Testimonio personal y heroísmo, la fórmula para convocar a los jóvenes

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Hay quien sostiene, quizás con datos basados en la experiencia, que hoy a los adolescentes y jóvenes -una generación que ha nacido pegada a la pantalla del PC- no hay quien los mueva y que lo único capaz de convocarlos es una megafiesta. Sorprendentemente, el segundo congreso “Jóvenes con valores: lo que de verdad importa”, suministra otros datos igual de interesantes. En la edición celebrada en Sevilla el pasado mes de noviembre asistieron 2.500 jóvenes y 5.000 quedaron en lista de espera. En Madrid, el enorme palacio de Congresos se quedó pequeño para los casi 3.000 jóvenes que asistieron a la convocatoria. Sin alcohol, sin concierto ni fiesta discotequera después, sin grandes medios audiovisuales. Un micrófono, un escenario y cinco testimonios. ¿Dónde está el secreto?

Pilar Cánovas, una de las organizadoras del Congreso, lo tiene claro: “Es cierto que es difícil mover a los jóvenes y que les cuesta escuchar. Por eso en estos congresos no pretendemos dar ninguna charla: la fuerza es la de los testimonios y, ante eso, los jóvenes conectan”. A esta profesora de un colegio madrileño, la idea de este acto le surgió cuando vio un DVD que recogía el testimonio de Bosco Gutiérrez, un arquitecto mexicano que sufrió un largo secuestro. “El relato de aquel hombre duraba casi dos horas y yo lo escuché sin moverme. Aquello era mejor que una película de Rambo. Entonces, pensé, hay gente así que tiene historias que contar”.

Gente con una historia

Con el apoyo de María Franco, directora de Además Proyectos Solidarios, se pusieron manos a la obra para buscar a los protagonistas de estas historias. “El modo de encontrar testimonios que merezcan la pena es muy diferente; algunos los vimos en YouTube, otros los conocíamos de oídas”, señala Cánovas. Empezaba así un duro trabajo de localizar a las personas, llamadas, gestiones, búsqueda de patrocinadores. “Es mucho trabajo, pero al final, resultaba sencillo porque todo el mundo nos acababa diciendo que sí”.

El título del congreso lo tomaron del diario de Nicholas Forstmann (What Really Matters), quien, después de enfermar de cáncer, decidió escribir sobre las cosas verdaderamente importantes de la vida: la familia, la fe, los amigos… En la primera edición, además del propio Bosco Gutiérrez, participaron el periodista Alfonso Rojo, el superviviente del accidente aéreo de los Andes Nando Parrando, y Kyle Maynard, un joven estudiante americano de veintiocho años, que nació con una grave afección genética (no tiene extremidades) y sin embargo llegó a competir en varios torneos de lucha.

Cinco testimonios

El éxito de convocatoria y el interés de lo que se contó en el primer congreso animó a los organizadores, que para la segunda edición contaron con cinco testimonios de gran interés, como el de Willy Rodríguez, uno de los supervivientes del atentado del 11-S. Rodríguez trabajaba como limpiador en la Torre Norte del World Trade Center. Aquella mañana providencialmente había llegado tarde a su trabajo y en el momento de impactar el primer avión, en lugar de encontrarse en lo alto de la Torre, estaba en la planta baja. Rodríguez aprovechó sus conocimientos del edificio para ayudar a algunas personas a salir de la ratonera en que se convirtió el emblemático rascacielos. Rodríguez contó también como, en ese momento tan difícil de su vida, sufrió una verdadera conversión que le llevó de nuevo al cristianismo, del que llevaba muchos años alejado.

La jornada la cerró Emilio Calatayud, el popular juez de menores granadino que, con grandes dosis de simpatía, explicó el sentido de algunas de las ejemplares y originales sentencias por las que ha saltado a la fama.

Puesta en escena

Junto a la fuerza de los testimonios, otro de los logros del Congreso es la puesta en escena: los ponentes, en un gran escenario a oscuras, con un solo foco y un micrófono, se dan a conocer ante los jóvenes, les hablan de tú, cuentan no solo lo que les ha pasado, sino lo que han sentido, sus motivaciones más íntimas. Algunos lloran -porque los hechos no son para menos-, el público aplaude y, si quiere hacer alguna pregunta, la escribe y un moderador la hará al final, para no quebrar la especie de clímax que se crea.

Todo un poco yanqui, y para un espectador externo, quizás algo exagerado y excesivamente emotivo, pero la realidad es que al público le llega, y mucho. A la salida del Congreso, Belén Corona, estudiante de Historia del Arte, afirma: “Lo que más llama la atención es escuchar a gente que se ha parado a pensar qué es lo importante en la vida”. Otra estudiante de Enfermería, Elena Dolz, corrobora: “Si te dicen que te van a hablar de valores a lo mejor no viene nadie, ya lo lees en un libro; pero aquí es gente que ha vivido estos valores: la valentía, la fortaleza, la coherencia… son héroes y no todos los días tienes la oportunidad de conocer a uno”.

¿El futuro? Pilar Cánovas y María Franco cuentan con seguir buscando héroes y ampliar este Congreso el año que viene a seis ciudades españolas más.

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