Un Estado moderno para musulmanes y cristianos

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Con motivo del Sínodo de Oriente Medio diversas personalidades cristianas de la zona han hecho declaraciones sobre la situación real de los cristianos que allí viven. El padre Samir Khalil, jesuita, experto en islam e historia de Oriente Medio, propone en declaraciones a Zenit (21-10-2010) que los países musulmanes adopten un concepto moderno de Estado.

Sobre la situación de la minoría cristiana en los países árabes afirma: “No hay duda de que siendo una minoría que no supera el 10% de la población de Oriente Medio -mientras que la gran mayoría es de religión musulmana-, nuestra existencia depende del beneplácito de esta mayoría, sobre todo porque el islam se concibe como Estado y religión. Y dado que hace más de 30 años ya la gran mayoría de los Estados de Oriente Medio ha adoptado un punto de vista islamista sobre la realidad estatal, donde la religión decide todos los detalles de la vida cotidiana, social y política, está claro que en estas condiciones nuestra situación depende de la buena voluntad de los musulmanes y del sistema islámico”.

Samir Khalil, de procedencia egipcia aunque actualmente reside en Líbano, subraya la distinción entre el musulmán particular, con quien es posible un intercambio cultural y religioso, y el islam como forma política:

“Como cristianos orientales, quisiéramos ser tratados sencillamente como ciudadanos con una Constitución que trascienda a todas las religiones. Pero en la mayor parte de los casos en nuestros países la Constitución se basa esencialmente -si no totalmente- en la ley islámica. Y este es nuestro problema. Aparte de pocos casos como el Líbano, los Estados incluso constitucionalmente laicos, como Túnez, Siria o Turquía, son culturalmente países islámicos y privilegian a los ciudadanos de religión musulmana”.

Durante el Sínodo se preguntaban por qué los cristianos de Oriente Medio emigran de la cuna del cristianismo. “En el mundo árabe -explica Samir Khalil- no hay persecución contra los cristianos, pero hay discriminación. Los cristianos no son tratados de la misma forma que los musulmanes. Los musulmanes son ciudadanos normales, destinatarios de las leyes. Los demás, constitucionalmente son ciudadanos, pero concretamente las leyes -en cuanto están hechas a partir del sistema musulmán- dejan a los cristianos en una condición desventajosa. Además, la libertad de conciencia es inexistente: sólo se tolera que el cristiano permanezca en tierra islámica pero con muchas limitaciones. No es posible, sin embargo, dejar el islam por otra religión”.

Conceptos compartidos

Para Samir Khalil sólo hay un camino de salida: “Apuntar a ciertos conceptos compartidos, como el de ‘ciudadanía’ o el de ‘identidad árabe’, ambos reconocidos por gran parte de los musulmanes. Los movimientos que promovieron estos valores a principios del siglo XX tuvieron tanto éxito porque llevaban consigo un soplo de novedad que invitaba a salir de la visión tribal; pero últimamente esta visión ha sido arrinconada y sustituida por el concepto de la umma [nación] islámica. Durante la presidencia de Nasser, hasta la mitad de los años 70, el concepto era la umma al-Arabiyya [la nación árabe], pero desde la mitad de los años 70 en adelante ha prevalecido el concepto de la umma al-Islamiyya[la nación islámica], que no deja espacio a los no musulmanes. La solución es intentar proponer, musulmanes y cristianos, un concepto moderno de Estado, no sólo a nivel político, sino también a nivel cultural”.

Sobre el discurso de los fundamentalistas islámicos, Samir Khalil explica que, según ellos, el proyecto de civilización de Occidente “es un proyecto inaceptable para el islam, que lo ve como corrupto y alejado de Dios. La modernidad predicada por Occidente es ya sinónimo de ateísmo e inmoralidad. Para ellos el cristianismo, identificado a su vez con Occidente, está acabado”. De la misma forma, observan que “el marxismo y el socialismo han fracasado a los ojos de todos. La solución es el Islam”.

Por eso, según Khalil, la solución no pasa por proponer una “alternativa cristiana” al problema, sino por acelerar la llegada de formas y modos modernos en política. Muchos musulmanes reconocen la falta de democracia de sus regímenes Y echan en falta una mejor distribución de las riquezas, el establecimiento de una verdadera justicia social”. Por otro lado, “muchos desean libertad de conciencia y de expresión, y esto no porque la gente quiera alejarse del islam, sino porque lo quiere vivir de un modo más personal”.

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