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Un político contra la queja

Fuente: The Atlantic
publicado
DURACIÓN LECTURA: 3min.

El demócrata Jack Markell fue elegido gobernador de Delaware en 2008, justo cuando empezaba a arreciar la crisis económica en Estados Unidos. Casi siete años después, la tasa de desempleo de Delaware está por debajo del 5% y hay más empleados que en toda la historia del estado. En un artículo publicado en The Atlantic, el propio Markell explica la fórmula que ha empleado para impulsar la recuperación económica

Un mes antes de que Markell tomase posesión del cargo, Chrysler cerró la fábrica de coches que tenía en Newark, una ciudad de Delaware. Algunos meses después, le llegó el turno a una planta de General Motors. Y ese mismo otoño hizo lo propio la refinería de Valero en Delaware. El sector financiero y otras industrias también entraron en crisis. Al cabo de un año, Delaware había perdido el 5% de sus empleos.

En medio de esa sangría, Markell se marcó un objetivo: evitar el populismo y dedicarse a crear empleo. “Podría haber criticado a los CEO de Chrysler, General Motors y Valero por embolsarse unos inflados sueldos mientras mandaban a casa a familias desesperadas. Podría haber dicho que el sistema económico está amañado (…). Y seguramente muchos de mi partido me habrían aplaudido y apoyado. Hubiera logrado grandes titulares, y la gente me habría vitoreado. Pero hubiera sido una artimaña. Porque esos sueldos, por altos que fueran, no tenían nada que ver con los cierres de las plantas en mi estado”.

La experiencia profesional de Markell –primero en la banca, la consultoría y las telecomunicaciones, y después como tesorero de Delaware– le llevó a comprender que “es la empresa privada quien crea la primera condición para reducir la pobreza y la escasez: el crecimiento económico”, y que “el Estado tiene que implicarse en la creación de un ambiente económico que permita prosperar a la clase media”. A su juicio, la creación de empleo pasa por “la sinergia, no la oposición, entre crecimiento económico y justicia económica”.

Con este enfoque, se desmarcaba expresamente del “extremismo antiempresa” de algunos de sus colegas demócratas, que se limitaban a atribuir la desigualdad de ingresos a las injusticias de un “sistema amañado” o a culpar al sector financiero de todos los males económicos del país. Pero también se alejaba del “dogmatismo del laissez-faire” de algunos republicanos, muy preocupados por crear riqueza sin reparar en si estaba o no ampliamente repartida.

Educación, empleo e igualdad

Frente a estos extremos, Delaware puso en marcha una estrategia que combinaba medidas a largo y corto plazo. El primer frente fue la educación, clave para ampliar las oportunidades de empleo: durante los años de la crisis, se duplicó el porcentaje de alumnos pobres en la educación infantil; se reforzó la formación de los profesores; se impulsaron los cursos de idiomas (español y chino); se prestó asesoramiento financiero y orientación profesional a los jóvenes de origen modesto que querían estudiar una carrera universitaria; se mejoró la formación profesional…

El segundo paso fue impulsar el comercio exterior, otra fuente de empleo y de riqueza. A los escépticos de su partido con el plan de Obama para impulsar el libre comercio en Asia y el Pacífico, Markell les recuerda que los empleos relacionados con las exportaciones están bien pagados, un 20% por encima de la media nacional. Y que los últimos 17 tratados de comercio adoptados por EE.UU. han logrado convertir un déficit de 2 mil millones de dólares en el sector de las manufacturas en un superávit de 30 mil millones de dólares.

El tercer bloque de medidas tenía por objetivo distribuir la riqueza creada durante estos años. Para ello, Delaware elevó el salario mínimo de 7,25 dólares por hora a 8,25; aumentó la inversión en programas de rehabilitación y reinserción social; creó un programa de asesoramiento financiero…

Las medidas de Markell podrán gustar más o menos. Pero la actividad desplegada durante estos años por su administración envía a políticos y votantes un mensaje claro: no es el victimismo ni las quejas contra el sistema lo que saca a la gente de la crisis.

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