Diez argumentos contra el matrimonio de homosexuales

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El próximo 1 de enero entrará en vigor en Holanda una ley de unión civil que equipara a las parejas homosexuales con los matrimonios a efectos fiscales y de herencia, pero no les permite adoptar niños ni recurrir a la fecundación in vitro. Quienes piden que también se admita esto -entre ellos, los miembros de una comisión parlamentaria- y consideran que no basta un mero contrato de convivencia, sostienen que no hay argumentos objetivos para oponerse al matrimonio entre homosexuales. M.J.A. van Mourik, catedrático de derecho de la Universidad Católica de Nimega, ofrece diez (NRC Handelsblad, 19-XI-97).

1. Abrir el matrimonio a uniones de otra clase significa suprimirlo en su sentido más clásico, universal y predominante. Una institución de tanto peso, arraigada en la cultura, no se puede suprimir por las buenas.

2. El Convenio europeo sobre derechos humanos y libertades fundamentales [art. 12] reconoce al hombre y a la mujer el derecho a casarse, y con eso se refiere sólo y únicamente al matrimonio en su sentido literal, tradicional. Lo mismo se puede decir de otros muchos tratados.

3. Abrir el matrimonio a uniones de otra clase, en términos legislativos sólo tendría sentido si se diera en un contexto ampliamente internacional.

4. La relación afectiva entre un hombre y una mujer es esencialmente distinta a la relación entre dos personas del mismo sexo, así como la que puede darse entre un hermano y una hermana o la de un grupo de más personas. Por supuesto que el matrimonio depende de la sexualidad. Al abrir el matrimonio a otras uniones, la sexualidad ya no se considera determinante, con lo cual no habría razón para no dar la posibilidad de contraer matrimonio a las personas que mantienen las otras relaciones citadas.

5. Abrir el matrimonio a las parejas homosexuales ya no es necesario por razón de ventajas o desventajas jurídicas. A partir del 1 de enero, la «asociación registrada» tendrá las mismas que el matrimonio. El deseo de acceder al mismo estatuto legal que el matrimonio se convierte en una vulgar cuestión de prestigio, sin otro fin que ensalzar la relación homosexual.

6. Los hijos deben ser cuidados y educados, siempre que sea posible, por su padre y su madre biológicos. Que esto no ocurra a veces por motivo de divorcio es triste, pero no resta fuerza a dicha preferencia. Especialmente los problemas de identidad son aquí razones de peso.

7. En términos genéticos, todos los hijos tienen un padre y una madre. Los hijos con dos padres o dos madres son imposibles. El derecho debe tener en cuenta esta realidad, sobre todo por el interés del niño, no permitiendo la adopción por parte de dos personas del mismo sexo.

8. También otras personas que no son madre o padre de un niño pueden llegar a estar en la situación, comparable con la del padre o la madre, de tener la responsabilidad del niño. La ley cambia de tal manera a partir del 1 de enero, que incluso dos personas del mismo sexo pueden tener la patria potestad. A esta potestad van unidas deberes de cuidado y educación. La afirmación de Kottman [nombre de la comisión parlamentaria citada] de que los 20.000 niños que ya viven con parejas de homosexuales están fuera de la ley es una idiotez, lo mismo que decir que este es el motivo que hace que el matrimonio entre homosexuales sea urgente.

9. Si una madre se vuelve a casar después de un divorcio, sus hijos se encontrarán con un nuevo esposo. A diferencia de lo que sugiere Kottman, esta situación es distinta de la que se da cuando una pareja lesbiana se sirve del esperma de un donante o cuando una pareja de hombres homosexuales alquilan a una madre. En estos casos, se priva a un hijo de un padre o una madre. Ahí hay motivos de egoísmo que deberían ceder en favor del interés del niño. (…)

10. En resumen, no es pedir demasiado que este limitado grupo de parejas homosexuales deseosas de casarse se conformen con la fórmula de «asociación registrada».

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