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El alma grande de la universidad

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Este año, las ceremonias de graduación en Estados Unidos están suscitando interesantes reflexiones sobre la libertad en los campus universitarios. George Weigel plantea a los estudiantes de la Universidad de Dallas, de inspiración católica, cómo pueden contribuir a crear un espacio público libre. Y el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, denuncia en Harvard la falta de pluralismo de algunos campus de izquierdas.

Los recientes boicots contra Ayaan Hirsi Ali, activista pro derechos humanos; Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional; y Condoleezza Rice, ex secretaria de Estado con George W. Bush, entre otros casos, han puesto de manifiesto que el progresismo de ciertos foros académicos puede llegar a ser bastante opresivo.

Reconstruir la libertad
Frente a quienes ven en la tradición un enemigo del progreso humano, Weigel explicó a sus oyentes que la civilización occidental prosperó sobre las bases de Jerusalén, Atenas y Roma. Estos tres pilares –la religión judeocristiana, la confianza en la razón y el derecho– hicieron florecer la libertad en Occidente.

Pero cada uno de estos pilares ha sufrido una sacudida. El “humanismo ateo” decretó que no había sitio para Dios en la alta cultura occidental. La “deconstrucción de las humanidades”, unida al laicismo hostil, trajo una gran incertidumbre y abundante cinismo. Y la “dictadura del relativismo” produjo el efecto imprevisto de cuestionar los fundamentos del Estado de derecho.

Ante esta situación, Weigel cree que es necesario impulsar “un renacimiento de la libertad bien entendida”; o sea, “una libertad vinculada a la verdad moral y ordenada al bien; una libertad vivida noblemente y no de forma egoísta; una libertad vivida para el bien común”.

Bloomberg achaca la creciente intolerancia en los campus norteamericanos a la polarización política, pero reconoce que hay más en la izquierda

Contra la tiranía de las bajas expectativas
Weigel, investigador en el Ethics and Public Policy Center de Washington y autor de dos completas biografías sobre Juan Pablo II, propuso a este nuevo santo como referente para los jóvenes que quieran contribuir a ese renacimiento.

Recordó los años de Karol Wojtyla como capellán universitario en Cracovia, a finales de los 40 y principios de los 50. En un país reprimido por el estalinismo, el joven sacerdote Wojtyła se empeñó en crear con otros jóvenes “redes de amistad y solidaridad que duraron más de medio siglo”, ya fuera enla Escuela Politécnica, en la Academia de Música o en la Academia de Bellas Artes de Cracovia.

Aquellas redes de amistad fueron “espacios de libertad y de verdad en un mundo de tiranía y de mentiras”. En ellas, los jóvenes amigos de Wojtyła “conocieron a las grandes mentes y espíritus de la civilización occidental”; “aprendieron la compasión, la caridad y la dignidad de cada vida humana, en todos sus estados y condiciones”; descubrieron “la libertad de expresión” favorecida por la apertura de un hombre que llegaría a ser Papa; y “aprendieron a vivir sus vidas no como una carrera profesional sino como una vocación” pensada por Dios para cada uno.

Weigel concluyó pidiendo esta magnanimidad a sus oyentes. “Con distintas variaciones sobre un mismo tema,Juan PabloII siempre dijo lo mismo a los millones de jóvenes con los que se reunió en Roma, Buenos Aires, Santiago de Compostela, Częstochowa, Denver, Paris y Toronto: Nunca os conforméis con menos que la grandeza espiritual y moral que la gracia de Dios hace posible en vuestras vidas”.

Esto es lo que, a juicio de Weigel, necesita el renacimiento de la libertad en Occidente: “una generación de santos (…) que no se rinda a la tiranía de las bajas expectativas, personales y públicas”.

George Weigel aboga por un renacimiento de la libertad vinculada a la verdad y vivida al servicio del bien común

Un “alma mater” demasiado estrecha
La amplitud de miras que propugna Weigel contrasta con la creciente falta de pluralismo que se observa en los campus estadounidenses. Lo ha denunciado hace poco Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York, en un acto con antiguos alumnos de la Universidad de Harvard.

Ante un Congreso cada vez más polarizado, Bloomberg lleva tiempo pidiendo más moderación a los dos partidos. Él mismo ha evolucionado en los últimos años: pasó de votar al Partido Demócrata a presentarse a las elecciones a alcalde con el Partido Republicano. Pero en 2007 renunció también a su militancia en ese partido y se convirtió en independiente.

Bloomberg atribuye las censuras que se han producido este año en las ceremonias de graduación a ese clima de polarización: “Los dos partidos se gritan el uno al otro y desprecian las investigaciones que desafían sus ideologías”.

Pero al exalcalde de Nueva York no le pasa desapercibido que los incidentes se han producido en campus predominantemente de izquierdas. De ahí que reequilibre la balanza: “En todos estos casos, han sido los progresistas quienes han silenciado alguna voz. Esto es escandaloso”.

Si en el pasado los conservadores llegaron a hacerse fuertes en muchas universidades norteamericanas, recuerda Bloomberg, hoy el péndulo se ha ido al otro extremo. Y así no es extraño que la mayoría de las universidades de la Ivy Leaguehicieran donaciones a la campaña presidencial de Obama en2010, ala que también contribuyó Bloomberg.

¿Y quiénes son los perdedores de esta batalla política? Bloomberg lo tiene claro: “Habría que preguntarse si los estudiantes están siendo formados en la diversidad de puntos de vista que una universidad debería ofrecerles”.

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