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Cameron quiere una BBC que deje competir a los medios de pago

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El gobierno de David Cameron ha presentado sus propuestas para cambiar el modelo de la BBC, el medio público británico de televisión, radio e Internet. A favor de la reforma están los medios que acusan a la BBC de distorsionar el libre mercado. En contra, los que atribuyen intenciones políticas al plan. Pero el debate también saca a relucir la cuestión de los nuevos formatos periodísticos y de la financiación del periodismo de calidad.


Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 65/15

“A nadie le gustaría ver a la BBC desplazando por completo a los periódicos nacionales. La web de la BBC es un buen producto, pero sus ambiciones cada vez son más imperiales”. Esta frase del ministro de Economía, George Osborne, es una buena exposición de motivos del plan previsto por el gobierno para cambiar el estatuto jurídico de la BBC, cuyo decreto de regulación expira a final de 2016.

El empeño de Cameron por garantizar el “fair play” en el mercado informativo podría inclinar la balanza a favor de los medios que le son favorables

Para el gobierno de Cameron, la BBC ha crecido demasiado, hasta el punto de quitar espacio (y negocio) a otros medios. Por eso, mantiene que debería centrarse más en los contenidos y audiencias a los que el mercado no siempre presta atención.

Para equilibrar las cosas, Osborne anunció el 8 de julio un cambio en la financiación de la BBC, basada en el canon que pagan los propietarios de un televisor. A partir de 2020, la corporación asumirá el canon correspondiente a los mayores de 75 años, cantidad que hasta ahora subvencionaba el Ministerio de Trabajo con el dinero de los contribuyentes. Con ello, la BBC perderá unos 650 millones de libras al año.

Cuatro áreas de reforma

Pocos días después, el gobierno presentó un Libro Verde que servirá de guía en las negociaciones con la BBC. Esta presentará sus propuestas en septiembre, y una comisión designada por el ejecutivo se encargará de conciliar ambas versiones. El proceso de revisión concluirá con un borrador de estatuto que será debatido y votado en el Parlamento.

El documento expone, a modo de consulta, un conjunto de propuestas destinadas a revisar “cuál es la finalidad general de la BBC; qué servicios y contenidos debe ofrecer; cómo debe financiarse; y cómo ha de ser gobernada y regulada”, explicó John Whittingdale, ministro de Cultura, en la presentación.

El Libro Verde concreta más, y señala que la oferta informativa de la BBC online “está dificultando la capacidad de otros medios británicos para desarrollar modelos de negocio rentables”. De ahí que, entre sus propuestas para cambiar el modelo actual de financiación, mencione la posibilidad de adoptar uno que combine los fondos públicos con un sistema de suscripciones para la versión en Internet.

El cambio es coherente con los nuevos hábitos de consumo que refleja un reciente estudio de Ofcom, el ente regulador de las comunicaciones en el Reino Unido. Ahora que la gente ve menos televisión en directo y prefiere ver los programas emitidos a través del móvil o la tabletas, tiene sentido que los ingresos no procedan solo de lo que paguen los dueños de televisores (145 libras al año).

En vez de esperar a que los lectores lleguen a su web, la BBC sale a buscarlos donde sabe que los va a encontrar: en las redes sociales

Respecto a los contenidos, el Libro Verde elogia la calidad de los programas de la BBC sobre historia, arte, ciencia, naturaleza o arte. Pero también critica la deriva “demasiado comercial” de otros. No le pide que prescinda del entretenimiento, pero sí que se centre en aquello que la distingue de sus competidores.

Dada la misión de servicio público que debe cumplir la BBC, el gobierno pide más atención para ciertas audiencias como las minorías étnicas, las distintas naciones del Reino Unido o los jóvenes, cada vez más interesados en acceder a las noticias a través de Internet, y no de la televisión y la radio.

El Libro Verde vincula la cuestión de los valores que deberían regir la BBC (independencia, calidad, eficiencia, transparencia…) con el de su administración. Refiriéndose a las “excesivas indemnizaciones” cobradas por ejecutivos salientes y al presunto encubrimiento en el caso de abusos sexuales a menores de Jimmy Savile, el documento lamenta que este haya sido “uno de los períodos más tumultuosos en la historia de la corporación”. Y propone tres alternativas: dotar con mayores poderes de control al actual consejo supervisor independiente (BBC Trust); sustituirlo por uno nuevo; o encomendar la vigilancia a Ofcom.

Una BBC más pequeña

En un breve comunicado, la corporación replicó que las propuestas del Libro Verde conduciría a “una BBC más limitada y menos popular”. Pero a su director general, Tony Hall, no le importó recurrir a un discurso parecido al del gobierno cuando anunció, el 2 de julio, su intención de despedir a más de 1.000 empleados para lograr “una BBC más sencilla y eficaz”.

Actualmente, la BBC emplea a unas 18.000 personas distribuidas en 10 canales de televisión nacionales, también disponibles online a través de su plataforma iPlayer; 10 emisoras de radio nacionales y 40 locales; un servicio mundial de noticias que informa en más de 20 idiomas a través de radio e Internet; y varias webs de noticias, también en distintos idiomas.

En la lista de los 20 sitios webs más visitados en el Reino Unido, publicada en junio de 2015 por comScore, prestigioso medidor de audiencias digitales, las de la BBC aparecen en tercer lugar (40,5 millones de visitantes distintos al mes), solo por detrás de Google (46,3 millones) y Facebook (40,8).

El siguiente medio informativo digital que aparece en la lista es el Mail Online / Daily Mail (27,3 millones). Le siguen de cerca las webs de noticias de la cadena de televisión Sky (26,6). Y, a más distancia, las del Trinity Mirror Group (24,3), con cabeceras como The Daily Mirror y The Sunday Mirror; la web de The Guardian (21,9) y la de The Telegraph (18,9).

Según el gobierno, la oferta de la BBC online “está dificultando la capacidad de otros medios británicos para desarrollar modelos de negocio rentables”

Pescar donde están los peces

Un ejemplo de las “ambiciones imperiales” de la BBC sería su reciente inversión en plataformas móviles para llegar a audiencias cada vez más globales. Según explica Damian Radcliffe en The Media Briefing, el interés de la BBC por cambiar a una estrategia de “móvil primero” le está llevando a explorar nuevos formatos periodísticos: vídeos informativos de 15 segundos para Instagram (“BBC Shorts”); vídeos de 60 segundos dirigidos principalmente a jóvenes (“BBC Minute”); infografías para Facebook y Twitter (“BBC Go Figure”)…

Entre los experimentos también figura la puesta en marcha de canales informativos por chat en mercados emergentes: la BBC utilizó WhatsApp y WeChat para cubrir las elecciones de 2014 en la India y para informar sobre el ébola a su público de África Occidental.

La lógica de estos nuevos formatos es la de “pescar donde están los peces”, explica Trushar Barot, responsable de la edición global de BBC News para móvil. En vez de esperar a que los lectores lleguen a su web, la BBC sale a buscarlos donde sabe que los va a encontrar: en las redes sociales. Es allí donde la gente puede probar “un aperitivo” que luego le haga ir a la web en busca de “un menú completo”, añade Ballot.

El debate equivocado

En un momento en que las empresas periodísticas se preguntan cómo reinventarse para llegar a más lectores, ¿qué problema hay en que la BBC también se lo plantee? ¿No es una buena noticia que una corporación pública afronte –e incluso lidere– el proceso de innovación periodística?

Des Freedman, profesor de comunicación en la Universidad de Londres, reflexiona en esta línea cuando escribe en The Conversation: “En vez de animar a la BBC para que llegue a todas las plataformas y sirva a todas las audiencias, el punto de partida del Libro Verde es que el éxito de la BBC ahora es su problema”.

Freedman está convencido de que, en efecto, la BBC necesita “una cirugía radical”. La cuestión de las indemnizaciones o el caso Savile, entre otras cuestiones, bien valían un debate más a fondo sobre el futuro de la BBC. Pero el gobierno ha errado el enfoque: “El tamaño, no la independencia, ni la exactitud, ni la calidad, se ha convertido en el tema central”.

Después, Freedman se adentra en el peligroso terreno de las intenciones no declaradas. Con esta reforma, Cameron podría estar castigando a la BBC por su cobertura favorable a los laboristas en las recientes elecciones generales –interpretación en la que coincide The Telegraph, de tendencia conservadora–, y “pagando el tributo a los barones de la prensa que le apoyaron”.

¿A favor del mercado o de Murdoch?

En otro artículo, Julian Petly, profesor en la Brunel University London, acusa a los tories de haber hecho propia la campaña contra la BBC que desde hace años promueven los periódicos de Rupert Murdoch, entre otros The Times y The Sun, ambos con contenidos de pago. El magnate también es dueño de ITV y Sky, cadenas de televisión rivales de la BBC.

El mensaje central de esa campaña podría sintetizarse en las siguientes palabras de Murdoch, pronunciadas en 2009: “Es esencial para el futuro del periodismo digital independiente que se pueda cobrar un precio justo por las noticias a la gente que las valore. Parece que hemos decidido que la pluralidad y la independencia se marchiten, dejando que la BBC estrangule el mercado informativo”.

Pero la estrecha relación de Murdoch con los tories desvirtúa su llamamiento a la independencia. Según una investigación de Peter Jukes citada por Petly, Murdoch se reunió con Cameron al menos 14 veces entre enero de 2006 y enero de 2010. Y entre las elecciones de mayo de 2010 y el comienzo de las revelaciones sobre el caso de las escuchas ilegales en julio de 2011, se celebraron más de 60 reuniones entre cargos del gobierno y dos editores de diarios propiedad del magnate.

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