China va de compras a África

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China tiene un voraz apetito de materias primas para mantener su impresionante desarrollo. Impulsada por esta necesidad, muestra un gran interés por África. Se multiplican las visitas oficiales y los acuerdos de cooperación con países africanos. Los líderes africanos se preguntan si esta presencia china será una nueva edición del colonialismo o una fuerza para el despegue del continente.

China corteja a África. Ahora piensa gastar 150 millones de dólares para financiar la ampliación de las oficinas de la Unión Africana en Addis Abeba (Etiopía) y en la construcción de nuevas residencias para sus altos funcionarios. Es un signo más de los numerosos contactos oficiales entre representantes de China y África, lo cual revela un interés mutuo por establecer buenas relaciones económicas.

En busca de materias primas
El interés chino por África se deriva de su necesidad de materias primas para satisfacer la demanda de su industria en expansión. Y en el continente africano abundan las materias primas poco explotadas.

Entre 1995 y 2005 las importaciones de petróleo de China se multiplicaron por cinco, y las de madera se cuadriplicaron. Todavía se multiplicaron por más las importaciones de hierro, de cobre, de cobalto y de aluminio. Hoy por hoy, es el mayor importador de algodón y caucho. China puede obtener todas estas materias primas en África.

Según las últimas previsiones, China tendrá que conseguir el 55% del petróleo y el 80% del aluminio del extranjero. Para satisfacer la demanda, el gobierno chino ha abierto su mercado a proveedores extranjeros y, al mismo tiempo, ha decretado nuevos aranceles que dificulten la exportación de algunas materias primas. También ha impulsado y ayudado a las empresas públicas a hacer inversiones directas en el extranjero, poniendo especial interés en el África subsahariana.

A excepción de Sudáfrica, la mayoría de los países africanos no tienen capacidad suficiente para explotar sus propios recursos, y por eso acuden a inversores extranjeros, que aportan el dinero y la tecnología. El problema es que la inestabilidad política y la violencia han alejado a muchas empresas mineras internacionales, por lo que China se ha encontrado pocos competidores.

Dispuesta a invertir
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bruselas (“China’s Resources and Energy Policy in Subsaharan Africa”), la política china de inversiones en el exterior está bien pensada. El gobierno estudia las futuras necesidades del país y se pregunta cómo resolverlas. Con este fin, en 2006 se creó un fondo de desarrollo entre China y África, que dedicará 5.000 millones de dólares a promover las inversiones de compañías chinas en África.

Gracias a esta ayuda del Estado, China está consiguiendo imponerse sin problemas sobre el resto de sus competidores. Ya ha logrado establecer contratos en Angola, Nigeria y Sudán. En Zambia y en Zimbabue, Sudáfrica perdió importantes contratos en el sector minero ante las grandes ofertas hechas por China.

Además, China ofrece un paquete de inversiones. Por ejemplo, para obtener concesiones mineras puede ofrecer programas de inversión en telecomunicaciones, transporte o agricultura. En Gabón, China ha invertido millones de dólares en la construcción de presas e infraestructuras públicas. Y en Nigeria ha invertido cerca de 4.000 millones de dólares fuera del sector energético.

Según el Fondo Monetario Internacional, China se ha convertido en el mayor acreedor de los mercados emergentes. También está extendiendo su influencia a través de organizaciones regionales y bancos de desarrollo.

Ferrocarriles y oleoductos
Al igual que hicieron los británicos hace cien años, China está logrando llegar al interior de África, rico en materias primas, gracias al desarrollo del ferrocarril. Una compañía china ha mejorado los más de 1.300 kilómetros de vía que conectan Lubumbashi, una región minera del Congo, con Lobito, situada en Angola.

También se están reformando las vías que van desde Dar-es-Salaam (Tanzania) hasta las minas de cobre de Zambia. Este ferrocarril transportará materias primas desde el este del Congo a las minas de cobre de propiedad china en Chambisi (Zambia). Cuando esté terminada, esta ruta conectará los océanos Atlántico e Índico. De manera que China podría llegar a controlar todo el proceso de producción y de transporte.

En Nigeria, varias empresas chinas están construyendo dos vías de tren: una hasta Kano, zona rica en tantalio; y otra hasta Jos, donde hay mucho estaño. Con el tiempo las vías llegarán a Maradi, región donde abundan el uranio, el hierro y el algodón.

China también ha invertido en infraestructuras para el transporte de petróleo y gas, controlando así todo el proceso de producción y suministro. CNPC -la empresa estatal china que construyó los oleoductos desde la región petrolífera del sur de Sudán hasta el mar Rojo- está estudiando la construcción de varios oleoductos en el oeste de África para unir Nigeria, Chad y Sudán, y otro que conectaría Níger y Nigeria.

Lo primero es el negocio
El Plan de Acción de Addis-Abeba, que constituye la base del China-Africa Cooperation Forum, dice: “China alentará a sus inversores para que adopten un papel activo en los proyectos de construcción de infraestructuras y ampliará la cooperación en transporte, telecomunicaciones, energía, suministro de agua, electricidad y otros campos”. Por su parte, los países africanos se comprometen a “proveer toda la información necesaria” y a “dar facilidades a los inversores chinos”.

Otros objetivos del Plan de Acción de Addis-Abeba son promover el comercio entre China y África, duplicándolo hasta 100.000 millones de dólares en 2010, a través de la reducción de aranceles y de dar facilidades para los procedimientos de inversión. Este documento fue aprobado en la cumbre chino-africana que llevó a Pekín a 48 líderes africanos a fines de 2006, que respaldaron este nuevo tipo de “cooperación para alcanzar el desarrollo común”.

No cabe duda de que China está forzando su entrada en África, aparentemente con buenas intenciones. También está claro que ha sabido aprovechar el hueco dejado por los países occidentales. Estados Unidos y Europa han ligado la ayuda a los países africanos al buen gobierno y a la lucha contra la corrupción. China cierra los ojos a ambas cosas, y se aprovecha de las disputas entre África y Occidente para hacer negocios sin ruido. Incluso en lo que se refiere a Darfur, China ha dicho que hay que respetar la soberanía y la integridad territorial de Sudán, y se ha opuesto al envío de una fuerza de pacificación de Naciones Unidas.

Desde hace algunos años, las relaciones entre África y Occidente se han enfriado bastante. Las antiguas potencias colonizadoras parecen ahora más preocupadas por reconstruir Europa del Este que África. Esto ha llevado a que muchos países vuelvan sus ojos hacia China e India, que se muestran muy felices de que se les abra este gran mercado, donde abundan las materias primas y la mano de obra barata.

¿Beneficiará esto a África? Desde el punto de vista material parece que sí, siempre que los proyectos iniciados allí puedan continuarlos los africanos una vez que los chinos se marchen. Pero no traerá beneficios si China no eleva su voz contra la corrupción y otras formas de injusticia. Hoy por hoy, África podría escuchar la voz de China siempre que esta limpie su propio historial sobre derechos humanos en casa.

Por otra parte, los chinos son trabajadores, están dispuestos a vivir de forma sobria y no se inmiscuyen demasiado. Y estas son cualidades que los africanos aprecian en los extranjeros.

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