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Condena a Grecia por violar la libertad religiosa

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El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, ha condenado al Estado griego por violar la libertad religiosa. El Tribunal ha dado la razón a Minos Kokkinakis, un jubilado griego de 84 años, miembro de los Testigos de Jehová, condenado a tres meses de cárcel en 1984 por hacer proselitismo religioso.

Este caso vuelve a poner en el candelero la fuerte presión que ejerce la Iglesia ortodoxa en la vida pública de Grecia para impedir la difusión de otros cultos considerados «extranjeros». Ya a principios de año consiguió -en contra de la idea inicial del gobierno- que en el nuevo documento de identidad siga figurando obligatoriamente la religión del ciudadano (cfr. servicio 177/92). Desde 1844, año en el que se promulgó la primera Constitución, Grecia es un Estado confesional ortodoxo. El 95% de la población pertenece a la Iglesia ortodoxa.

La citada sentencia del Tribunal de Estrasburgo, hecha pública el pasado 25 de mayo, considera que el Estado griego ha violado el artículo 9 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que hace referencia al derecho a la libertad de pensamiento y religión. En este sentido, el Tribunal no cuestiona directamente la dura legislación helena de 1939, que proscribe el proselitismo religioso, por entender que «puede ser considerada aceptable en la medida que intenta reprimir el proselitismo abusivo».

Pero distingue entre el proselitismo abusivo y el derecho a intentar convencer a otros. «La libertad religiosa -señala la sentencia- implica manifestar la religión no sólo de manera colectiva, en público o en el círculo de aquellos con los que se comparte la fe, sino también individualmente y en privado». Este último aspecto abarca también «el derecho de intentar convencer al prójimo, por ejemplo, mediante una enseñanza». Este sería el derecho vulnerado por la Administración griega, a la que se condena a indemnizar a Kokkinakis con más de 3 millones de dracmas por daños y perjuicios.

La resolución del Tribunal de Derechos Humanos no es vinculante. Pero sus juicios gozan de un gran peso moral y en varios países han servido para modificar las sentencias nacionales. El Tribunal está compuesto por 21 magistrados, uno por cada país miembro del Consejo de Europa.

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