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Una cristiana en la corte de Hollywood

publicado
DURACIÓN LECTURA: 13min.

Barbara Nicolosi, directora de la escuela de guionistas Act One
Después de leer decenas de guiones de películas, escritos por «buena gente» pero con más voluntad que calidad, Barbara Nicolosi decidió que la vía para mejorar los contenidos de Hollywood era centrarse en las personas. Así nació Act One, un programa destinado a jóvenes que quieren entran en la industria del espectáculo sin renunciar a su identidad cristiana. En esta entrevista, realizada durante su paso por Roma, habla de ese proyecto, de algunas tendencias en el mundo del cine y de la presencia de los cristianos en Hollywood.

En poco más de seis años, Barbara Nicolosi se ha convertido en un punto de referencia para cuantos aman el cine y desean contribuir a mejorarlo desde dentro. Su punto de vista es explícitamente cristiano: no existen películas técnicamente buenas, pero con mensaje negativo. Existen películas verdaderas o falsas. Siguiendo a Aristóteles, sostiene que la belleza es una dimensión de la verdad, elaborada con maestría. Por eso, tampoco basta que el mensaje sea excelente si falta dominio técnico.

— Una curiosidad, para empezar. Usted tiene en internet un weblog muy visitado, sobre temas de cine, que se llama «Church of the Masses». ¿Por qué ese título?

— Es una expresión que procede de un crítico de Nueva York. No recuerdo su nombre, pero dijo -ya en 1930- que el cine era «la nueva iglesia de las masas». El lugar donde la gente va, se sienta en la oscuridad y escucha la predicación. Si eso era entonces, cuánto más hoy, cuando tanta gente no va a la iglesia, pero sí acude al cine o ve la televisión con la misma actitud con la que antes iba al templo. No es algo necesariamente negativo. Siempre necesitaremos la Iglesia, pero los medios de comunicación pueden cumplir una buena función educativa. En cualquier caso, es un signo de los tiempos, y por eso llamo a mi «weblog» de esta manera.

El impacto de «The Passion»

— ¿De ahí también su insistencia en que los padres tienen que educar a los hijos en la cultura de los mass media?

— Es evidente. Los chicos necesitan estar preparados para vivir en nuestra sociedad y no en la sociedad del siglo XIX. La misión de los padres no es solamente proteger, es sobre todo preparar. Enseñar a sus hijos a moverse entre la miríada de mensajes con los que se encuentran a diario, de modo que sepan apreciar lo bueno y evitar lo dañino. Se requiere mucha energía para introducir este discernimiento de los mensajes de los medios de comunicación en la vida familiar. Pero no existe alternativa.

Hay una idea muy bonita del Papa acerca de los medios de comunicación y su capacidad para crear comunidad en la familia humana. En un tiempo en que la tecnología nos aísla, Dios nos hace el regalo del cine y la televisión, que podemos disfrutar juntos. El problema es que mucha gente que trabaja en el mundo de los mass media no se preocupa por el bien de la audiencia, de modo que la mayoría de lo que se produce hoy es dañino. Pero si hubiese mejor gente trabajando ahí, sucedería lo contrario. Vivimos en una sociedad difícil. La industria pornográfica, por ejemplo, es enorme y sigue creciendo cada día. Por otra parte, también se produce The Passion, que es un símbolo de que la gente quiere belleza, verdad y bondad. Veremos cómo evolucionan los acontecimientos, pero no hay opción: debemos trabajar en los medios de comunicación. Aunque pueda parecer que es muy tarde para dar la vuelta a esta cultura, todavía hay mucha gente a la que podemos ayudar.

— Ya que lo ha mencionado, ¿cuál ha sido el impacto de «The Passion» dentro de la industria de Hollywood?

— En realidad, no han sido muchos en Hollywood los que han visto la película. Se ha preferido ignorarla. En este sentido, no se puede hablar de un impacto sustancial. Pero, al mismo tiempo, buena parte de los que trabajan en la industria son conscientes del tremendo éxito del film. Yo creo que los más inteligentes están pensando qué hacer con el fin de recuperar para las salas de cine al público de The Passion, ya que muchos de cuantos la vieron llevaba años sin salir a ver una película. El problema es que estos ejecutivos no saben qué es lo que los cristianos quieren ver. Espero que la gente de la industria tenga el sentido común de acudir a cristianos para realizar esas películas.

Canciones tristes

— ¿Es la rentabilidad económica el único lenguaje que Hollywood entiende? A veces, ante determinados títulos, puede dar la impresión de que hay también una especie de agenda oculta que se rige por prejuicios ideológicos.

— Ninguna de esas dos visiones es completamente cierta. Hollywood es un negocio, un show-business, no un show-art, pero la mayoría de las veces no es el dinero lo que inspira el nacimiento de un proyecto. Normalmente, los escritores no empiezan a escribir pensando en la rentabilidad económica. Cuando los estudios toman el proyecto sí que se plantean: «¿cómo sacamos más dinero de esto?». En parte se explica, pues la inversión económica que está en juego es enorme. Basta pensar que, el año pasado, el presupuesto medio de una película en Hollywood fue de cuarenta y seis millones de dólares. En cuanto a las agendas, diría que hay un diez por ciento de gente del cine situada en la extrema izquierda de Hollywood con unos planteamientos ideológicos concretos, y un porcentaje similar en el lado opuesto. Pero en medio hay un ochenta por ciento de profesionales que simplemente intentan vivir haciendo su trabajo. Los artistas necesitan hacer arte y se entregan a su proyecto por completo, sin pensar en el riesgo o en el dinero. Tienen un talante natural generoso. Por eso, si tú dices a la gente en Hollywood: «este proyecto ayudará a los niños», está seguro de que te apoyarán. El problema es la confusión de ideas. Por ejemplo, piensan que el «sexo seguro» es bueno, y en consecuencia creen que tienen que promocionar el uso de condones… Necesitamos profesionales que sepan lo que es realmente bueno.

— ¿Vislumbra alguna tendencia de fondo en Hollywood?

— Sigo con interés el trabajo de las jóvenes generaciones (de los veinte a cuarenta y cinco años), y veo que muestran un rechazo de los valores de la revolución sexual. Son los hijos de los protagonistas de aquella revolución y, por tanto, han sufrido sus consecuencias. Han crecido solos, en familias divorciadas, con hermanos que han sido abortados… y todo en nombre de la autorrealización de sus padres. Es una generación de artistas confusos. No juzgan a sus padres, porque les quieren, pero al mismo tiempo sienten que han sido privados de algo que deberían haber tenido, pero no saben tampoco qué es… No tienen nada con que comparar.

Un amigo mío, Craig Detweiler, guionista y autor del libro A Matrix of Meanings, dice que la música y películas de esta generación le recuerdan a «los judíos entonando cantos tristes junto a los ríos de Babilonia». Aquella gente del destierro no conocía Jerusalén, pero sabían que era su casa. El arte de este momento es triste. Pienso que la siguiente generación será la del arrepentimiento y la alegría. Tenemos que ser pacientes con la tristeza de esta generación. Películas como Eternal Sunshine («Olvídate de mí») o Lost in translation reflejan muy bien esta situación. Hoy todas las buenas comedias acaban en drama.

Sin hacer grupo aparte

— En el Renacimiento eran los cristianos, concretamente católicos, quienes hacían el arte y la cultura. ¿Dónde están hoy? ¿Por qué no hay católicos en Hollywood?

— La situación de Hollywood pienso que es un reflejo de la situación de la sociedad en general. Hay numerosos bautizados, pero no practicantes. Muchos son culturalmente católicos (de origen italiano, por ejemplo), pero han perdido la fe en el camino, incapaces de integrarla con la carrera. De todas formas, en las nuevas generaciones están apareciendo artistas, también en Hollywood, que quieren vivir un catolicismo auténtico. Van a Misa, aprecian la liturgia, asisten a retiros espirituales… La pregunta es: ¿no es demasiado tarde? ¿No es esto una gota en el océano? En mi opinión, razonando desde la fe, es una cuestión que no nos tiene que preocupar, es cosa de Dios. Nosotros tenemos que hacer lo que tenemos que hacer.

— Usted suele ser crítica con algunos proyectos cinematográficos realizados sólo por católicos, al margen de la industria.

— Mi única preocupación es que los católicos no formen un grupo aparte. No creo que sea eso lo que Dios espera de nosotros. Está bien juntarse para recuperar energías, pero después hay que volver a la comunidad de donde cada uno procede y trabajar ahí, aunque se trate quizá de un par de católicos entre veinte o treinta paganos. Hay que vencer la tentación de quedarse en el confort de la propia casa. El problema de trabajar sólo con personas que comparten tu fe es pensar que lo único que interesa es el resultado final, lo que sale en la pantalla. Pero no es así, lo que importa es el mismo proceso del trabajo, la oportunidad de compartir nuestra vida y creencias con otras personas creativas de la industria. Hollywood necesita gente que dé testimonio de la verdad del Evangelio con sus vidas y con la calidad del trabajo que realizan. Para ello se precisan personas que sepan lo que les espera y tengan una estrategia espiritual para hacer frente a esas dificultades.

En mi opinión, hacer proyectos aislados es también una mala idea desde el punto de vista empresarial. Por lo general, en la industria del entretenimiento debes ser capaz de promover diez proyectos para conseguir beneficios. Además, se puede decir lo que se quiera de Hollywood, pero es innegable que conocen su oficio. Saben cómo contar historias y cómo hacerlas llegar a una audiencia mundial. Así que la misma calidad del proyecto se beneficia.

Diego Contreras y Enrique Fuster«En Act One nos centramos en las personas»

— Act One es un programa explícitamente cristiano, promovido por católicos y protestantes. ¿En qué consiste?

— Es una comunidad de jóvenes escritores, y desde ahora también de ejecutivos, a los que damos la formación y el apoyo espiritual y creativo que necesitan. Somos simplemente un grupo de artistas que queremos representar nuestra visión del mundo en la industria cinematográfica. Queremos hacer las películas que nos gustaría ver. Nuestro objetivo es formar una comunidad de artistas de talento, cuyo principal testimonio se dirige a mostrar a sus compañeros que el empeño por llevar una vida santa no es incompatible con la excelencia en el oficio y la profundidad de contenido.

— ¿Cómo llevan a cabo esa preparación?

— El modelo son los talleres de arte del Medioevo, donde un maestro enseñaba el oficio a cuatro o cinco aprendices. Esto equilibra el aislamiento que el artista debe padecer. Además, el maestro tiene la libertad de decir a un alumno: «tú no sirves para esto», cosa que no se puede hacer en la universidad. En el futuro, si conseguimos financiación, nos gustaría llegar también a productores, directores y actores.

El proyecto lo empezamos hace seis años, en Hollywood, cuatro escritores de cine y televisión; ahora somos unos ochenta. En este tiempo hemos preparado a más de doscientos jóvenes escritores, algunos de los cuales ya están trabajando en diferentes niveles de la industria. Pero es una inversión a largo plazo. La idea de fondo de Act One es centrarnos en las personas, no en proyectos. Por eso no buscamos financiación para hacer películas, sino que ponemos nuestra atención en los artistas, proporcionándoles una buena formación. Serán ellos quienes llevarán a cabo luego muchos proyectos. Es la mejor inversión.

El guión, la clave

— ¿Por qué ese énfasis en los escritores?

— Nada sucede sin el guión. Por eso empezamos por los escritores. Porque ellos son el primer y esencial eslabón de todo proyecto. Escribir es duro, muy duro. Es una tarea solitaria que exige horas y horas de práctica. Y el proceso es largo. Pero, al mismo tiempo, en Hollywood un buen guión es una fuerza imparable. Si tienes un buen guión, puedes conseguir una buena película. Si tienes un mal guión, nunca lograrás una buena película.

— ¿Qué aconsejaría a la gente joven idealista que tras el impacto de «The Passion» afirman que les gustaría hacer lo mismo, ser el próximo Mel Gibson?

— Me he encontrado varias veces ante casos de ese estilo. En particular, recuerdo a un chico que vino a verme después de una conferencia en Washington y me dijo eso. Le respondí: muy bien, deja todo lo que estás haciendo y empieza a aprender el oficio de director de cine. Ve a una escuela de cine durante cinco años, pero a una de las mejores (pagando, por tanto, ocho mil dólares). Cuando termines, trasládate a Hollywood y empieza a hacer todos los trabajos que puedas, incluso los más insignificantes, hasta que consigas ser contratado y reconocido. Una vez ahí, dedica los veinte años siguientes a llegar a ser una estrella mundialmente famosa. Cultiva la idea de hacer una película como The Passion y trabaja en ella durante diez años. Mientras tanto, haz otra película y gana un Oscar. Una vez conseguido, haz tu propia The Passion… y serás Mel Gibson. Ah, y en algún momento de ese proceso ten una profunda conversión interior hacia Dios. Éste es el problema. The Passion viene de un hombre que lleva veinticinco años trabajando, aprendiendo y madurando en la industria del entretenimiento.

La religión en la pantalla

— ¿Qué piensa de los proyectos cinematográficos explícitamente religiosos?

— En este campo he cambiado de opinión. Al principio decía que no los queríamos en Act One porque son extremamente difíciles, pues has de representar un viaje interior, espiritual, sin caer en el sentimentalismo. Es verdad que en el pasado ha habido ejemplos muy logrados, como Un hombre para la eternidad, pero eran muy complicados. Así pensaba hasta que vino The Passion, que ha demostrando que ese tipo de proyectos pueden realizarse con gran calidad artística y ser, además, un éxito comercial. Ahora pienso que a los artistas hay que dejarles hacer… Espero que nuestros estudiantes produzcan todo tipo de cosas.

— ¿Es posible calificar una película de «cristiana»?

— No llamaría cristiana a aquellas películas que simplemente presentan valores humanos. En América, por ejemplo, es una hermosa película con valores humanos -y por tanto cristianos- pero es culturalmente pagana. Lo que yo reconozco como valores específicamente cristianos son el sentido de la sacramentalidad, la convicción de que el bien y el mal no son iguales, de que la gracia siempre se nos ofrece… Y también hay valores católicos, como el sentido de la castidad… Como, por desgracia, abundan las películas infrahumanas, en cuanto vemos una que muestre ciertos valores humanos -por ejemplo, la defensa de la vida- tendemos a llamarla cristiana.

__________________La página web de Act One es: http://www.actoneprogram.com/El blog de Barbara Nicolosi: http://churchofthemasses.blogspot.com/. Tiene también otra página con artículos y entrevistas: http://barbaranicolosi.com/.

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