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En qué se parecen los países con mejor rendimiento escolar

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¿Qué es lo que lleva a países como Corea, Finlandia, Japón, Hong Kong o Canadá a destacar, año tras año, por su calidad de enseñanza? El nuevo informe PISA, que evalúa el nivel de la enseñanza secundaria en 65 países, ofrece algunas pistas: la igualdad de oportunidades unida a la calidad de enseñanza, la mayor autonomía de las escuelas y la disciplina en las aulas son algunos factores que contribuyen al éxito escolar.

Medio millón de alumnos de 65 países (los 34 de la OCDE y otros) han participado en las pruebas de este informe, el cuarto que se realiza en el marco del programa PISA. Al igual que en ediciones anteriores, el número de países que quieren someterse a estos criterios de evaluación externos sigue aumentando.

Los alumnos de los países que deciden participar realizan pruebas escritas -las mismas para todos- en sus propias escuelas. El informe de este año se ha fijado sobre todo en la comprensión lectora (incluyendo por primera vez el soporte digital), pero también ha valorado las competencias matemática y científica.

Shanghái, que ha participado por primera vez, ha arrasado en las tres competencias básicas. Y aunque no representa el nivel educativo del resto de China, su posición en la tabla refuerza el prestigio mítico del “modelo asiático”. Le siguen Corea, Finlandia, Hong Kong, Singapur, Canadá, Nueva Zelanda, Japón y Australia.

Si se compara con los anteriores informes PISA, uno descubre que los primeros puestos suelen estar copados prácticamente por los mismos países: en 2000, los mejores fueron Finlandia, Australia, Canadá y Nueva Zelanda; en 2003, Finlandia, Corea, Japón y Hong Kong; y en 2006, Finlandia, Hong Kong, Canadá y Taiwán.

¿Qué tienen en común?

Mercedes Esteban Villar, directora del Instituto de Estudios Educativos y Sociales, aconseja prudencia al comparar los resultados. “Hay muchos factores en juego, y no se pueden establecer correlaciones a la ligera. Las distintas culturas escolares predominantes en cada país influyen mucho en los resultados”, dice.

El propio informe anda con cautela y advierte que no pretende establecer relaciones de causa-efecto. No obstante, con la perspectiva de casi una década, dedica uno de sus seis volúmenes a destacar los factores que comparten los países que están en los primeros puestos de la tabla.

En primer lugar, los buenos sistemas educativos son aquellos que unen la calidad de enseñanza (o sea, los que logran resultados por encima del promedio de la OCDE) y la igualdad de oportunidades.

Además, el informe constata que “los países donde las escuelas gozan de más autonomía para diseñar el plan de estudios y establecer políticas de evaluación tienden a lograr mejores resultados”.

A diferencia de quienes reducen el concepto de autonomía a cuestiones organizativas, PISA 2009 menciona expresamente la libertad de elección como uno de los elementos que integran la autonomía.

También destaca “la tendencia general hacia una mayor autonomía” entre los países participantes; si bien la forma de concretar esa autonomía varía mucho de un país a otro en función de la diversidad del sistema escolar.

Deslumbrados por Asia

Según el informe, en general se obtienen mejores resultados cuando los profesores están bien pagados; en cambio, la reducción del número de alumnos por aula no necesariamente garantiza el éxito. De hecho, entre los países que tienen clases con muchos alumnos y profesores con salarios altos se encuentran muchos de los mejores en comprensión lectora: Japón, Corea, Hong Kong, Shanghái y Singapur.

Pero pagar bien a los profesores no es suficiente. Así, el informe destaca que los estudiantes sacan mejores resultados cuando hay disciplina en las aulas. La disciplina no tiene por qué ser sinónimo de rigidez; el informe la identifica más bien con una actitud positiva de exigencia que lleva a los profesores a esperar mucho de los alumnos con independencia del nivel socioeconómico de su entorno.

Esteban Villar ve aquí una clave del tan traído y llevado éxito asiático. “Una cultura escolar viene dada por la respuesta a dos preguntas: ¿qué pide la sociedad a sus escuelas?, y ¿qué piden las escuelas a sus alumnos? Mientras que las escuelas asiáticas están orientadas a la tarea, las de los países occidentales suelen enfocarse más a los exámenes”.

“En Asia, se asume que aprender es costoso y exige esfuerzo. Un planteamiento así llega a cambiar el clima escolar y la atmósfera del centro”. Los buenos resultados “también dependen en gran medida del valor que las familias asignan a la educación”.

España, ¿estable o estancada?

En el informe PISA, España ocupa el puesto 26 de los 34 países de la OCDE. Los estudiantes españoles han obtenido veinte puntos más que en 2006 en comprensión lectora. También han obtenido resultados ligeramente mejores en competencia matemática, y mantienen los niveles en competencia científica.

Ahora bien: esa mejora no ha hecho más que devolver a España a los niveles de 2003, lo que significa que nuestros alumnos siguen sin alcanzar la media de la OCDE en los tres indicadores: comprensión lectora (481), competencia matemática (483) y competencia científica (488).

Por eso, llama la atención la lectura tan optimista que ha hecho el Ministerio de Educación sobre los resultados: “España se consolida como ejemplo de equidad educativa y mejora al ritmo de los países de la OCDE”.

“Es cierto -explica Esteban Villar- que España ha conseguido niveles de equidad educativa muy notables. Pero si la cohesión social no va acompañada de la suficiente cualificación de nuestros estudiantes, perderemos el tren de la competitividad y, lo que es peor, desatenderemos el potencial de excelencia y de talento por la falsa idea de ‘igualar’ resultados en una media razonable”.

Al igual que otros expertos, Esteban Villar cree que la educación española necesita mejorar. Un posible punto de mejora puede ser la autonomía. “Nuestro sistema educativo tiende a homogeneizar. Aunque el marco legal español prevé la autonomía, en la práctica está muy condicionada por los desarrollos reglamentarios”.

“Por otra parte, pocos quieren asumir las consecuencias de la autonomía que incluyen la innovación, la diferenciación, la iniciativa y la asunción de riesgos, aunque también lleva aparejada una rendición de cuentas vinculada a los objetivos de logro escolar”.

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