Los adeptos a la filosofía “pro choice” quieren controlar la muerte igual que deciden cualquier otro acontecimiento de la vida, desde un aborto a un divorcio. De ahí que la eutanasia y el suicidio “asistido” se presenten como un ejercicio de autonomía del paciente, que decide apearse de la vida en un gesto digno y soberano. En vez de una muerte sufrida, buscan un procedimiento higiénico, rápido e indoloro, con la asistencia de un experto.
A lo mejor esto funciona así en algunos casos de gente adinerada, que puede permitirse hacer turismo de muerte rápida en una clínica suiza. Pero la experiencia de países que han legalizado la eutanasia demuestra que en cuanto se admite la idea de que hay ...
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.