Una madre de dos millones de dólares

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Contrapunto

No son excepcionales los casos de mujeres que dejan el trabajo para dedicarse sólo a la familia. Pero si se trata de una de las mujeres que han llegado más alto en el mundo empresarial de Estados Unidos y si renuncia a unos ingresos de 2 millones de dólares anuales, su caso merece salir en el Wall Street Journal con todos los honores. Brenda Barnes, 43 años, directora de la división Pepsi-Cola Norteamérica, era el típico ejemplo de mujer que ha roto el «techo de cristal». Tras 22 años de trabajo en Pepsi, Brenda Barnes estaba en la primera fila de una gran compañía y en la lista restringida de las mujeres con más futuro del mundo empresarial norteamericano.

A diferencia de otras profesionales que han triunfado en el trabajo, su dedicación laboral no le había impedido tener tres hijos. Tenía prestigio, tenía poder, tenía dinero, tenía marido e hijos. No tenía lo mismo que suele faltar a otras mujeres y hombres que corren del hogar a la oficina: tiempo para la familia. Un febril ajetreo de viajes, reuniones y comidas conspiraba contra su tarea de madre. Finalmente, ha anunciado que dejará su puesto en Pepsi para ocuparse de sus hijos de siete, ocho y diez años, pues «ahora lo que más necesito es tiempo para mi familia».

Es lo mismo que podrían decir tantas mujeres que sufren el estrés para conciliar trabajo y familia. Pero son minoría las que deciden dejar el trabajo. O las que pueden permitírselo. En Estados Unidos, actualmente, en el 84% de los matrimonios trabajan marido y mujer, muchas veces porque ambos sueldos son necesarios en el hogar. Brenda Barnes sí podía permitírselo, aunque reconoce que dejar Pepsi ha sido una decisión «traumática». ¿Es que la mujer está condenada a elegir entre trabajo o maternidad? Barnes piensa que su experiencia profesional siempre será valiosa: «Espero que la gente no vea mi decisión como un ‘las mujeres no pueden hacerlo’, sino que digan: ‘durante 22 años Brenda dio lo mejor de sí y consiguió hacer grandes cosas'».

Su decisión indica que también considera una gran cosa ocuparse de la educación de sus hijos. Al subordinar su carrera profesional a su «empresa familiar», ha demostrado que el éxito no se le ha subido a la cabeza. Y si acertar en las prioridades es una característica de los buenos directivos, parece que Brenda Barnes ha vuelto a confirmar su valía.

Pero la prioridad de la familia tampoco puede hacer olvidar el problema de fondo: una organización laboral inadaptada a las necesidades de las familias con hijos pequeños. Un mundo en el que marido y mujer trabajan no puede seguir funcionando con los criterios (horarios, organización del trabajo, carreras profesionales, reparto de tareas domésticas…) que funcionaban cuando sólo el marido sostenía a la familia. Y es aquí donde la innovación empresarial deja más que desear.

«He luchado con esto durante largo tiempo», declara Barnes. «Y creo que no habrá hombre que no tenga la misma lucha. Confiemos en que algún día la empresa pueda abordar este problema». Un día en que quien diga «quiero volver a casa» lo haga porque lo ve conveniente y sin sentirse obligada por el conflicto entre trabajo y familia.

Ignacio Aréchaga

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