Un kuwaití, perseguido por convertirse al cristianismo

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Según una denuncia hecha en Gran Bretaña, un tribunal religioso de Kuwait ha declarado reo de apostasía a un ciudadano convertido al cristianismo, lo que implica la pena de muerte. Robert Hussein (nombre que adoptó en el bautismo), empresario de la construcción, ha apelado a la justicia civil, que se pronunciará a mediados de septiembre. Si no cambia la situación, su única esperanza es el exilio. Ya le han confiscado sus bienes, y le han divorciado de su mujer por la fuerza. Sus hijos han sido confiados a otros parientes. Sin embargo, las autoridades kuwaitíes niegan casi todos esos extremos y señalan que las decisiones de los tribunales religiosos no son vinculantes en el terreno civil.

En Kuwait, algunas sectas islámicas tienen sus propios tribunales. La sentencia contra Hussein ha sido dictada por uno de ellos. Además, está en curso un litigio civil sobre la custodia de los hijos, iniciado por la familia de la esposa.

El caso de Hussein Qabar Alí, de 45 años, ha salido a la luz a raíz de una denuncia pública promovida en Gran Bretaña por su abogado, una asociación para la defensa de los cristianos perseguidos y dos miembros de la Cámara de los Comunes, que han conseguido interesar en el caso a varios medios informativos. Según Wilfred Wong, portavoz de la asociación Jubilee Campaign, «el problema es que las autoridades kuwaitíes han contemplado lo que estaba ocurriendo sin intervenir en defensa de Robert Hussein. Creo que todavía pueden hacer mucho más para protegerle».

La versión de las autoridades kuwaitíes es distinta. Según la embajada de Kuwait en España y el Ministerio de Asuntos Exteriores de aquel país, Hussein goza de total libertad y no se teme por su vida, pues no ha recibido ninguna amenaza; y si eso ocurre, tiene derecho a solicitar protección oficial. El Estado no le aplicará ninguna pena impuesta por tribunales islámicos, pues no los reconoce. Tampoco le retirará la nacionalidad kuwaití ni el pasaporte, que, según algunas informaciones, le han retenido. A esta última acusación responden que Hussein perdió su pasaporte y que ha solicitado uno nuevo con otro nombre, Hufain Qambr. No han confirmado que Hussein haya sido condenado a muerte; pero señalan que compareció ante el tribunal sin asistencia porque los abogados o bien se negaron a defenderle, por motivos sociales o políticos, o le pidieron honorarios muy elevados.

La libertad religiosa, en efecto, está reconocida por la Constitución de Kuwait, al menos teóricamente. Los Estados del golfo Pérsico, con excepción de la inflexible Arabia Saudí, han adoptado cierta tolerancia hacia los cristianos extranjeros; pero la conversión de un musulmán equivale a una apostasía, que la sharía (ley islámica) castiga con la muerte. De ahí que se tema por la vida de Hussein: aunque el tribunal que le condenó el 29 de mayo no indicó la pena, los fanáticos pueden tomar la sentencia como un mandato para matarlo.

El proceso de conversión de Robert Hussein comenzó en 1977, cuando estudiaba en Filadelfia (Estados Unidos). En aquella época se interesó mucho por el cristianismo, movido por un pasaje del Corán en el que se reconoce la autenticidad de la Biblia. En 1993 se convirtió al cristianismo en el seno de una comunidad evangélica. Su mujer aceptó la decisión, pero no así otros parientes, que iniciaron la causa judicial que ha culminado con la condena.

Según los diputados británicos David Alton y David Atkinson, dos católicos que militan en el partido demócrata liberal y colaboran con asociaciones como Christian Solidarity International y Jubilee Campaign, las persecuciones de cristianos en países islámicos no son una novedad. «Se dan todos los días, desde Indonesia a Egipto. Casos parecidos a este han ocurrido en Irán y Pakistán. Las campañas de publicidad a través de la prensa son eficaces. Es significativo que el número del Times donde se contaba la historia de Robert Hussein haya sido prohibido por el gobierno de Kuwait».

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