Uber: tan influyente como poco rentable

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Uber es el estandarte de la economía colaborativa. Como tal, sus batallas para hacerse hueco en el derecho de empresa son seguidas con atención. También lo son sus finanzas. En ambos frentes ha tenido que afrontar muchos problemas, aunque esto podría empezar a cambiar.

Uber y Airbnb son las caras más visibles de la economía colaborativa. Sin embargo, las cuentas de una y otra son bien diferentes. Aunque en ambos casos los gastos superaron a los ingresos el año pasado, la diferencia es de 150 millones de dólares para la empresa de alquiler de pisos, mientras que Uber lleva varios años perdiendo cerca de mil millones. Además, los ingresos de Airbnb han crecido fuertemente desde su fundación, mientras que el ritmo en Uber ha sido más discreto.

Uber en Portugal aceptará que sus conductores tengan que recibir cursos de capacitación, pero a cambio los taxistas ser

Según informa Bloomberg, la compañía ha perdido cerca de 4.000 millones desde que se creó en 2009. Gran parte de la culpa la tienen los incentivos que, principalmente en China, reciben algunos de sus conductores. El país asiático ha sido un agujero negro para las finanzas de la compañía en los últimos años. Para tratar de competir con Didi Chuxing, un servicio de alquiler de vehículos –con y sin conductor– muy popular en el país, Uber China se lanzó a una campaña de captación de conductores (ahí entran los incentivos) y de reducción de precios que le ha llevado a perder 2.000 millones de dólares en los últimos dos años. Finalmente, ha arrojado la toalla y a principios de mes anunciaba un acuerdo para ser absorbida por Didi a cambio de un 17% de la compañía y un “regalito” de 1.000 millones por retirarse del mercado.

Una estrategia ambiciosa y arriesgada

Aunque Uber ha cerrado en falso su etapa en China, su estrategia allí es coherente con lo que la compañía lleva años realizando en otros lugares: conseguir cuota de mercado casi al precio que sea, con tal de dominar el sector. En algunos países, sobre todo los anglosajones, ya lo ha conseguido. En Estados Unidos controla, según la propia compañía, cerca del 85% del negocio, aunque Lyft, su gran competidora en el país, señala que el porcentaje disminuiría si solo se tuvieran en cuenta las ciudades en que están disponibles ambos servicios. También en Canadá, Australia o Reino Unido la compañía californiana lleva la delantera.

En Europa, en cambio, Uber está teniendo que librar una dura batalla con otras compañías del sector que llevan más tiempo asentadas, como BlaBlaCar en Francia o MyTaxi en Alemania y España. Asia es el continente que más se está resistiendo a la empresa de San Francisco. Como en China, también en India o Japón tiene rivales mucho más populares.

Su estrategia ha sido conseguir la mayor cuota de mercado posible, casi a cualquier precio

Además de la lucha por la cuota de mercado, Uber se ha tenido que enfrentar a otra de carácter legal en casi todas las regiones donde ha desembarcado. En varios países de Europa los jueces ilegalizaron UberPop, una de sus aplicaciones que ponía en contacto a clientes con conductores no profesionales, así que Uber contraatacó con UberX, que ofrece el mismo servicio pero con conductores profesionales y un marco legal más regulado.

No obstante, las críticas y las denuncias han seguido llegando, fundamentalmente desde el sector del taxi. En todos los países las quejas han sido prácticamente las mismas: que los conductores de Uber no tienen que pagar las licencias e impuestos que se exigen a los taxistas; que la capacitación requerida también es menor; que la demanda ya estaba suficientemente cubierta con los taxis; o que la desregularización de las tarifas situaba al cliente en una posición de vulnerabilidad.

Portugal: una solución ingeniosa

Un escenario paradigmático del conflicto entre Uber y los taxistas ha sido Portugal, donde la compañía californiana está muy desarrollada y está bien valorada por la sociedad. La principal asociación del taxi (ANTRAL) denunció a Uber por violar las leyes nacionales para el transporte de pasajeros y por competencia desleal. En abril de 2015, un tribunal civil de Lisboa admitió la querella y obligó a Uber a cesar su actividad y cerrar el sitio web y la aplicación móvil. Unos meses más tarde el veredicto fue ratificado, pero el recurso interpuesto por Uber ha sido estimado a mediados del pasado junio.

Uber siempre ha defendido que la mayor parte de sus impuestos se quedan en Portugal (aunque algunos tributan en Holanda, donde la compañía tiene la sede que se encarga del funcionamiento en varios países europeos, entre ellos Portugal). Además, señala que, al contrario que los taxistas, sus conductores no reciben ningún beneficio fiscal o ventajas en la compra de vehículos. Tampoco disfrutan de otros privilegios de los taxis como las plazas de estacionamiento en espacio público, el carril reservado para ellos o poder ser contratados “a pie de calle” (los servicios de Uber tiene que estar reservados de antemano a través de la web o la aplicación). Todos estos gastos compensan, en opinión de los directores de la compañía, lo que dejan de pagar en concepto de licencias.

Uber ha perdido 4.000 millones desde su creación en 2009, aunque la venta de su negocio en China puede ser un punto de inflexión

Otro caballo de batalla de los taxistas contra Uber ha sido la falta de control estatal sobre la capacitación de sus conductores. Esta queja también se ha producido en otros países, pero el gobierno de Portugal ha sido pionero en la solución. A cambio de requerir a los chóferes de Uber que reciban unos cursos similares a los que tienen que pasar los taxistas, también estos estarán sometidos a la calificación de los usuarios, que valorarán el servicio (y podrán presentar quejas) en una web gestionada por la administración pública. De esta manera, el ejecutivo nivela el campo de competencia, preservando las características propias de cada uno de los dos modelos.

La solución portuguesa muestra la capacidad de Uber para provocar cambios legislativos que puedan facilitar el arraigo de la denominada economía colaborativa. No obstante, para que pueda seguir ejerciendo este efecto, la compañía de San Francisco primero debe sobrevivir, y para ello ha de empezar a ganar dinero.

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