Dietas digitales: ¿funcionan?

publicado
DURACIÓN LECTURA: 5min.

En la nueva economía de la atención, la escasez será un valor añadido. La premonición de Randi Zuckerberg, exdirectora de marketing de Facebook, es una pista para los creadores de contenidos. Y lo es también para los consumidores. ¿Cómo usar la tecnología de una manera más gratificante? Varios expertos recomiendan dietas digitales con un propósito común: engullir menos, para saborear mejor.

El futuro pide contención. Lo vemos en debates de actualidad como el que han abierto los críticos del crecimiento económico ilimitado, los ecologistas preocupados por los desechos plásticos o el movimiento a favor del bienestar de las generaciones futuras.

La inquietud por producir menos asoma tímidamente en el sector de la comunicación, de la mano del slow news movement. E incluso en Silicon Valley, la meca de la economía de la atención, hay pioneros que cuestionan la estrategia de saturar la Red con cada vez más noticias, más vídeos, más podcasts… “Contra el contenido infinito que hay en la web, un líder debe crear la sensación de escasez”, afirmaba Randi Zuckerberg el pasado octubre en el World Business Forum.

Es lo que hicieron en los comienzos de Facebook su hermano Mark y el resto del equipo, cuando no tenían presupuesto para marketing. Presentaron la red social como un producto exclusivo para los estudiantes de Harvard. Y de ahí fueron saltando a otras universidades, suscitando en los universitarios la sensación de que se estaban perdiendo algo valioso.

Pero la escasez que reivindica la fundadora de la agencia Zuckerberg Media también tiene que ver con ponerse límites frente a la hiperconexión. En su conferencia, llegó a vaticinar que “la siguiente industria milmillonaria serán las dietas tecnológicas”.

Sed de calma

Puede que Randi Zuckerberg exagere, pero la aspiración a vivir de forma más serena ya ha puesto en marcha una floreciente industria al servicio de la “desintoxicación” digital que incluye campamentos de verano, retiros, turismo emocional, terapias, centros de bienestar, apps

Hay aplicaciones que ayudan a los usuarios a ser conscientes del tiempo que pasan conectados, mientras les animan a reducirlo con retos diarios (Moment, FaceUp, Forest), alertas que indican que ha llegado la hora de tomarse un descanso (QualityTimes, Mute), bloqueos de aplicaciones durante el tiempo que dura una actividad (Freedom, OFFTIME, Flipd) o incluso del móvil (Apagón, Detox)…

“Recurrir a la tecnología para protegerte de la tecnología” es uno de los 9 consejos que daba Catherine Price en un artículo publicado en The New York Times. Pero su estrategia, desarrollada en el libro Cómo cortar con tu móvil, es más ambiciosa: arranca con una visión motivadora –¿a qué quiero prestar más atención en mi vida?– y continúa con la inevitable forja de hábitos a través de la voluntad.

Por ejemplo, para evitar lo que llama “vistazos zombi” al móvil, sugiere ponerse un fondo en la pantalla de desbloqueo que nos lleve a preguntarnos si la consulta es realmente necesaria. Para evitar zambullirse a la mínima en las pantallas, propone entrenarse con pequeñas “separaciones”, como dejar el móvil en casa cuando salimos a pasear o mirar el paisaje durante los desplazamientos diarios.

Contra el picoteo exprés

El interés por las dietas digitales es visible entre algunos cazatendencias sociales. No son neoluditas deseosos de prender fuego a las máquinas, sino apasionados de Internet que se plantean consumir menos contenidos, pero de forma más selecta y profunda.

Detrás de una buena dieta digital suele haber una buena pregunta, como la que se hizo Nir Eyal, emprendedor de varias startups de éxito y consultor: “¿Me está sirviendo la tecnología o la estoy sirviendo yo a ella?”. En su caso, explica en su blog, leer las noticias a través de un dispositivo tenía sentido si podía cambiar de actividad con la tranquilidad de que ya estaba “suficientemente informado para el resto del día”.

Pero esa sensación nunca llegaba, porque siempre había enlaces que llevaban a más noticias: “Internet nunca dice: vale, ya has tenido bastante; ahora, márchate”. La fatiga mental le llevó a emprender una dieta informativa que, entre otros, incluía los siguientes hábitos:

– Cambiar el picoteo de fuentes por la lectura a fondo de un periódico impreso.

– Dejar de recibir noticias a través de canales o newsfeeds.

– Desinstalarse del móvil las apps de Facebook y Twitter, limitando la consulta de estas redes a una vez al día desde el ordenador de mesa.

– Suscribirse a newsletters con sus fuentes y articulistas favoritos.

Recuperar el gusto por la vida

Uno de los efectos depurativos de las dietas digitales es que nos ayudan a recuperar el gusto por la vida offline. “Me siento más viva y más consciente”, afirmaba una universitaria tras haber participado durante 24 horas en un experimento de ayuno digital. Es la misma sensación de libertad que experimentan quienes han pasado por tiempos de ayuno más largos, según un reportaje de BBC Mundo: “Me siento libre y vivo la vida”. “Me quité mucho estrés”. “La vida es mucho más simple sin un teléfono”…

Una alternativa más realista es vivir con menos móvil. Gustavo Entrala, experto en tendencias, innovación y branding, explica a Aceprensa que un gran paso es caer en la cuenta del “uso automático, casi inconsciente” que hacemos de las pantallas. Y, a partir de ahí, preguntarnos cómo dedicar más tiempo a las tareas “más interesantes, más alineadas con lo que me hace feliz”.

Al igual que Price, piensa que los limitadores de tiempo y las alertas pueden ayudar como “procedimiento que te ‘doma’ en el uso de las apps”. Pero, al final, lo que le sirve a él son “los pequeños hábitos no asistidos por la tecnología”. Hay ejemplos en una dieta que esbozó hace dos años en su blog.

¿Qué más ingredientes hacen falta en una dieta para que sea eficaz? “Que sea proactiva y que vaya más allá de las restricciones: es más útil y estimulante el deseo de dormir más, de estar más tiempo con amigos y familia, de leer libros, de seleccionar lo que consumo en la red. Me parece que, en la medida en que uno va disfrutando –no sin un poco de esfuerzo– de las ventajas de la desconexión ‘para hacer algo diferente’, se puede equilibrar el uso de las pantallas. Sabiendo que, de cuando en cuando, te vas a meter un atracón y no pasa nada”.

También aquí el resultado es más libertad: “Ves que te vas encontrando mejor, más sereno, menos ansioso, que tu cabeza fluye mejor, que no te picas con cualquier estímulo en Twitter…”.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.