Rusia, el granero de China

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Desde hace años se mira con atención la salida de China al extranjero, en busca de materias primas y también de alimentos (ver artículos relacionados). Las inversiones chinas han crecido de modo espectacular en África, en Latinoamérica y, principalmente, en Asia. Han llamado menos la atención hasta ahora las operaciones en Rusia, y sin embargo tienen gran importancia económica y estratégica. Un reportaje del New York Times ofrece un panorama de la presencia china en la agricultura rusa.

Rusia dispone de mucho terreno y poca gente. Según la FAO, tiene las mayores reservas mundiales de superficie arable, sin cultivar a causa del hundimiento de la agricultura colectivista y el descenso de la población. Dice al Times un ruso, gerente de una explotación agrícola china en Siberia: “El gobierno quiere que nuestros campesinos trabajen, pero los rusos no quieren trabajar en el campo”. Para hacer rendir de nuevo las tierras dejadas incultas, en 2002 Rusia autorizó a los extranjeros a comprar suelo agrícola.

China, por su parte, tiene mucha población (nueve veces más que Rusia) y excedente de mano de obra agraria, además de una constante preocupación por la seguridad alimentaria. Cuando los precios de los alimentos subieron bruscamente hace cinco años (en parte por la mayor demanda china de carne), el gobierno de Pekín apartó el equivalente de mil millones de dólares para inversiones agrícolas en Rusia, Ucrania y otras repúblicas exsoviéticas.

La estrategia china de cultivar en otros países ha provocado suspicacias en Brasil y en Argentina, que acabó aprobando una ley para frenar la compra de tierras por parte de extranjeros, de chinos en realidad. En cambio, Rusia ha favorecido el “desembarco” chino mediante acuerdos bilaterales. Ha arrendado a China unas 400.000 hectáreas de tierras de labranza, en su mayor parte en la región fronteriza con Manchuria, y una superficie doble de bosques en Siberia, para el aprovechamiento de la madera. Empresas chinas han comprado explotaciones agrícolas en los Urales y hasta en las proximidades de Moscú y San Petersburgo. Unas producen soja con destino a China; otras, verduras para vender en Rusia.

El gobierno ruso también facilita visados, según cuotas anuales, para trabajadores chinos, en parte temporeros para el cultivo y la recolección. Ganan en torno al equivalente de 650 dólares mensuales, cinco veces más que en China, y sus patronos también, pues la agricultura es más rentable en Rusia. Los inmigrantes chinos en Rusia son unos 400.000, no muchos (el 3,5%) dentro del total, compuesto en su gran mayoría por oriundos de las repúblicas exsoviéticas de Asia.

La política exterior rusa está prestando especial atención al refuerzo de las relaciones con China. El gobierno se ha propuesto un fuerte aumento del comercio entre los dos países, de 80.000 millones de dólares en 2011 a 200.000 millones anuales en pocos años.

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