·

Un conflicto de vida o muerte

publicado
DURACIÓN LECTURA: 3min.

Contrapunto

La ampliación del aborto propuesta por el PSOE significa que la vida del hijo concebido queda a disposición de la madre. Le basta alegar que el embarazo es causa de un conflicto personal, familiar o social, cuya gravedad sólo ella puede medir. Por lo tanto, este «cuarto supuesto» se basa en un supuesto previo: que el feto no tiene ningún derecho y que la libertad de la mujer para ser madre no debe estar condicionada por sus decisiones anteriores que condujeron al embarazo.

Se comprende que esta concepción radical de la autonomía de la mujer exija como contrapartida la anulación de cualquier derecho del hijo o de terceros. Lo que no se entiende es por qué limitarla a las 12 primeras semanas del embarazo. El conflicto puede surgir también después. Puede haber un cambio inesperado en la situación económica, puede darse la ruptura de la pareja, puede incluso que el hijo nazca con una minusvalía no detectada o causada por un accidente durante el parto… ¿Por qué entonces no puede invocarse lo que vale en los tres primeros meses?

Tanto antes como después de las 12 semanas existe ya una vida humana en el seno materno. El desarrollo del niño es un despliegue gradual de la información genética presente desde el momento de la concepción, y no es posible señalar cualquier otro momento en que la vida comience a existir. Cualquier frontera que se intente establecer es artificial. Si se pone como línea divisoria que el feto sea viable, será una línea cambiante, pues la ciencia médica está consiguiendo que sobrevivan en buenas condiciones recién nacidos prematuros que antes morían. Además, un bebé prematuro puede ser viable en un centro con los últimos avances médicos y no serlo en otro peor equipado.

Si adoptamos como criterio de vida el funcionamiento del cerebro, tampoco está claro si hay que tener en cuenta los primeros signos de actividad en la decimocuarta semana o la existencia de una actividad continuada, lo que no se produce hasta semanas más tarde.

Y si el criterio es el nacimiento, ¿quién dice que un recién nacido tiene derecho a la vida? También hay quien lo discute, como el filósofo Peter Singer, autor de Repensar la vida y la muerte. A diferencia de otros partidarios del aborto, Singer admite que el feto es un ser humano vivo: «¿qué otra cosa podría ser sino humano?». Pero, a su juicio, esto no significa que sea ilícito acabar con su vida. Lo que importa es qué capacidades o características tiene ese ser vivo y si es aceptado por sus padres.

Definir cuándo comienza la vida le parece sin sentido: «Lo absurdo radica en el intento de establecer una línea divisoria precisa en algo que es un proceso gradual». Ni siquiera el momento del nacimiento sería decisivo: «Los bebés humanos no nacen con conciencia de sí mismos, ni son capaces de comprender que existen en el tiempo. No son personas. De ahí que no parezca que sus vidas merecen más protección que la vida de un feto». Por ejemplo, si nace un niño discapacitado, sus padres deberían tener la oportunidad de decidir si debe seguir con vida. Por eso propone que «se podría conceder un periodo de veintiocho días después del nacimiento antes de que se aceptara que el recién nacido tiene el mismo derecho a la vida que los demás». Y si no, licencia para matar, que dirían los obispos. No hablemos de infanticidio, por favor, bastaría decir que el recién nacido «no fue reconocido».

Después de todo, ha sido una práctica admitida en otras culturas hasta que llegó el cristianismo, que rechazaba el abandono de los recién nacidos no deseados. Podría decirse, por lo tanto, que la idea de que el recién nacido es una persona responde a una creencia cristiana, muy respetable, pero que no se puede imponer a todos en una sociedad laica.

¿Tremendismo? Singer no es un desalmado, sino un especialista en problemas éticos. Lo que le distingue es que lleva hasta el final las mismas premisas que otros abandonan a mitad de camino. Igual que la vida humana es un despliegue de lo que ya existía tras la fecundación, también la lógica del aborto o del respeto a la vida está ya inscrita en las premisas de partida.Ignacio Aréchaga

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.