También hay empleos para los de letras

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El desarrollo de una enseñanza de masas ha supuesto una depreciación de los estudios universitarios de letras y de ciencias sociales. Pero el tipo de competencias hoy exigidas en el trabajo abren nuevas perspectivas que pueden ser explotadas con ventaja por los que eligen estas materias. El juego de estas dos tendencias es analizado en un informe que acaba de publicar la OCDE sobre La enseñanza superior y el empleo: el caso de las letras y de las ciencias sociales.

El estudio, basado en informes de doce países de la organización, reconoce las dificultades de empleo que hoy se advierten en este sector. Tras una época de expansión, hoy estos estudios han perdido buena parte de su atractivo por el descenso de la demanda en la función pública, la investigación y la enseñanza.

El perfil del estudiante de letras y ciencias sociales que resulta de estos informes muestra un predominio de las mujeres, sobre todo en las áreas de pedagogía y lenguas modernas. En comparación con otras carreras, hay una mayor proporción de estudiantes de más edad. La tasa de abandonos es elevada. Y hay poca selección para el ingreso, ya que en la mayoría de los países estos estudios están abiertos a todos los candidatos que han terminado la enseñanza secundaria.

El aumento del número de estudiantes universitarios ha supuesto la reducción del papel de filtro de la enseñanza superior. Y como los estudios de letras forman parte del sector más abierto de la enseñanza superior, sus títulos se encuentran en una situación menos favorable que los de disciplinas más selectivas. Esto ha provocado una baja de la motivación de los estudiantes y una mayor reserva de los empleadores a la hora de contratar a estos licenciados.

A esto hay que agregar una tendencia de la que son responsables las propias facultades de letras: la transformación del primer ciclo de estos estudios que, de ser una enseñanza relativamente general y humanística, se ha hecho más especializada, de modo que cada vez más prepara para tareas internas, universitarias. En consecuencia, disminuye aún más el valor de uso de estos estudios para tareas no universitarias.

A pesar de todo, el informe señala que la modificación de las competencias que hoy se exigen en el trabajo puede jugar a favor de los estudios de letras y de ciencias sociales. En efecto, las competencias específicas pueden ser más útiles a corto plazo. Pero cada vez son más necesarias unas competencias de orden general, requeridas en todo tipo de trabajos, para las que predisponen mejor los estudios de letras. Entre ellas, competencias básicas en materia de comunicación, de relaciones interpersonales y de reflexión crítica; un buen conocimiento del contexto social de la actividad profesional; y la capacidad de tomar decisiones en una sociedad más compleja, lo cual exige modos de conocimiento diferentes del modelo científico tradicional. Y, en numerosos países, los empleadores se inclinan cada vez más a contratar trabajadores que han adquirido actitudes y conocimientos de base, independientes de los contenidos específicos.

El informe analiza también el papel que pueden desempeñar las letras y las ciencias sociales como una parte de la formación en otras carreras.

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