Las prioridades de la OMS para combatir la mortalidad materna

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La Organización Mundial de la Salud acaba de publicar el «Informe sobre la salud en el mundo 2005», dedicado este año a la mortalidad materna por causas relacionadas con el embarazo y a la mortalidad infantil. La OMS lleva mucho tiempo hablando de esto, que sin duda es un tema clave. Pero todavía no ha resuelto su mayor problema para dar consejos: ofrecer datos fiables.

A diferencia de otros macroestudios -donde, por ejemplo, faltan los datos de un par de países-, en este caso hay que leer previamente las notas explicativas a las estadísticas para juzgar las recomendaciones de la OMS: «Conviene subrayar que a veces las estimaciones no derivan directamente de los datos notificados»; «Para la región de África los datos son prácticamente inexistentes»; «La mayoría de los países que notifican a la OMS datos del registro civil completos forman parte de regiones desarrolladas»; «En muchos países, los datos sobre número de comadronas son difíciles de obtener, están incompletos y son poco fiables»; «Todas las estimaciones existentes de la mortalidad materna están sujetas a cierto grado de incertidumbre», etc. La OMS expresa el deseo de que «el uso de los resultados conduzca progresivamente a una cuantificación más cabal de los indicadores». Pero hace diez años la OMS hizo aquellas mismas salvedades a los datos sobre mortalidad materna e infantil (ver Aceprensa 103/95). El deseo no se ha cumplido.

Con estas estimaciones inciertas, se entiende que la OMS ya no tenga reparo en reproducir la cifra redonda del medio millón de mujeres que mueren al año por causas relacionadas con el embarazo y que siga recomendando el acceso al aborto a países de los que no se tiene información fiable.

Hace unos años se decía que la primera causa de muerte de las mujeres embarazadas eran las pésimas condiciones en que se practicaban los abortos peligrosos/clandestinos, que terminaban con la vida de hasta 250.000 mujeres (ver Aceprensa 131/94). La OMS ha ajustado oficialmente el número en este informe: ahora son 68.000 (solo un 0,3% del total de abortos peligrosos que se practican en todo el mundo). Y ya no es la primera causa de muerte materna sino la tercera o cuarta, aunque las cifras sigan siendo un misterio.

La inmensa mayoría de las muertes maternas – «muerte de una mujer mientras está embarazada o dentro de los 42 días siguientes a la terminación del embarazo»- se debe, en cambio, a hemorragias postparto, infecciones, eclampsia, parto obstruido y enfermedades preexistentes o concomitantes que, sin ser complicaciones del embarazo, se agravan con él, como la malaria, anemia, sida o enfermedades cardiovasculares.

La OMS afirma que la mayoría de estas muertes son evitables. Unas soluciones sencillas servirían para reducir el número de muertes: inyecciones de oxitocina tras el parto, administración de antibióticos, atención competente durante el parto, etc. El reto no es tecnológico, sino estratégico, y además resultaría barato.

Más complicado es lograr que no falte atención médica en el momento del parto, cosa que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte si surgen complicaciones. Actualmente, solo las dos terceras partes de las mujeres que dan a luz en los países en desarrollo cuentan con personal especializado durante el parto.

Sin embargo, el informe insiste en que las medidas más importantes que hay que tomar son, por este orden: prevenir los embarazos no deseados, convertir los abortos inseguros en la prioridad de la sanidad pública y, en tercer lugar, administrar cuidados prenatales para mejorar la salud de la madre y el hijo. Suerte.

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