Polémicas en torno a continuaciones de clásicos de la literatura

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Adiferencia de otros países que, transcurridos 50 años de la publicación, declaran expirados todos los derechos de autor, en Francia la Justicia protege a perpetuidad el derecho moral de los autores sobre sus creaciones, aunque se haya extinguido el copyright. De ahí la indignación de los tataranietos de Victor Hugo ante la novela Cosette o el tiempo de las ilusiones, de François Cérésa, recién puesta a la venta por Éditions Plon, como una continuación de Los miserables. Cuando solo restan unos meses para el 200 aniversario del nacimiento de Hugo, sus herederos consideran Cosette… como una vulgar explotación comercial de un monumento que forma parte de la tradición cultural universal. Por ello piden que la nueva obra sea prohibida en nombre de la defensa de la cultura francesa.

Georges-Olivier Chateaureynaud, presidente de la Sociedad de la Gente de las Letras, fundada por Victor Hugo y que presidió Balzac, ha declarado con solemnidad que «el principio del derecho moral debe ser reafirmado». El abogado de Pierre Hugo, uno de los herederos del autor de Los miserables, solicita la confiscación de los ejemplares no vendidos de Cosette… y la prohibición del futuro episodio Marius o el fugitivo, que aparecerá en septiembre, así como una indemnización del equivalente de 600.000 dólares, que sería donada a fines benéficos.

Un caso parecido se ha dado en Estados Unidos, donde en abril pasado un tribunal de distrito paralizó la publicación de The Wind Done Gone, una parodia de Gone With the Wind (Lo que el viento se llevó), la popular novela de Margaret Mitchell. Según el juez, el nuevo libro es un claro caso de piratería. Un tribunal de apelaciones anuló más tarde la sentencia; pero el pleito no ha acabado, pues los herederos de Mitchell van a recurrir.

Por otro lado, el New York Times (3-VI-2001) se hacía eco de las reacciones a un hipotético plan de marketing de la editorial HarperCollins, que tiene los derechos de las Crónicas de Narnia del escritor inglés C.S. Lewis. Cumplidos 50 años de la aparición de El león, la bruja y el armario, primer cuento de la serie, se han vendido más de 65 millones de ejemplares. Lewis creó un mundo de ficción vertebrado sobre una metáfora llena de referencias al cristianismo. Según parece, la editorial pretendía continuar la saga haciendo desaparecer los elementos cristianos.

Especialistas en Lewis ya han declarado que tal cosa equivaldría a convertir el Reino de Narnia en una versión inglesa de Mickey Mouse. Algunos paladines de lo políticamente correcto no verían con malos ojos la eliminación de referencias cristianas en la historia, que de ese modo tendría un alcance mucho más universal, al rebufo del éxito fulgurante de Harry Potter. A la vista del panorama, el Wall Street Journal (5-VI-2001), titulaba alto y claro: «Plan de marketing: expulsar a Dios de los cuentos de Narnia».

Ante el revuelo producido, HarperCollins publicó un desmentido oficial del rumor, originado en la filtración de un documento interno que, según la editorial, nunca pasó de ser una propuesta.

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