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Prevención contradictoria del aborto

publicado
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Contrapunto

El vigésimo aniversario de la legalización de los anticonceptivos en España ha pasado inadvertido a casi todo el mundo. Sólo los más atentos lo han conmemorado con un seminario celebrado a principios de julio en El Escorial. Allí se presentó una encuesta sobre la difusión de la contracepción entre las españolas.

Según la encuesta, una de cada dos españolas en edad fértil usa algún anticonceptivo. Las mayores proporciones se registran entre las de 25 a 29 años. Alguno pensará que las más jóvenes, siempre descuidadas y olvidadizas, deben de presentar porcentajes muy bajos. En realidad, están en la media: la mitad de las chicas de 15 a 19 años dicen que emplean anticonceptivos.

Algo tendrán que ver los anticonceptivos con la tasa de fecundidad española (1,15 hijos por mujer), una de las más bajas del mundo. A finales de junio fue noticia que, por primera vez en veinte años (casi los mismos veinte años de anticonceptivos legales), en 1997 nacieron en España más niños que en el año anterior: ¡2.932 nacimientos más! (+0,8%).

Pero el sondeo pone de manifiesto una «contradicción», según el ginecólogo José Luis Doval, que lo presentó en el seminario. Es esta: «Tenemos una batería importante de anticonceptivos, pero tenemos un porcentaje de abortos en jóvenes que aumenta» (El País, 13-VII-98).

¿Dónde está la contradicción? En ningún país han disminuido los abortos con la difusión de los anticonceptivos. En Italia (1,2 hijos por mujer), los abortos han subido hasta cerca de 300 por mil nacidos vivos, y en el 70-80% de los casos, son de mujeres que usan anticonceptivos. En Suecia, donde los anticonceptivos son subvencionados o gratuitos y los jóvenes pueden acceder gratis a consultorios de planificación familiar, tampoco se ha reducido el número de abortos, que oscila alrededor de 290-300 por mil. El uso de anticonceptivos en Francia ha llegado a la saturación (el 90% de las mujeres toman la píldora en algún periodo de su vida); pero no hay manera de que los abortos, que en 1976 eran 134.000 al año, bajen de 175.000 anuales, o 250 por mil nacimientos (ver servicio 117/94).

No es excepcional, entonces, que en España aumenten a la vez el empleo de anticonceptivos y el número de abortos, que en 1996 llegó a 142 por mil nacimientos (118 por mil en 1993). En cualquier caso, sostener que dos hechos verificados se contradicen es un acto de voluntarismo. La contradicción está más bien en la teoría que no concuerda con la realidad. La subida paralela de la contracepción y del aborto sólo puede ya resultar contraintuitiva para quienes, a despecho de la experiencia, siguen creyendo que los anticonceptivos sirven para prevenir el aborto. Pero es una prevención contradictoria, pues contracepción y aborto son, una vez que se excluye la fecundidad de las relaciones sexuales, dos medios para conseguir lo mismo.

Rafael Serrano

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