Un rabino pide: «Dejen en paz a Mel Gibson»

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«Dejen en paz a Mel Gibson», pide Daniel Lapin en un artículo publicado en Jewsweek (3 octubre 2003). Este rabino ortodoxo sale al paso de la campaña que algunas organizaciones judías libran contra la película The Passion por su temor de que pueda suscitar antisemitismo (ver servicio 123/03).

Lapin defiende de forma contundente que «estas protestas contra The Passion no solo son moralmente indefendibles sino que resultan estúpidas». En primer lugar, «tienen muy pocas posibilidades de conseguir cambios en la película. Gibson es un artista y un católico de honda convicción de la que es expresión su película. Por ello, el motivo que le ha llevado a hacer la película no es el comercial. Además, cualquiera que haya visto su Braveheart puede comprobar la profunda identificación de Mel Gibson con el héroe de esta cinta épica, que se entrega para ser despedazado antes que traicionar sus principios. ¿Cree alguien probable que Gibson pacte con las organizaciones judías?».

Acerca de las acusaciones de que Gibson incurre en errores sobre los verdaderos responsables de la muerte de Jesús, el rabino Lapin responde con unas declaraciones del Card. Darío Castrillón: «Gibson ha tenido que tomar muchas opciones artísticas para conformar su retrato de los personajes y los acontecimientos que se dan cita en la Pasión, y ha completado la narración del Evangelio con las percepciones y reflexiones hechas por santos y místicos a lo largo de los siglos. Mel Gibson no solo sigue rigurosamente el relato evangélico, dando al espectador una nueva apreciación de esos pasajes bíblicos, sino que, gracias a sus opciones estéticas, ha hecho una película fiel al sentido de los Evangelios, tal y como los interpreta la Iglesia».

Lapin advierte que si cada confesión religiosa exigiera cambiar aspectos de otras confesiones que les resultan ofensivos, eso sería abrir la caja de Pandora. «¿Queremos realmente volver a aquellos tiempos oscuros en que las autoridades católicas pretendían suprimir pasajes del Talmud que encontraban ofensivos?». Más vale dejar a cada uno con sus creencias aunque nos molesten en algún punto, y mantener un clima de amistad entre judíos y cristianos.

Por último, Lapin considera errados los ataques contra Gibson porque «aunque puedan venir bien a las organizaciones judías que recaudan fondos con el espectro del antisemitismo, o a los periodistas judíos que en el New York Times o en otros medios quieren hacer carrera, desde luego no responden en absoluto a los intereses de la mayoría de los judíos norteamericanos que viven en confortable armonía con sus conciudadanos cristianos. Muchos cristianos ven todo esto no solo como ataques a Mel Gibson o como meras críticas contra su película, sino, con alguna razón a mi juicio, como ataques contra todos los cristianos. Esto no es muy distinto del modo en que la mayoría de la gente reacciona ante un ataque. También nosotros los judíos sentimos que todos hemos sido atacados cuando unos pocos de los nuestros sufren ataques por razón de nuestra fe».

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