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Ecumenismo: El «test» de Asís

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Roma. El encuentro de oración por la paz en Europa, y sobre todo en los Balcanes, convocado por el Papa en Asís (Italia) los días 9 y 10 de enero, ha sido también un test para comprobar el estado de salud de las relaciones entre la Iglesia católica y las otras confesiones cristianas.

Ante los ritmos lentos del diálogo teológico, la situación del ecumenismo se pone en evidencia, sobre todo, con ocasión de este tipo de manifestaciones. Por eso, ante el encuentro de Asís, la atención se centraba en la respuesta que darían las Iglesias ortodoxas a la invitación del Papa. Finalmente, los ortodoxos no participaron en el encuentro, salvo un caso aislado. La negativa fue promovida por los ortodoxos serbios, que consideran que el Vaticano ha adoptado una actitud anti-serbia en el conflicto de la ex Yugoslavia. Los ortodoxos de otros países tampoco asistieron por solidaridad.

El rechazo a participar en una iniciativa católica ya se había producido en otoño de 1991, cuando los ortodoxos rehusaron acudir al Sínodo de Obispos Europeos. En aquella ocasión, el rechazo fue capitaneado por el Patriarcado de Moscú, como respuesta a lo que consideraba «actitud expansionista» de los católicos en la antigua Unión Soviética.

Las dificultades en las relaciones entre católicos y ortodoxos aconsejaron aplazar sine die, el pasado junio, una de las reuniones teológicas bilaterales previstas. De todas formas, en los últimos meses las relaciones entre ambas Iglesias han sido menos tensas en Rusia y en otras repúblicas de la ex Unión Soviética. El mismo patriarca ortodoxo serbio, Pavle, en la carta en la que explica su decisión de no estar presente en Asís, expresa su deseo de visitar al Papa en un futuro próximo.

En Asís hubo también representantes de los anglicanos y metodistas de Inglaterra, de los luteranos de Finlandia y Suecia, de los reformados de Suiza, etc.

Atendiendo a las delegaciones presentes, se podría decir que las relaciones de la Iglesia católica con otras confesiones cristianas no presentan especiales problemas, desde el punto de vista de la «buena vecindad». Ni tan siquiera con la Comunión Anglicana, que envió al arzobispo de York, el segundo de su jerarquía.

El Vaticano se ha portado con honestidad ante la decisión del sínodo anglicano de aprobar el sacerdocio femenino. Primero, señaló claramente que esa medida suponía un nuevo y serio obstáculo en el proceso de unión. Después, ha adoptado una actitud prudente ante la crisis interna que esa decisión ha provocado entre los propios anglicanos.

En este sentido, y refiriéndose al posible paso de anglicanos al catolicismo, el párroco anglicano Geoffrey Kirk ha declarado a la revista italiana 30 Giorni que conviene ir despacio: «Hace falta construir un puente sobre el que pueda pasar el mayor número posible de personas. Ahora se pasarían quizá doscientas parroquias. Dentro de algunos años podrían ser dos mil».

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