C.S. Lewis, 50 años después

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Conocido por el gran público sobre todo por sus novelas fantásticas de las Crónicas de Narnia, adaptadas al cine, Lewis (1898-1963) es tenido por muchos como uno de los más destacados apologistas cristianos del siglo XX.

Pero sus obras de pensamiento son también análisis profundos de la naturaleza humana. Los cuatro amores (cfr. Aceprensa 66/89) fue calificada por el filósofo alemán Josef Pieper como el mejor ensayo que había leído sobre el amor.

La abolición del hombre (1943) examina la presencia en todas las culturas, con distintos nombres, de la convicción de que existe una ley moral natural no inventada. Lewis advierte de las inhumanas consecuencias que se derivan de eliminar los valores incondicionados en nombre del subjetivismo y de la ciencia.

El dolor fue una de las preguntas cruciales que se planteó Lewis. Anclado en la fe cristiana, su libro El problema del dolor (1947) aporta claridad con agudos razonamientos intelectuales.

Pero fue a raíz de la muerte de su esposa cuando Lewis comprende realmente el alcance de sus afirmaciones. En Una pena en observación (1961) el escritor describe el doloroso proceso que atravesó hasta la aceptación final. Richard Attenborough plasmó con hondura artística estos hechos en su película Tierras de penumbra.

Sobre la fe
Lewis no aceptó la fe cristiana como herencia, sino que llegó a ella a través de un recorrido en el que los acontecimientos vitales dieron lugar a una reflexión intelectual, como explicó en el libro autobiográfico Cautivado por la alegría.

Lewis vio de cerca el escepticismo ilustrado que reinaba en muchos ambientes de Oxford y Cambridge, donde fue profesor. El deseo de superar los obstáculos que la gente de su tiempo podía encontrar en su camino hacia la fe le llevaron a escribir Mero cristianismo (1942-1944), libro que sigue conservando toda su capacidad explicativa. En esta obra, Lewis –anglicano- quiso sintetizar las creencias comunes a los cristianos.

Cartas del diablo a su sobrino (1942) es una de sus obras de espiritualidad más populares y reeditadas. Lewis hace una ingeniosa y amena apología de la fe cristiana ante problemas que plantea la sociedad moderna. Para eso se sirve de las cartas que un demonio experimentado escribe a su sobrino, diablo novato, al que quiere enseñar a tentar.

La idea del “cristianismo esencial” vuelve a aparecer en el volumen El diablo propone un brindis y otros ensayos, recopilados por la editorial Rialp. Escritos a lo largo de veinte años, Lewis aborda preocupaciones teológicas en cuatro de ellos; dos son más literarios y asequibles; y los dos últimos son plenamente apologéticos.

Dios en el banquillo es otra colección de ensayos divulgativos, escritos entre 1942 y 1963. En ellos sale al encuentro de dificultades que se planteaban sus contemporáneos sobre los milagros, la relación entre ciencia y fe, la inmutabilidad de los dogmas frente al progreso del conocimiento, la Redención o las exigencias morales del cristianismo.

Lo eterno sin disimulo reúne nueve textos y algunas cartas, escritos entre 1944 y 1958, la mayoría en polémica con otros autores. Aunque reflejen controversias de hace medio siglo, en muchos casos son debates que siguen abiertos.

Es también un debate lo que plantea Armand Nicholi, psicólogo clínico, en La cuestión de Dios. C.S. Lewis vs. S. Freud. El objetivo “es mirar la vida humana desde dos puntos de vida diametralmente opuestos: el de un creyente y el de un no creyente”. A través de citas, Nicholi contrasta el planteamiento de cada uno, analiza cómo consiguen afrontar el dolor, la pérdida paterna, la muerte de los seres queridos, las amistades, etc.

En Si Dios no escuchase (Rialp, 2004), Lewis se sirve de su correspondencia con un intelectual para mostrar el valor de la oración, mientras que en Los milagros (Encuentro, 1996) aborda esta irrupción de la acción divina en el orden natural.

Obras de ficción y crítica literaria
Lewis entra de lleno en el territorio de la ciencia-ficción con la Trilogía de Ramson, escrita entre 1937 y 1946. Aunque se trata de narraciones independientes (Lejos del planeta silencioso, Perelandra y Esa horrible fortaleza), las tres cuentan con el mismo protagonista, Ransom, un filólogo que al parecer está inspirado en Tolkien. En estas obras de ficción, Lewis también plantea cuestiones de gran calado filosófico.

A esta saga le siguieron las Crónicas de Narnia (1950-1956) un clásico de la literatura infantil y juvenil. Son siete novelas de gran calidad literaria, que además poseen un interesante fondo simbólico y cristiano.

En El gran divorcio. Un sueño (1947) crea una fantasía para hablar del más allá, de los prejuicios ante la fe, del arte… y, sobre todo, de la libertad y los amores de los hombres.

Lewis fue también un excelente crítico literario, como se comprueba tras la lectura de la recopilación De este y otros mundos. Ensayos sobre literatura fantástica y también de su libro La experiencia de leer (1961).

Sobre las relaciones de Lewis con otros intelectuales y escritores –sobre todo, J.R.R. Tolkien– puede verse el libro de Humphrey Carpenter Los Inklings. El autor aprovecha muchos documentos inéditos para contar la historia de este grupo de amigos vinculados a Oxford.

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