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Polonia pide que el crucifijo siga en las aulas

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Varsovia. El veredicto del Tribunal de Estrasburgo que condena la presencia del crucifijo en las clases de una escuela pública italiana no ha pasado inadvertido en Polonia. Durante los últimos días numerosos políticos y personalidades públicas se han pronunciado al respecto.

La reacción más relevante es la del Parlamento: “Esta es seguramente la única cuestión en que los diputados de Plataforma Cívica [partido que actualmente gobierna el país] y Ley y Justicia [principal partido de la oposición] trabajan juntos”, afirma Kazimierz Ujazdowski, diputado de Polska Plus, por iniciativa del cual más de 170 diputados -por el momento- han firmado una resolución que rechaza la sentencia del Tribunal Europeo y llama a los parlamentos de los países miembros del Consejo de Europa a reflexionar sobre los modos de proteger la libertad religiosa.

Por su parte, Jaroslaw Gowin, de Plataforma Cívica, sostiene que el objeto de la iniciativa es mostrar el apoyo de la opinión pública polaca a los defensores italianos de la cruz. Gowin espera que la iniciativa se haga oír en Europa, para lo que tratará de convencer a los eurodiputados polacos. “Polonia recibió el cristianismo en el año 966, la cruz es un elemento de nuestra cultura. Las cruces deben seguir colgadas en lugares públicos y nadie del extranjero nos puede dictar lo que debemos hacer en este aspecto”, señala Krzysztof Jurgiel, de Ley y Justicia.

El proyecto indica que la cruz no es sólo un símbolo religioso y una señal del amor de Dios a los hombres, sino que en el ámbito público invita a sacrificarse por los demás y manifiesta valores que edifican el respeto por la dignidad de cada hombre.

Ha habido también políticos que apoyan la decisión del tribunal, aunque los únicos interesados pertenecen a la Alianza de la Izquierda Democrática, partido que cuenta con una presencia muy minoritaria en el Parlamento.

El presidente Lech Kaczyński, hablando sobre la necesidad de un nuevo patriotismo, declaró que éste conlleva luchar por la seguridad del país, por su modernización, pero también por mantener los valores que han hecho posible la supervivencia de la nación: “Nadie en Polonia aceptará que en las clases no se pueden poner crucifijos. Quizá en otro lugar sí, pero en Polonia no.”

Manifestó también su opinión el ex embajador de Israel en Varsovia, Szewach Weiss, para quien la sentencia es tan polémica por ser un tribunal internacional el que se ha ocupado de una tradición nacional: “La cruz en la clase es una tradición, y éstas no se cambian en un día”.

Se hizo oír también Wojciech Jaruzelski, último dictador de la era comunista. Durante una entrevista televisiva llegó a afirmar con ironía que los comunistas de Polonia se habían adelantado treinta años al veredicto de Estrasburgo.

De modo muy diferente toma parte en la discusión Lech Wałęsa, en un artículo para el portal Wirtualna Polska: “Recuerdo que la cruz nos reunía en los astilleros, que alrededor de ella se desarrollaba nuestra vida durante la huelga, en ella buscábamos nuestro apoyo. No pensaba que entonces estábamos luchando para que más tarde por esta cruz se castigue y se luche contra ella”. Los valores, continúa, “fueron el arma de la lucha pacífica contra un sistema criminal. Sólo por eso cayó el muro de Berlín, sólo por eso podemos construir desde hace 20 años una Europa mejor. No puede ser una Europa sin valores. No se puede expulsar de ella a la cruz”.

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