo mismo le ofrecí a ese sacerdote que ayudara en otra parroquia y él se negó alegando que estaba muy ocupado. En cuanto a lo del obispo Rosa Chávez, hay que tener en cuenta que el hecho de que un auxiliar se ocupe también de una parroquia es normal en El Salvador. También ocurría con monseñor Romero.

– ¿Cómo va la beatificación de monseñor Romero?

– Ha terminado el proceso diocesano y ahora tiene que abrirse el proceso en Roma. No hay ningún milagro reconocido, pero no sabemos si en Roma decidirán abrir la causa por la vía del martirio, con lo que el milagro no haría falta.

– ¿Y sobre la beatificación de Ellacuría y sus compañeros jesuitas?

– Eso depende de la Compañía de Jesús. El padre Hans Kolvenbach me ha dicho que todavía no han decidido abrir el proceso.

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