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Los periódicos tradicionales siguen buscando vías de supervivencia

publicado
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La revolución digital a la que se achaca la inestabilidad de periódicos de gran tradición ha llevado al cierre de muchas cabeceras en estos veinte últimos años y también ha obligado a una reconversión empresarial en el sector, que algunos medios –no muchos- van culminando con cierto éxito. Pero las recetas no son intercambiables. No es lo mismo cobrar por información general que por contenidos especializados; tampoco es igual enfrentarse al cambio con las cuentas saneadas o en números rojos. Más allá de alcanzar un equilibrio entre las ediciones digitales y la supervivencia del papel, los diarios buscan un modelo de negocio que les asegure un lugar en el futuro.

Uno de los ejemplos logrados es el del Financial Times, diario de información económica, cuyos ingresos por la edición digital superan ya a los procedentes del papel. Tras un paquete reciente de medidas, ya no habrá más que una única edición en papel, común a todas las áreas geográficas, excepto una primera página personalizada. Con esta simplificación se pretende equilibrar en el conjunto de productos el volumen de gasto de unas ediciones impresas cuya distribución es cada vez más reducida.

El declive de los diarios tradicionales es anterior a la entrada plena de internet como fuente de noticias

También hay lectores de pago

El plan del diario londinense permitirá recolocar a los redactores en un equipo centralizado que se ocupará también de los textos de la edición online. Así se refuerza la posición del equipo clásico de redactores, cuyo talento aporta contenido a todo el grupo y genera parte de los beneficios de la edición digital, una información online por la que los suscriptores pagan desde 2006. El precio de la suscripción estándar es de 5,75€ a la semana o de 299€ al año. Según explicaba John Ridding, director general del grupo, dos terceras partes de los 670.000 suscriptores lo son de la edición digital.

La evolución positiva del Financial Times también se debe al desarrollo de una aplicación web, con la que se consigue información de los lectores y el tratamiento de sus datos con el fin de negociar mejor la publicidad. Al pedirles que se inscriban –incluso a los que participan del acceso gratuito a 8 artículos como máximo al mes– “podemos comprender lo que leen, con qué frecuencia y el tiempo que permanecen en nuestra página; también su país y sector de actividad y su compañía”, afirma Ridding. La ventaja de esta herramienta es que facilita un análisis para los anunciantes que sería imposible con una aplicación como las que se descargan para móviles o tabletas de las plataformas de compra de Google o Apple.

El éxito del Financial Times, no obstante, no es exactamente trasladable al resto de periódicos, pues al ofrecer un contenido económico especializado los lectores sí ven como algo lógico pagar la suscripción. “En Estados Unidos al principio solo The Wall Street Journal cobraba por el acceso a su web de noticias”, explica Robert G. Kaiser, un veterano periodista, que llegó a dirigir The Washington Post. En un reciente ensayo sobre la evolución del periodismo –The bad news about the news– concluye que “mucho antes de que hubiera internet, los lectores pagaban una miseria por las noticias de los periódicos, que deliberadamente costaban menos que un café para tratar de maximizar la audiencia; los consumidores se acostumbraron a la idea de que las noticias no eran baratas sino gratis”. Por eso, frente a la mentalidad del todo gratis, lograr suscriptores que paguen por la información online sigue siendo el gran reto de los periódicos generalistas.

De la mano de Jeff Bezos, “The Washington Post” prepara una selección de sus contenidos para usuarios de Kindle

Ajuste de plantillas

En Francia, el diario Le Monde ha comenzado el otoño con un plan que prioriza las ediciones digitales y prevé el traslado de una treintena de periodistas desde la edición papel a las de la web, además de unificar los sistemas editoriales que usaban papel y web. “Hasta ahora los periodistas usaban dos sistemas diferentes”, afirma Gilles van Kote, director del diario, “pero esto que parece anecdótico pretende acelerar la transformación de diario y que todos los periodistas tengan el mismo objetivo de producir información de calidad en el menor tiempo posible”.

La reducción de redactores llega después de otras grandes decisiones en Le Monde como la recapitalización de hace cuatro años y la reducción de puntos de distribución. Tanto la edición impresa y su magazine como algunas secciones nuevas de los digitales han conseguido 3 millones de visitas mensuales y el crecimiento de la audiencia en un 5,9%. En el caso de la web eso significa 145.000 suscriptores más.

Pero el diario Le Monde vive la misma paradoja que otros muchos medios; a pesar de las reformas e inversiones, el modelo de negocio no acaba de funcionar y los resultados positivos de la innovación y calidad de la información no han conseguido evitar unas pérdidas de explotación de casi 2 millones de euros para unos ingresos de 367 millones. En pleno 70 aniversario, su presidente ha propuesto “ampliar y diversificar actividades”, como la celebración de festivales de música y otros eventos.

Viabilidad

Otros muchos periódicos históricos siguen también aplicando ajustes y recortes, con la esperanza de llegar a mejorar sus cuentas, como The New York Times que a principios de octubre anunció el despido de cien personas, un 7,5% de la plantilla. No es la primera vez que ocurren recortes; en los que se han sucedido en los últimos años, los puestos han sido ocupados por periodistas del área digital y han ido acompañados de inversiones que no siempre han cosechado éxito. Una de las últimas innovaciones fue una aplicación de opinión que facilitaba un servicio de titulares y columnas por 6 dólares al mes; fue lanzada hace cinco meses, pero se ha suprimido ya.

“Le Monde” y el “Frankfurter“ siguen buscando un modelo de negocio rentable

También el Frankfurter Allgemeine Zeitung va a reducir 200 empleos en los próximos tres años para intentar ahorrar unos 20 millones de euros anuales en ese mismo periodo y hacer frente a las repetidas pérdidas de explotación, tras haber intentado en distintas ocasiones enderezar las pérdidas con ayudas oficiales.

Este diario alemán, con una tirada de 360.000 ejemplares, fue fundado hace 55 años y es uno de los grandes periódicos que no ha encontrado todavía una fórmula de ingresos estable. Algo bien distinto a lo que le sucedió a otro gran periódico americano, The Washington Post, que hace poco más de un año pasó a manos del fundador de Amazon, Jeff Bezos, y ha recuperado ya su posición de calidad entre los grandes.

La fortuna de Bezos ha hecho posible contratar cien periodistas y dar estabilidad a un equipo desmotivado, al no perseguir una rentabilidad a corto plazo, y a partir de ahí empezar a explorar posibilidades. De momento, ya ha anunciado una aplicación que ofrecerá gratis una selección diaria de textos e imágenes del periódico a todos los usuarios de la tableta Kindle Fire updated –un producto de su otra empresa–. La idea supone convertir el Washington Post es una publicación de alcance nacional.

Nuevas fórmulas

Pero lo que Bezos se puede permitir –la adquisición le costó 250 millones de dólares– no está al alcance de todos los bolsillos y los empresarios de la información siguen buscando fórmulas para recuperar sus cuentas. No solo internet, con la facilidad que introduce para el intercambio de información, es el causante de la situación de los medios; al menos esa es la idea que defiende Matthew Gentzkow, economista de la Universidad de Chicago.

En una de sus investigaciones, Gentzkow señala que el declive de los diarios tradicionales es anterior a la entrada plena de internet como fuente de noticias. A pesar de lo que comúnmente se cree, “la caída de audiencia de los periódicos no comienza a mediados de los noventa, llevaba disminuyendo al mismo ritmo al menos desde 1980”, señala este destacado economista, y apunta que en realidad lo que ha variado es el patrón de consumo de información, pues “de todo el tiempo dedicado a consumir noticias, menos del 10% se dedica a internet”. El resto, según una encuesta de McKinsey and Company se distribuye entre periódicos y revistas (35%), radio y otros tipos de audio (16%) y televisión (41%).

Los ingresos por publicidad, que también han sido fuente de apoyo sólida para los medios han reflejado con retraso la caída en los niveles de audiencia registrados desde 1980 y siguieron artificialmente altos hasta el año 2000. Mientras los ingresos por publicidad (medidos por cada hora) para la televisión y las revistas crecieron hasta el 2000 y después se redujeron moderadamente entre esa fecha y 2012, en el caso de los periódicos, los ingresos por este mismo concepto se redujeron a la mitad en un periodo de solo 7 años: de2005 a2012.

Recuperar audiencias o lograr modos diferentes de monetizarlas se considera el próximo desafío, algo que seguramente se debatirá esta semana en el congreso anual de The Media Management Academic Association (IMMAA) que acoge la Universidad de Navarra, con participantes e investigadores de todo el mundo.

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