Una sociedad que integre los valores femeninos

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Corine Kumar, india, que fue en 1988 una de las cofundadoras del Consejo Asiático para los Derechos de la Mujer, explica en declaraciones a Le Monde (27-IV-94) las aspiraciones de su lucha: más que una igualdad con los hombres, se trata de que la sociedad asuma los valores femeninos.

– Existe hoy una plétora de organizaciones femeninas en Asia. ¿Qué significa este fenómeno?

– Refleja una profundización de la reflexión y un arraigo de esos grupos en las sociedades. La historia de las mujeres de Asia entra en una nueva fase. Si las chinas han tenido los pies vendados, las asiáticas han tenido durante mucho tiempo «el espíritu vendado». Hoy nos hacemos oír para reivindicar derechos, pero también para contribuir a forjar una solución alternativa a las orientaciones actuales. Lo que reivindicamos no es tanto una igualdad de derechos como una sociedad -para las mujeres y para los hombres- que integre los valores femeninos: no aspiro a ser igual al hombre en el mundo tal como es hoy, desigual para las mujeres pero también para los pueblos del Sur.

– ¿A qué valores femeninos alude?

– Un ejemplo: se tiende demasiado a pensar que la racionalidad es el único camino para acceder al saber. Pero las mujeres tienen otros medios, más sensibles, de acceso al conocimiento. Por su herencia, las mujeres tienen otra historia que contar.

– ¿La concepción corriente de los derechos humanos no deja espacio para la defensa de los derechos de la mujer?

– El problema es más amplio. Los derechos humanos son el reflejo de una historia y de una ideología particulares: el individualismo. Entre el individuo, puro ciudadano, y el Estado nación, no hay nada. Es una concepción chata del individuo. Ahora bien, nosotros pertenecemos a comunidades, a grupos, a etnias, a castas. Negar estas pertenencias e identidades conduce a desastres. El caso de Yugoslavia es revelador. No pretendo negar la universalidad de los derechos humanos, como hacen los gobiernos de Malasia o de Singapur para justificar una concepción restrictiva de las libertades. Pero pienso que hay que forjar un nuevo universalismo que no nazca de una hegemonía: un universalismo que integre las diferencias y que tenga en cuenta otras concepciones de la justicia, del derecho común, del sentido comunitario.

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