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Miguel Delibes: Castilla como paisaje y pasión

publicado
DURACIÓN LECTURA: 4min.

Retirado de la literatura desde hace años, Miguel Delibes ha fallecido el 10 de marzo de 2010 en Valladolid, la misma ciudad en que nació en 1920. “Quisiera irme con la discreción que he vivido”, dijo en una entrevista en 2007, y también: “Mi próximo proyecto es morirme en paz, en gracia, sin rencor”. Se ha ido uno de los más grandes autores de la literatura española del siglo XX, un escritor fiel a sus principios que ha sabido conectar con un amplio número de lectores con un proyecto literario sencillo, coherente, tradicional, alejado de las innovaciones formales y estilísticas que tuvieron lugar en la literatura del siglo XX.

El camino de un escritor

Tras unos inicios vinculados al periodismo (trabajó durante años en el periódico El Norte de Castilla, del que llegó a ser director), la primera novela que escribe, La sombra del ciprés es alargada (1948), obtiene el Premio Nadal, aunque no contaba con las simpatías del autor, que la consideraba engolada y artificial.

Dos años después publica una de sus obras maestras, El camino (1950), sobre las andanzas de Daniel el Mochuelo y sus amigos en su pueblo castellano antes de emprender viaje a la capital para estudiar. El camino condensa muchas de las virtudes de Delibes, que luego irán apareciendo de diferentes maneras en otros libros: el mundo de la infancia, descrito sin falsos idealismos; la presencia de la muerte; la dura vida del pueblo; las entrañables relaciones humanas; el amor a la naturaleza. En esta novela, además, Delibes encuentra su voz de escritor y descubre las raíces de su mundo literario, alejado, como decíamos antes, de los experimentos más o menos vanguardistas y de una utilización política de la literatura, a diferencia de una tendencia común en determinados ámbitos en esos años.

Este mundo, tan de Delibes, una de sus innegables señas de identidad, está presente en otras novelas también muy importantes: Las ratas (1962), una de sus obras maestras; Viejas historias de Castilla la Vieja (1964) y Los santos inocentes (1981). Y es también protagonista de muchos de sus relatos, como La mortaja, La partida, y de inolvidables libros memorialísticos, algunos ficticios, como Diario de un cazador (1955), de lo mejor de toda su literatura, y Diario de un emigrante (1958), y otros muchos en los que habla de sus aficiones: La caza de la perdiz roja (1963), Con la escopeta al hombro (1970), Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo (1977), Mis amigas las truchas (1977), Mi vida al aire libre (1989)…

Dominio del lenguaje

En todos ellos, Delibes hace gala de un impecable y minucioso dominio del lenguaje, plenamente conocedor del mundo rural en el que se asientan muchas de estas narraciones. En este sentido, también, conviene destacar el libro Castilla habla (1988), donde se aprecia de manera muy especial el interés de Delibes por reproducir un lenguaje que ya se encuentra en vías de extinción.

La misma atmósfera popular se encuentra en sus novelas urbanas, en las que Delibes aborda otro tipo de cuestiones, como Mi idolatrado hijos Sisí (1953), Cinco horas con Mario (1966), otra de las más valoradas y editadas, y El príncipe destronado (1973). También aparecen personajes muy humanos que simbolizan un mundo que se está yendo de las manos, con todas sus referencias sociales y éticas, como el Eloy de La hoja roja (1959).

Para conocer sus opiniones sobre la vida y la literatura, es clarificador el libro de César Alonso de los Ríos, Conversaciones con Miguel Delibes (1971). En este libro aparece el Delibes más familiar y doméstico, enamorado de su mujer, de sus hijos, de su trabajo; el peso de la naturaleza en su concepción de la vida; su rechazo a la falta de libertad durante la dictadura; su visión de los problemas del campo castellano; sus opiniones sobre los autores de su tiempo y sus influencias literarias; su catolicismo, a menudo teñido de un pesimismo vital que se hizo más acuciante a raíz de la muerte en 1974 de su esposa, suceso que aparece novelado en Señora de rojo sobre fondo gris (1991), otra de sus novelas muy humanas y que resisten bastante bien el paso del tiempo.

En un célebre artículo de 1986 para el diario ABC, Delibes criticó con agudeza la justificación ideológica usual de la postura abortista. La pieza, Aborto libre y progresismo, ha sido reproducida de nuevo en ABC con ocasión de la muerte del escritor.

El hereje (1988), su último gran éxito, contiene muchas de sus preocupaciones existenciales; sin embargo, a pesar de las ventas, se trata de una novela alejada de su mundo narrativo, de su ambiente vital, de los rasgos de los personajes que le han dado más fama, aquellos a los que dedicó su discurso cuando recibió en 1993 el Premio Cervantes. En este sentido, no me parece una de sus grandes creaciones. Personalmente, me interesa mucho más la visión cálida y a menudo dura de la vida del campo que aparece en El camino y Las ratas.

Aceprensa ha publicado reseñas de más de veinte libros de Miguel Delibes. En la web se pueden leer las más recientes.

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