¿Quién cuidará a los mayores? En Suecia, los hijos dan un paso al frente

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En Suecia hay servicios sociales para las personas mayores. Sin embargo, por la reducción de la asistencia pública en los últimos tiempos, ahora es mucho más frecuente que los propios hijos atiendan a los padres ancianos. Lo cuenta un reportaje de Annika Engström publicado en Svenska Dagbladet (10 febrero 2002).

«La ayuda que prestan los hombres y mujeres nacidos en los años 40 a sus padres ancianos u otros parientes va en aumento», señala Engström. «Mientras las ayudas sociales disminuyen, crece el compromiso de los hijos hacia sus padres ancianos». Así lo revela un estudio, basado en entrevistas, del Instituto de Gerontología de Jönköping.

De 1994 a 2000, la proporción de ancianos con hijos que recibían asistencia pública bajó del 24% al 18%. En el mismo periodo, los atendidos por sus propios hijos pasaron del 16% al 36%.

«Gerdt Sundström, profesor del Instituto de Gerontología de la Escuela Superior de Jönköping, está sorprendido del drástico aumento del apoyo a los padres por parte de los hijos, a la vista de cómo está la situación general (…).

«Muchos creen que los nacidos en los años 40 no tienen el mismo espíritu de sacrificio que generaciones anteriores. Opinan que, si esta generación se acostumbró a dejar a los niños en la guardería, sería natural que dejaran a los padres en residencias y exigieran ayudas sociales. Sin embargo, el estudio muestra que, llegado el caso, esta generación está dispuesta a ayudar».

No es que haya habido un cambio en la situación de los ancianos. Como ha comprobado el profesor Sundström, en particular por lo que respecta a los mayores de 75 años que viven en casa, el estado de salud y las necesidades de cuidado eran exactamente iguales en 1994 que en 2000. Los ayuntamientos ofrecen servicios básicos a domicilio: hacer la compra, cocinar, lavar, planchar, limpiar la casa, así como ayuda para el aseo personal y para vestirse. Pero «ahora hay que estar en muy mala situación para obtener este tipo de ayuda, y si se consigue, es por menos horas».

«Dos nuevos estudios que Gerdt Sundström ha hecho con 56 personas que atienden a sus padres, muestran que esta solicitud es psíquica y físicamente ardua para la mayoría, y que les lleva a tener una reducida vida social. Aun así, muchos se abstienen de obtener asistencia pública. La dignidad personal es uno de los motivos más importantes. Otros opinan que la ayuda social es muy cara o incompleta.

«Para Sundström, la asistencia que presta el ayuntamiento carece muchas veces de imaginación, es poco clara e inflexible. (…) ‘Si los pañales se suministraran a tiempo…’, dice una mujer que atiende a su madre. Hay quienes quisieran que el Estado les ayudara y les diera algún tipo de remuneración, sobre todo como reconocimiento por la tarea que realizan, dice Sundström.

«Que los parientes llevan una carga pesada y que se sienten ‘exprimidos’ está comprobado por las entrevistas que se han hecho a 245 personas que se encargan de sus padres en Östergötland, según un estudio que la autoridad social publicó en noviembre. Ocho de cada diez hijos que se encargan de sus padres dicen no tener suficiente tiempo para ellos mismos. Seis de cada diez describen este trabajo como muy exigente. Pero nueve de cada diez aseguran que sienten alegría al dar a su pariente cercano un cuidado de calidad».

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